Evo Morales llegó al poder con una promesa: refundar Bolivia a través de una Asamblea Constituyente. Morales consiguió la banda presidencial apalancado por movilizaciones sociales en defensa de los recursos naturales, como el agua y el gas. De esa indignación, terminó de consolidarse el respaldo hacia la Constituyente que se venía gestando desde los tempranos 2000. 

El proceso boliviano es el más reciente y cercano en la región, una instancia similar a la que promueven algunos sectores políticos ligados a la izquierda para zanjar el debate constitucional en Chile.

El sindicalista y activista asumió como Jefe de Estado el 22 de enero de 2006. El 2 de julio de ese mismo año se eligieron a los integrantes de la constituyente y su instalación ocurrió el 6 de agosto de 2006 en la ciudad de Sucre -capital del país, aunque el Parlamento y otras instituciones se encuentran en La Paz-. Sin embargo, la rapidez de sus primeros pasos no se vio replicado en su accionar: en varias ocasiones la Asamblea Constituyente estuvo a punto de naufragar. Al extremo de que durante su primer año, es decir, de agosto de 2006 a agosto de 2007, la Constituyente no aprobó ni un solo artículo de la nueva Constitución por falta de consenso entre sus miembros. 

En junio de 2007 los partidos bolivianos alcanzaron un primer acuerdo para ampliar entre tres y cuatro meses su mandato y en agosto se decidió extenderlo hasta el 14 de diciembre de ese año; lo cual tampoco se vio replicado en sus resultados, pues si bien aprobaron una nueva Carta Magna en diciembre de 2007 lo hicieron a puertas cerradas y sin la participación de la oposición, lo que desató un ambiente de conflicto en el país que se prolongó durante casi todo 2008, por lo cual tuvo que intervenir el Congreso y modificar al menos 100 artículos de los aprobados en su mayoría por el Movimiento al Socialismo (MAS), partido político de Evo Morales, con lo cual el referéndum constitucional de Bolivia se pudo llevar finalmente a cabo el 25 de enero de 2009. 

El final del período de la Asamblea Constituyente fue su momento más conflictivo, el MAS forzó una sesión de emergencia para aprobar en general la Constitución el 23 de noviembre de 2007, bajo custodia policial en los salones del Liceo militar Edmundo Andrade -que agencias internacionales describieron como “un cuartel”-. Para ese momento las sesiones llevaban tres meses suspendidas. Desde el propio 15 de agosto de 2007, cuando la plenaria de la Asamblea Constituyente decidió retirar de su agenda el tratamiento del tema de la capitalidad y suspender las plenarias comenzaron las protestas. El 31 de agosto una nutrida marcha llegó a la plaza principal de Sucre y unos manifestantes intentaron quemar una de las puertas de la Prefectura; en septiembre empezaron las vigilias frente al teatro Gran Mariscal Sucre. La noche del 5 de ese mes hubo enfrentamientos entre universitarios, vecinos y funcionarios de la Alcaldía contra las fuerzas policiales. Al tiempo que 1.200 participaron, en mayor o menor grado, en una huelga de hambre. El ambiente de conflictividad continuó hasta el mes de noviembre.

El 23 de noviembre, cuando se retomaron las sesiones, cientos de ciudadanos se unieron a la convocatoria del Comité Interinstitucional en repudio a la decisión de la Directiva de la Asamblea de sesionar en un recinto militar y para “denunciar al país su ilegalidad”. Los enfrentamientos con las fuerzas del orden comenzaron al mediodía y se prolongaron durante toda la tarde en distintos puntos de la ciudad (Sucre). En esa jornada 150 heridos fueron auxiliados por los centros de salud con cuadros como intoxicación por gases (la mayoría), heridas de balín, traumatismos, politraumatismos y contusiones. Además, 70 estudiantes fueron detenidos. 

La Asamblea Constituyente siguió sesionando al día siguiente en el Liceo Militar. Durante todo ese día también hubo enfrentamientos entre manifestantes y la policía. El primer fallecido se confirmó a las 18:30 horas de ese día. “El prefecto David Sánchez irrumpió en la plenaria de la Asamblea Constituyente y pidió a la presidenta, Silvia Lazarte -del MAS-, detener la sesión. La constituyente se negó y después de un breve cuarto intermedio continuó la lectura del índice del texto para su aprobación ‘en grande’. La señora Lazarte se dirigió a los asambleístas: ‘Hay un finado, que descanse en paz, pero tenemos que continuar’”, se lee en el informe elaborado por la Defensoría del Pueblo boliviana. 

Al ser aprobado el proyecto constitucional, por la madrugada, los asambleístas tuvieron que ser evacuados del Liceo Militar, mientras la represión continuaba. Los disturbios se prolongaron hasta el domingo 25 de noviembre. Ese día hubo un motín en el penal de San Roque que derivó en la huida de gran parte de los internos y el saqueo de las instalaciones.

“Durante los conflictos, la muchedumbre destruyó y saqueó varias unidades policiales, afectando su infraestructura, vehículos, equipamiento y documentación. A consecuencia de ello, la población fue privada de los servicios de orden público, seguridad ciudadana y protección de las garantías constitucionales”, dice el texto de la Defensoría. El balance final de esos días fue de tres muertos y alrededor de 300 heridos.

La aprobación constituyente «en detalle»

Tras ese primer escenario de conflicto, el oficialismo trasladó la última sesión de la Constituyente a otra ciudad (Oruro) para concluir la aprobación en detalle. La oposición tampoco se presentó, pero eso no evitó que hubiese una reunión de más de 15 horas entre el 8 y 9 de diciembre. El MAS y sus ocho pequeños partidos aliados aprobaron en detalle los 411 artículos del texto constitucional en la plenaria realizada en el centro de convenciones de la Facultad de Economía de la Universidad Técnica de Oruro (UTO). Participaron 164 de los 255 asambleístas. 

En principio, la directiva del foro había anunciado que la sesión se realizaría en la zona cocalera del Chapare, feudo político y sindical del Presidente, lo que desató críticas que alegaban que sería el extremo de la «exclusión política» y sometería a los constituyentes a la presión de los «machetes» de los productores de coca.

El día de la sesión en Oruro mineros, campesinos, alteños y cocaleros del Chapare, se congregaron en la ciudad para “vigilar el cónclave”. Pero el ambiente distó mucho del de finales de noviembre: solo había oficialistas y la reunión tuvo más bien un marco festivo, con cantos y la participación de grupos musicales.

Los titulares de la prensa del lunes 10 de diciembre aludían a la “Constitución del MAS”: «El MAS aprueba su Constitución y los opositores la rechazan por ilegal» (Opinión de Cochabamba); «El oficialismo aprueba su CPE y la enviará a 2 referéndums» (La Razón); «Constitución del MAS ahonda crisis social y división del país» (El Diario).

El texto aprobado introducía el Estado plurinacional, el modelo comunitario y cuatro modelos de autonomía: departamental, regional, municipal e indígena. Anuló el concepto de los dos tercios de votos para la elección de autoridades, para la modificación parcial de la Constitución y para reformar la ley electoral (que serían posibles por mayoría absoluta). Dispuso la reelección presidencial por un período constitucional, pero no tomaba en cuenta la gestión de ese momento, por lo que Morales podía postular dos veces más. En el Legislativo mantuvo dos cámaras, pero el Senado aumentó en cantidad de miembros y Diputados, disminuyó.

Cómo estaba conformada la Asamblea Constituyente

La Constituyente era el estandarte del MAS. Si bien en el papel la Asamblea mostraba representatividad democrática al estar constituida por 16 agrupaciones políticas, el MAS tenía una abrumadora mayoría con 137 asambleístas. La segunda mayoría estaba en manos de Poder Democrático y Social (Podemos) con 60 asambleístas -la oposición encabezada por Jorge Quiroga-, lo que les daba un estrecho margen para maniobrar e influir en la toma de decisiones. “El resto de las organizaciones políticas fue una verdadera minoría fragmentada sin homogeneidad ideológica, ni experiencia política y donde tampoco fructificaron relaciones de confianza”, explica en un artículo el investigador Franco Gamboa.

“Los resultados electorales del 2 de julio de 2006 determinaron un nuevo esquema de representación con la presencia de líderes provenientes de sectores excluidos, muchos jóvenes, un total de 88 mujeres y grupos de clase media. La inmensa mayoría no tenía un conocimiento parlamentario anterior y tampoco estuvo vinculada con responsabilidades de magnitud política nacional, razón por la que el aprendizaje fue lento y, en gran medida, traumático”, explica Gamboa.

Fue así como el MAS se hizo con la Presidencia, la primera Vicepresidencia y cuatro secretarías, pese al rechazo de los medios de comunicación y de toda la oposición. No obstante, “la bancada masista no fue un grupo uniforme, ni desde el punto de vista ideológico para mostrar una posición solamente indigenista, ni desde el criterio organizacional porque armonizar ideas y conductas disciplinadas en función del trabajo presentó problemas internos desde el inicio”, dice el investigador. Eso no evitó que presionaran para la aprobación de los asuntos por mayoría absoluta; aunque en principio la aprobación de la Constitución debía darse con el acuerdo de dos tercios. 

Para Gamboa, “al mismo tiempo, absolutamente todas las bancadas trabajaron con mucha dispersión durante casi ocho meses, inclusive la del MAS porque la directiva y los jefes de bancada desarrollaron un trabajo político reducido a 27 constituyentes que negociaron posiciones: 11 miembros de la directiva y 16 jefes de bancada. Incluso con esta lógica, las dos fuerzas que monopolizaron las negociaciones fueron el MAS y Podemos, de tal manera que los jefes de bancada de las organizaciones pequeñas veían el proceso como estrecho y contra sus intereses locales en diferentes circunscripciones pues, en el fondo, no podían acceder a un espacio de decisión democrático y productivo”.

Los conflictos se hicieron presentes desde el primer momento, lo que terminó atrasando su funcionamiento durante los primeros seis meses ante la imposibilidad de llegar a acuerdos en la adopción del reglamento de debates y debido a la declaración de la Asamblea Constituyente como “originaria”, lo que la hacía superior e independiente de todo poder establecido. Esto hizo reaccionar a la oposición, que se movilizó, hizo paros y huelgas. Al tiempo que Morales denunciaba una “conspiración”.

Después de que la Constituyente aprobara en diciembre de 2007 el proyecto de Constitución sin la participación de la oposición, se desató un caótico 2008 con cuatro de las nueve regiones del país reclamando autonomías departamentales, lo que generó violencia entre civiles y preocupación regional. Incluso se hizo una reunión del recién conformado Unasur en Chile, cuando la ex Presidenta Michelle Bachelet encabezaba la instancia. El ambiente de conflictividad tuvo que ser resuelto en el Congreso que el 21 de octubre de 2008 y después de revisar más de cien artículos del proyecto acordó realizar el referéndum constitucional el 25 de enero de 2009, en una sesión que duró 18 horas continuas -los opositores se instalaron en el Parlamento con frazadas para dormir y enseres personales, pues temían salir y luego no poder volver a entrar al hemiciclo rodeado por movimientos sociales partidarios del gobierno-. Ese día los opositores lograron suavizar temas como las autonomías, tierras, control social, libertad de expresión y otros fueron reformados para lograr el acuerdo. 

El partido oficialista tuvo que aceptar la reelección presidencial por un solo período (Morales debía dejar el gobierno, máximo en 2019), en lugar de los dos que había promovido en un primer momento. A pesar de esto, el Presidente boliviano volvió este año a presentarse a reelección. Tras su triunfo, el proceso y los resultados son cuestionados hasta el día de hoy.

Finalmente la nueva Constitución fue aprobada con 61,43% de los votos y promulgada por Morales el 7 de febrero de 2009 en un acto público. «En este día histórico proclamo promulgada la nueva constitución política del Estado boliviano, la vigencia del estado plurinacional unitario, social y, económicamente, el socialismo comunitario», dijo Morales luego de firmar la nueva Carta Magna.