Nosotros obedecemos la ley, no a los políticos, porque somos independientes, como deja claro la ley”. (Mario Draghi, ex presidente del BCE)

La designación de Mario Marcel como ministro de Hacienda no sólo lo convirtió en el primer banquero central en el mundo en saltar a la jefatura de las finanzas nacionales, sino que hizo que muchos chilenos recibieran su nombramiento con un respiro de alivio. La señal de responsabilidad y gradualidad que el presidente electo confería al mercado al colocar a un destacado y respetado economista a cargo de Teatinos 120 ha sido mayoritariamente destacada por la clase política y los agentes económicos. Junto con su aceptación, el futuro ministro dejó abierta la puerta a su sucesión en el instituto emisor.

Tanto la designación del sucesor de Marcel en la presidencia del Banco Central, como el nombramiento de un nuevo consejero, con acuerdo del Senado, concentrarán nuestra mirada en las próximas semanas. Las conversaciones y contactos entre el Ejecutivo y el Legislativo para sondear nombres y apoyos ya están seguramente en marcha. A diferencia de la designación del próximo presidente, que es resorte exclusivo del Presidente de la República, el consenso político en torno al nuevo consejero demandará intensas negociaciones en las postrimerías del actual gobierno. La señal detrás de la designación del nuevo consejero, probablemente de sensibilidad de centroizquierda por aplicación de los criterios de binominalidad aún vigentes, será determinante para la conservación de la autonomía e independencia del Banco Central.

Pero más importante será la designación de su próximo presidente. No hace falta ahondar en los méritos de Marcel -y de todos sus antecesores- para haber encabezado una de las instituciones más respetadas de nuestro país. Este reconocimiento no sólo proviene de una adecuada regulación constitucional y legal, sino que del buen criterio que ha acompañado todos los nombramientos, y más importante aún, en el correcto entendimiento que han tenido sus máximas autoridades en cuanto al rol que cumple esta entidad en nuestra institucionalidad económica y en la mesura y prudencia que han mostrado los consejeros en su desempeño público y privado.

Ha sido precisamente ese entendimiento y desempeño, sumados a su sólida capacidad técnica, las que han destacado a la economista, académica, investigadora y actual consejera, Rosanna Costa. Su paso previo por la Dirección de Presupuestos, su conocimiento del funcionamiento del aparato estatal y del legislativo, su plena conciencia sobre el rol institucional y su incuestionable modestia y bajo perfil, surgen de manera espontánea como sus principales atributos al momento de pensar en su nombre para encabezar al Banco Central en el actual contexto político, económico y social. Si a todo lo anterior, añadimos que se convertiría en la primera mujer en presidir el instituto emisor, hacen de Rosanna Costa una candidata no sólo adecuada para el cargo, sino que indispensable.

En momentos en que se discute la consagración y reconocimiento constitucional del Banco Central en la Convención Constituyente, su próximo presidente debe tener un compromiso a toda prueba con su autonomía e independencia. Desde que asumió como consejera en 2017, Costa ha dado plena garantía de ello. Así, Rosanna, la única, es la candidata ideal para suceder a Marcel en tan altas responsabilidades.

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