Al decir de varios autores, el año 2011 —protagonizado por el movimiento estudiantil— supuso un “cambio de ciclo” en Chile. ¿En qué consistió? En la ruptura de los consensos fundamentales que caracterizaron a la transición, liderada por la Concertación durante veinte años, y que se expresaron en la adhesión a un sistema de libre mercado, con un Estado a cargo de ayudar a los más necesitados. En cambio, a partir de ese momento, las elites políticas de izquierda y centroizquierda (de fuera y de dentro de la Concertación) comenzaron a cuestionar radicalmente el llamado, por ellas, “modelo neoliberal”.

 

Y justamente un año después de las movilizaciones estudiantiles de 2011, se fundó Evópoli, a partir de algunos colaboradores del primer gobierno de Sebastián Piñera, como Felipe Kast y Luciano Cruz-Coke, entre otros. ¿Cuál fue la respuesta de Evópoli al cambio de ciclo? Básicamente, sostener que el descontento/la desafección no guarda tanta relación con el sistema económico de libre mercado, que se basa en la cooperación social, como sí —más bien— con el Estado, históricamente capturado por sectores políticos de izquierda, a la manera de un botín de guerra. En este sentido, se concluyó que es el Estado el que ha dejado de preocuparse de los más necesitados, mientras que el mercado ha hecho su parte al generar crecimiento económico, empresarialidad y empleo, y una notoria disminución de la pobreza.

 

Pero además, y esto terminó constituyéndose en una cualidad distintiva de Evópoli, se afirmó que la libertad humana no se reduce sólo al plano económico, sino que se amplía a todos los campos de la vida humana. Por ejemplo, la Declaración de Principios de Evópoli (de diciembre de 2013, al cumplirse un año de su fundación) dispone que “toda forma de familia merece respeto y reconocimiento”. Y, como bien se sabe, Evópoli apoyó con fuerza la ley de identidad de género en favor de las personas trans.

 

Lo anterior da cuenta del doble sello de Evópoli, que puede identificarse en su símbolo, compuesto por dos alas. Personalmente, tiendo a pensar que el ala verde representa la libertad, que es el derecho de todos a buscar su propio destino. Y que el ala celeste da cuenta de su sello social, que implica empujar a quienes no pueden volar por sí mismos. Empujarlos, pero nunca reemplazarlos por el Estado, es importante subrayar.

 

De esta manera, el liberalismo integral es lo que caracteriza a la identidad de Evópoli en un triple sentido: a) defender la libertad económica por razones morales antes que meramente económicas; b) entender que la libertad no se reduce a lo económico, sino que se refiere a los proyectos de vida en un sentido amplio; y c) aspirar a un rol del Estado que impulse, pero no reemplace, a los más necesitados en el ejercicio de su libertad.

 

Dicha respuesta —aparentemente simple, pero difícil de aterrizar en la acción política concreta—, se constituye en un desafío tanto frente a la izquierda del “otro modelo” como frente a la derecha conservadora. La dificultad de Evópoli —y de su líder principal, Felipe Kast— será la de aprender a batallar en dos frentes. Si ha logrado enfrentar a la izquierda a través de un sueño de justicia, que ponga a los niños primero en la fila, quizás sea la hora de hacer lo propio con la extrema derecha, representada hoy por José Antonio Kast.

 

En pocas palabras, probablemente el nuevo desafío del proyecto histórico de Evópoli sea que su líder, Felipe Kast, sea capaz de “matar” a su tío, José Antonio. Quizás, en el momento presente, el giro del partido debería ir por hacer volar más alto el ala verde que la celeste, y entender así que la primera debe sostener y levantar a la segunda. La experiencia de los nuevos populismos de derecha, como el de Jair Bolsonaro en Brasil, así como el encumbramiento en las encuestas de José Antonio Kast, pareciera indicar que esa, básicamente, debería ser la respuesta de Evópoli en su sexto aniversario, que se celebra en este día. El tiempo dirá si sus dirigentes asumieron o no este nuevo desafío histórico, que la hora presente parece estar reclamando.

 

 

FOTO: RODRIGO SAENZ/AGENCIAUNO