Durante casi cuatro años escribí mi columna en esta tribuna todos los viernes. Doy las gracias a El Líbero por el espacio y a mis lectores por impulsarme cada semana a buscar momentos de la vida nacional que ameritaban ser analizados y a pensar en ellos desde varias ópticas.

Escribo ahora mi última columna, mientras me preparo para asumir una tarea desafiante a la que me ha convocado el Presidente Sebastián Piñera, como futura ministra de la Mujer y la Equidad de Género.

Es una responsabilidad especialmente sensible en un Chile que ha experimentado un cambio social y cultural enorme en las últimas décadas. Ninguna de las generaciones que hoy convive en nuestra sociedad ha quedado indiferente frente a esos cambios, los más jóvenes para impulsarlos con pasión, los mayores para asimilarlos y comprender que son irreversibles.

Desde el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género vamos a impulsar una hoja de ruta pensada a partir de esos cambios profundos, coherente con el sello social y de cercanía que el Presidente Piñera aspira a marcar en su próximo mandato, y que conjuga los principios sobre los cuales se funda el programa de gobierno: libertad y justicia, progreso y solidaridad.

De manera que a partir del 11 de marzo, el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género implementará políticas e impulsará reformas desde cuatro pilares que estimamos prioritarios.

El primero es la igualdad de derechos y obligaciones para hombres y mujeres, frente a una legislación que conserva resabios de discriminación (la condición de la mujer en la sociedad conyugal, por ejemplo). Una sociedad con niveles superiores de desarrollo humano debe resguardar que hombres y mujeres sean reconocidos como sujetos de iguales derechos y obligaciones (y eso hoy, objetivamente, no está del todo resuelto).

El segundo pilar será generar las condiciones que contribuyan a la autonomía de la mujer y, dentro de ese objetivo, a su autonomía económica. Aspiramos a que cada chilena tenga la posibilidad de definir su destino, en igualdad de derechos y oportunidades y desde una cultura de corresponsabilidad, para erradicar el reproche social que aún pesa exclusivamente sobre sus hombros, cuando decide trabajar o emprender y compatibilizarlo con la familia. Un dato que sorprende hoy, porque revela esa expresión de injusticia: de acuerdo a la Encuesta Bicentenario, el 55% de los chilenos cree que “un niño en edad preescolar sufrirá si su madre trabaja” y el 52% cree que “la familia se descuida si la mujer tiene un trabajo a tiempo completo”.

Creemos, además, que las mujeres que atraviesan por distintas situaciones de vulnerabilidad requieren de una preocupación especial: el abandono y soledad de la pobreza, la privación de libertad, la discapacidad, las dificultades de la inmigración, la carga enorme de las mujeres que cuidan solas y sin recursos a sus adultos mayores, entre otras. En Chile la mujer enfrenta condiciones de inequidad que es nuestra obligación ética revertir: hay un marcado sesgo de pobreza en los hogares encabezados por mujeres; el 76% de las chilenas carece de ingresos autónomos; aún no llegamos al 50% de participación laboral femenina (por debajo del 55% de Latinoamérica y del 61% de los países de la OCDE); y las trabajadoras perciben, en promedio, en torno a un 30% menos de salario que los hombres, con iguales tareas y responsabilidades.

Un tercer desafío será contribuir a una cultura de plena dignidad y de tolerancia cero a la violencia. El gobierno del Presidente Sebastián Piñera alentará todas las iniciativas, públicas y privadas, para erradicar los estereotipos que menoscaban a la mujer, y vamos a trabajar por un Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género protagonista de un combate firme y sin tregua a la violencia, en colaboración con todas las instancias responsables de prevenirla, perseguirla y sancionarla. Nuestra meta es prevenir la violencia, proteger a quienes se sienten amenazadas antes de que sea demasiado tarde, e impedir la impunidad de quienes atentan contra su integridad y su vida (42 mujeres fueron asesinadas por sus parejas o ex parejas el año pasado y dos en lo que va de 2018).

Vamos a impulsar, asimismo, el liderazgo femenino en todas las expresiones de la sociedad, la política, la economía, la ciencia y la tecnología, la cultura. Mantendremos la Iniciativa de Paridad de Género y profundizaremos la alianza público-privada para avanzar rápidamente hacia su incorporación en igualdad de condiciones en espacios de responsabilidad y alta dirección, pública y privada, en colaboración con la sociedad civil.

Uno de los mandatos del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, consagrado en su Ley Orgánica, es promover la protección de la maternidad, reconociendo la diversidad de las mujeres y sus diferentes opciones de vida. Vamos, por tanto, a trabajar, en coordinación con el Ministerio de Salud para fortalecer los programas de acompañamiento de embarazos vulnerables.

El Presidente Piñera ha pedido a su futuro gabinete que, junto con las tareas comprometidas ya a los chilenos, seamos también un gobierno dialogante, dispuesto a escuchar a la sociedad civil y a buscar acuerdos fecundos. Si frecuentemente la agenda de género es motivo de debates álgidos –a ratos cruzados de excesiva agresividad–, hay también un enorme espacio de convergencia para avanzar.

Una importante mayoría eligió al Presidente Sebastián Piñera para que en los próximos años concrete la gran oportunidad que tenemos, como país, de dar un salto significativo en igualdad de derechos, en progreso integral, en libertades y en calidad de vida. Desde el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, nos vamos a jugar para cumplir con esas aspiraciones, responsablemente, sin sectarismos, con respeto a las diferencias y con el espíritu de servicio, que el Presidente Piñera nos ha exigido como futuros ministros.

 

Isabel Plá, futura ministra de la Mujer y la Equidad de Género del Presidente Sebastián Piñera

 

 

FOTO: CRISTOBAL ESCOBAR/AGENCIAUNO

 

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