Pepe Mujica, ex presidente de Uruguay, en una entrevista a propósito de la Convención Constitucional de Chile, planteó su temor de que ésta se transformara en “una bolsa de gatos”. No sé a ciencia cierta qué quiso decir, pero imagino que la señal era que los convencionales dejasen de hacer declaraciones fuera del ámbito de su competencia y se dedicaran a redactar una Constitución, que es la labor para la cual se les había elegido y además para cual se les paga.

El mercado, que es el recipiente de las expectativas de consumidores y empresarios, es siempre un “estimador” eficiente y ecuánime sobre la realidad política y económica de los países. Los mercados bursátiles son no confesionales, pues sus flujos persiguen la rentabilidad efectiva y no la prometida; no son ni buenos ni malos, tan solo buscan rentabilizar la inversión.

¿Qué opina entonces el mercado de lo que está pasando en Chile desde que se supieron los resultados de los convencionales Constituyentes? La rentabilidad de las acciones chilenas en dólares, medidos con el indicador ECH que se transa en Wall Street, desde el 14 de mayo a la fecha muestra una caída de casi 15%. Bastante mal resultado y una muy cuestionada opinión sobre quienes conforman esta convención. A forma de comprobar que lo anterior no se deba a factores exógenos a la política interna, comparamos qué ha sucedido en las otras plazas bursátiles en el mismo periodo. Por ejemplo, el índice tecnológico de Estados Unidos, el NASDAQ, subió 12%, mientras el S&P 500 avanzó algo más de 5%. Brasil, un país de la región comparable a Chile, aumentó en el mismo lapso casi un 10%. La verdad es que el único país que tuvo un resultado peor al chileno es Perú, que experimenta una caída cercana a 18% como consecuencia de la elección de un marxista leninista como jefe de gobierno.

Pero echarle la culpa de los males chilenos a la constituyente me parece injusto, pues el problema se arrastra desde hace mucho tiempo. La falta de austeridad fiscal, el desdén de los políticos por el crecimiento económico, el creciente populismo de la clase política es algo que viene sucediendo desde hace por lo menos 10 años. En efecto, si usted hubiera invertido en el 2011 US$100 dólares en las bolsas de Estados Unidos, Perú, Brasil y Chile, tendría hoy US$320, US$90, US$75 y US$45, respectivamente. Sí, no entendió mal, en Estados Unidos su inversión se hubiera triplicado, mientras en Chile tendría menos de la mitad.

Muchos podrán decir, o pensar, que lo que pasa en la bolsa chilena les tiene sin cuidado, pues no tienen un peso invertido en ella.  De hecho, un conocido constituyente farandulero lo sostuvo en una entrevista. El asunto es que sí importa, pues el flujo de dinero sigue a aquellas economías prósperas que ofrecen garantías de estabilidad y retornos atractivos, lo cual es clave para el crecimiento económico, pues ello estimula la inversión, lo que se traduce en más y mejores empleos, lo que termina con consumidores gastando el fruto de su esfuerzo. Esto es lo que se conoce como circulo virtuoso. Ejemplos de círculos viciosos de decrecimiento económico hay en abundancia en la región, como Venezuela, Cuba y Argentina, donde la pobreza campea.

Sería prudente que nuestros políticos se detuvieran a reflexionar un momento y entendieran que, si a los inversionistas del mundo no les parecemos atractivos como para destinar parte de sus ahorros e invertirlos en nuestra economía, es porque estamos haciendo las cosas mal. Como sostuvo el asesinado presidente norteamericano Abraham Lincoln, “se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo”. A la clase política le queda poco tiempo, lamentablemente una parte muy importante de ella insiste en engañar a la gente. Sin embargo, los inversionistas tienen claro que la Constituyente tienen altas posibilidades de ser una bolsa de gatos.

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