En una columna publicada ayer en El Mercurio, John Müller denomina como las “72 horas críticas” a los tres días posteriores a la primera vuelta, y explica que en las señales que se dan entonces se juega, probablemente, parte sustancial de la decisión presidencial definitiva. Ambos coincidimos en que esas horas son esenciales, pero discrepamos en la potencia de las señales que ha dado esta semana cada uno de los candidatos que compiten por convertirse en el próximo Presidente de Chile.

Alejandro Guillier recibió los respaldos inmediatos de Ricardo Lagos, la Presidenta Bachelet y Marco Enríquez Ominami, esperados tratándose de un ex Presidente y líder histórico de la izquierda, de la actual Mandataria y jefa de la coalición, y de un candidato que compite por tercera vez y no quiere repetir el error de 2009, llamando tarde y de mala gana a sus electores a sumarse al abanderado oficialista. Son respaldos valiosos y políticamente coherentes, pero con una potencia electoral limitada cuando casi todos los candidatos al Congreso que respaldó el ex Presidente Lagos fueron derrotados el domingo pasado (Urrutia en Arica, Rossi en Iquique, Tarud en El Maule y Escalona en Aysén); cuando la Presidenta Bachelet encabeza el gobierno con peores resultados desde el retorno a la democracia; y cuando MEO acusó hace diez días a su nuevo abanderado de complicidad con el narcotráfico, de ser una vergüenza para la izquierda y de no tener ganas de ser Presidente.

La euforia que envolvió entre el lunes y el miércoles a la Nueva Mayoría no alcanza a ocultar los dos nudos clave que Alejandro Guillier no pudo ya desenredar en esas valiosas primeras 72 horas. El primero es la relación bipolar con el PC, cuyos dirigentes se levantaron el lunes aún como voceros titulares del candidato presidencial, y a la mañana siguiente fueron notificados de su exclusión por la prensa. La incorporación posterior de Camila Vallejo lo resuelve parcialmente, pero el moretón no se borra con la misma rapidez y muestra que, aun para un candidato de izquierda como Guillier, el PC sigue siendo una mochila come votos. En buenas cuentas, es la barrera que lo separa de un electorado moderado, que probablemente en primera vuelta estuvo con Carolina Goic, y que evalúa hoy no votar o hacerlo por Sebastián Piñera.

Pero el nudo más gravitante (y enredado) es el Frente Amplio, que además de contar con la votación de Beatriz Sánchez instala en el Congreso a 21 parlamentarios. En vez del respaldo que probablemente esperaba Guillier, en esas “72 horas críticas” el Frente Amplio le informó, primero, que sea cual sea el resultado en marzo se instalará en la oposición; y luego, que se tomará diez días para meditar la decisión, casi la mitad del tiempo que resta para la elección. Lo que sí hicieron sus máximos líderes —Jackson y Sharp— el mismo lunes fue sacudirse de la responsabilidad por una posible derrota y llamarlo a responder por el peor resultado de un abanderado presidencial de la centroizquierda desde 1989.

Para Sebastián Piñera, las 72 horas críticas fueron maratónicas. El mismo domingo recibió el respaldo de José Antonio Kast, quien recorre el país desde el martes junto a su equipo. El lunes se reunió con los diputados y senadores electos y amplió los equipos de su comando. El martes presentó a las incorporaciones de su comité político, encabezado por tres senadores que ostentan importantes mayorías, Felipe Kast, Francisco Chahuán y Juan Antonio Coloma. Y el miércoles instaló como voceros a 10 diputados sub 40 electos el domingo, entre ellos reconocidos deportistas. El plato de fondo y con el que cierra esas 72 horas mágicas ha sido el respaldo de Manuel José Ossandón, especialmente significativo para un electorado que reconoce en él una experiencia y sensibilidad social muy profunda.

Pienso que más que una cuestión de simple velocidad, los factores que han permitido que todo lo anterior se sellara en algunas horas son justamente aquellos que distinguen a Sebastián Piñera y a su coalición, de Alejando Guillier y la Nueva Mayoría: la convicción de que impulsan el mejor camino para el país, abrazar un mismo proyecto, sin excepciones; y contar con un respaldo electoral que el domingo convirtió a Chile Vamos en la primera fuerza parlamentaria.

Para ambos candidatos queda por delante una tarea titánica. A diferencia de lo que ha planteado mi amigo John Muller, creo que Sebastián Piñera demostró en esas 72 horas potencia política y capacidad de mover fronteras.

 

Isabel Plá, Fundación Avanza Chile

@isabelpla

 

 

FOTO: MARIO DAVILA AGENCIAUNO/AGENCIAUNO

 

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