Los primeros años de vida son fundamentales para el desarrollo de nuestros niños, según afirman los especialistas en educación, donde una intervención temprana y la calidad de ella en esta etapa permite corregir las grandes desigualdades que se originan desde la cuna y facilita que estos tengan un mejor desempeño en el futuro. La reforma educacional es quizás la promesa de campaña más importante del programa de gobierno de la Presidenta Bachelet. En este sentido, el Congreso Nacional aprobó el año pasado una reforma tributaria destinada a entregarle los recursos necesarios para llevar adelante esta importante iniciativa.

Sin embargo, la propia Mandataria reconoció que el gobierno no contará con los recursos previstos para llevar a cabo las reformas comprometidas en su programa, afirmando que deberá: «jerarquizar y darle mayor gradualidad a algunos aspectos de nuestros compromisos para poder concretarlos”. Incluso el senador Ricardo Lagos Weber manifestó: “(…) al plantearse muchas reformas, muy importantes y necesarias, simultáneamente, no hicimos el cálculo adecuado y ahora todos tenemos que apechugar”. Donde las altas expectativas generadas por las promesas de campaña contenidas en el programa de gobierno de Bachelet han generado críticas en la Nueva Mayoría ante la imposibilidad –al menos económica- de realizarlas, como por ejemplo la gratuidad universal de la educación.

Según la última encuesta CERC-MORI, el 52% de los chilenos señala que no está de acuerdo con el programa de Michelle Bachelet. Al mismo tiempo, el 47% de estos señala que la reforma educacional impulsada por el gobierno “no logrará mejorar la educación”, mientras que sólo el 35% cree que “sí logrará mejorar la educación”. El 40% de los chilenos señaló que pondría a sus hijos en un establecimiento “particular pagado”, un 34% en uno “subvencionado” y sólo un 23% en uno “municipal”.

Teniendo en cuenta que el gobierno, en el marco de la reforma educacional, ha decidido darle un impulso al fortalecimiento de la educación pública, aún están por verse los efectos negativos que en esta tenga la prolongación de casi dos meses del paro docente, finalizado hace pocos días. Esto último considerando que durante los últimos 10 años los colegios municipales perdieron 500 mil estudiantes, y que en un recuento de sólo 50 comunas de las 345 que componen el país al menos 1.590 niños -durante 40 días del paro de profesores-, ya habían migrado de colegios municipales a particulares subvencionados, como lo señaló la propia ministra de Educación, Adriana Delpiano.

El paro docente tuvo un doble costo político para el gobierno de Bachelet. En primer lugar la salida del ministro Nicolás Eyzaguirre de la cartera de Educación con plena reforma educacional en desarrollo, y su reubicación en la Segpres pese a su bajo desempeño. Y, en segundo lugar, generó una crisis al interior de los propios parlamentarios de gobierno, donde muchos de ellos se han mostrado contrarios al proyecto de Carrera Docente presentado por el gobierno debido a los posibles costos electorales que podría acarrearles. Esto último quedó en evidencia con el traspié que sufrió este proyecto en la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, producto de la abstención de tres parlamentarios de la Nueva Mayoría, en gran parte también a la falta de manejo político de la presidenta de la Comisión, la diputada Camila Vallejo (PC).

Por último, luego del fin del paro docente quedan aún por verse los daños que este generó en la “educación pública”, algo que Bachelet y su administración se ha propuesto fortalecer. Esto, teniendo en cuenta que, según cifras del propio Mineduc, se inscribieron 13.902 alumnos menos en las escuelas públicas en comparación al año 2014.

Hoy somos testigos de un gobierno paralizado fruto de una crisis política debido a las altas expectativas generadas por promesas de campaña irrealizables o al menos no financiables, que sumado a la elaboración e implementación de malas reformas, junto a los casos de corrupción que han salpicado a la administración bacheletista, le están pasando la cuenta.

 

Pablo Lira, Cientista Político.

 

 

FOTO:CRISTOBAL ESCOBAR/AGENCIAUNO

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