“Hace todo cuanto quiero… su fuerza humilla al cobarde y al guerrero… al natural destierra y hace propio al forastero”, así se refería el español Francisco de Quevedo al Poderoso Caballero, Don Dinero. Quizás sin la excesiva idolatría de Rico McPato, debemos aceptar que el dinero es parte fundamental de nuestra vida, permitiendo adquirir bienes como el aparato digital en el cual está leyendo esta columna o extravagancias como un viaje a la Luna de la mano de Elon Musk. Un poderoso caballero, que es difícil de comprender, y en esto los chilenos estamos al debe.

Esta semana se dieron a conocer los resultados de la Prueba PISA Educación Financiera, realizada a jóvenes de 15 años de edad, donde Chile se ubicó como el tercer peor país de los quince evaluados, solo superando a Brasil y Perú, y muy lejos de la media de la OCDE. Esto solo lleva a confirmar algo que ya sabíamos. En 2015, la ABIF realizó una encuesta donde solo el 6% de los chilenos logró identificar correctamente tres conceptos financieros básicos: rentabilidad, interés compuesto y diversificación. Por tanto, la falta de conocimiento financiero es clara.

Un mejor conocimiento financiero no asegura una mayor ganancia futura. La mejor prueba de esto es la quiebra del fondo de inversión LTCM en 1998, cuya junta directiva contaba con dos ganadores del Premio Nobel de Economía. Sin embargo, una correcta educación financiera si nos puede llevar a mejorar las decisiones de endeudamiento y de ahorro para la vejez.

Por ejemplo, nos llevaría a pensar dos veces antes de tomar muchos créditos de consumo. Quizás no ayude a comprender elementos tan complejos como los bitcoins, pero un mínimo de educación financiera es relevante para darse cuenta de que tomar un crédito a doce meses con tasa mensual de 2%, implica pagar en un año casi un 25% más del monto solicitado. No se está menospreciando al mercado crediticio, pero sí es importante remarcar la relevancia de tener un mínimo de conocimiento para no ahogarse en el pago de intereses.

Una mejor educación financiera ayudaría a ahorrar más para la vejez. Quizás así se pueda derribar el mito urbano de que economizar el 10% de los ingresos alcanza para financiar toda la vejez. También se aprenderá que es mejor diversificar y ahorrar por cuenta propia, con lo cual podrían solucionarse los problemas de falta de recursos luego de la jubilación.

La educación evoluciona de acuerdo a las necesidades de la sociedad. El rápido acceso a Wikipedia y la masificación de los celulares ha dejado obsoleto el “conocimiento enciclopédico” del pasado, que ha dado mayor espacio a la aplicación práctica. Del mismo modo, las finanzas han adquirido un grado de complejidad tal que ya no alcanzan a ser comprendidas con la intuición de antaño. Un poco de educación financiera puede ayudar a comprender a este poderoso caballero, para así evitar el sobreendeudamiento y también poder aumentar los ingresos posteriores a la jubilación.

 

Andrés Osorio, economista

 

 

FOTO: HANS SCOTT/AGENCIAUNO

 

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