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Desde el momento que el Presidente Piñera dio a conocer la configuración de su primer ministerio, los talking heads locales, las cabezas parlantes u opinólogos, han querido leer el futuro del gobierno —¡o incluso del país!— en la borra del café o en las hojas del té.

Los futuros posibles serían muchos, cómo no. Según leí alguna vez, “nada menos seguro ni más temible o más deseado que el futuro”. Lo cual explica la borra y las hojas, esta suerte de astrología política que los occidentales atribuimos a las culturas china, védica u otra que nos creemos suficientemente lejana o misteriosa como para depositar en ella nuestros deseos y temores.

Pues bien, ¿qué han visto los adivinos y las adivinas de nuestra provincia cuando escrutan el futuro del gobierno Piñera en los rostros y biografías de sus ministros/ministras, fotogénicos o no?

Según informan los medios de comunicación, unos han visto surgir de la borra la confrontación que desearían se produjese. El Presidente entrante llama a la guerra, viene arriba de la excavadora, se pintó el rostro con las Furias, se rodeó de los más duros, más neoliberales y más cavernarios. Las sombras de la reacción se ciernen sobre el próximo cuatrienio. Parece que recién ahora nos damos cuenta de que ganó la derecha. Y de que los ganadores no cantan loas a las reformas de Bachelet, ni han dejado de pensar que la educación es también un bien económico (¿hay alguien, en verdad, que sostenga seriamente lo contrario?); ni estiman posible, conveniente o justo extender a la gratuidad universitaria a todos mientras el país no asegura todavía siquiera una escolarización mínima a casi la mitad de sus infantes, niños, adolescentes y jóvenes?

Otros expertos de las disciplinas esotéricas anuncian —a partir de las hojas del té o la posición de los astros— los males que temen. El Presidente sólo iría a preocuparse de la economía, el desarrollo material, los mercados y el consumo. Se habría vestido con los ropajes del intercambio. Traería como su ídolo a Adam Smith, sin preocuparse de lo social. Incluso habría invocado a los espíritus animales para ponerlos a cargo del desarrollo humano. Shame on you!, creer que todo puede reducirse a mercancías, incluso la tierra, el trabajo y el dinero, esos bienes que el gran Karl Polanyi alguna vez denominó, misteriosamente, mercancías ficticias. En breve, podría ser que Chile vuelva a crecer (todas las condiciones externas parecen alinearse con los astros), pero lo hará sin rostro humano, sin comunidad, sin fraternidad, sin igualdad. Sobre el horizonte de la patria despunta, una vez más, el capitalismo salvaje y cruel.

Los terceros entre las tribus de futurólogos leen en el gobierno entrante una arriesgada mezcla, que incluso pudiera resultar exitosa, entre dureza y flexibilidad, pragmatismo e ideología, innovación y conservadurismo. El Presidente —más experimentado ahora que hace ocho años cuando llegó a suceder por primera vez a quien ahora reemplaza de nuevo— viene envuelto en el halo de la experiencia, una forma de carisma tradicional que se atribuye a quienes han criado canas y más saben por diablos que por viejos. Pudiera ser, entonces, que enfrentado a una oposición deshilachada y confusa, Piñera se imponga y mantenga el apoyo —entre protestatario y utilitario— que obtuvo en diciembre pasado. Que sin darnos cuenta la derecha suba al poder por ocho años en una sociedad que suponíamos estructuralmente de centroizquierda, de paso pulverizando al centro y obligando a dos izquierdas a competir entre sí por una franja decreciente del electorado.

En fin, lecturas de extremos y de moderados; del deseo, el temor o su mezcla en partes parecidas.

¿Qué ocurrirá, entonces, durante los próximos años? ¿Cómo se comportarán Piñera y su equipo? ¿Cuáles serán sus fortalezas y debilidades? ¿Dónde tropezará? ¿Contra qué muro se golpeará? ¿Cuánto de sus promesas se cumplirá? ¿Quiénes serán beneficiados y quiénes perjudicados? ¿Quiénes lo acompañarán hasta el final? ¿Y quiénes se hundirán al inicio de la travesía en las tormentosas aguas de la coyuntura? ¿Cuál será el comportamiento del PIB? ¿Avanzaremos en el IDH y recuperaremos lugares en el ranking del ahora famoso Doing Business del Banco Mundial?

 

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Dispuesto a hacer mi propia adivinación he recurrido al sapiencial, adivinatorio y oracular I-Ching y he consultado —ahora que regresamos o partimos de vacaciones— cuál es la lectura del hexagrama 18, por ser éste el año 18 del siglo XXI, en que viviremos bajo el cuidado del primer gabinete de la segunda administración Piñera.

He echado, pues, la suerte, y he aquí lo que aparece escrito en el hexagrama 18, llamado ‘蠱’ (ku), “El Trabajo en lo Echado a Perder”, según se lee en la útil Wikipedia. Otras variaciones del nombre, se nos informa, son «La Decadencia», «La Descomposición» y «La Restauración».

Su trigrama inferior es ☴ (巽 sun -el viento-) y su trigrama superior es ☶ (艮 ken -la montaña-). El Dictamen dice: “El Trabajo en lo Echado a Perder tiene elevado éxito. Es propicio atravesar las grandes aguas. Antes del punto inicial tres días, después del punto inicial tres días”.

A su turno, el comentario al hexagrama 18, que se encuentra en el Compendiu d’i-ching, en internet, dice lo siguiente. Invito a todos a leer el oráculo con la debida atención, especialmente a los propios afectados: Presidente Piñera y su equipo, en primer lugar; sus fuerzas de apoyo, en segundo lugar y, en tercer lugar, a sus opositores (en cuyo segmento razonable me cuento, sea dicho en pro de la transparencia y para evitar cualquier malentendido).

El tiempo de Ku se torna favorable…, tiene elevado éxito…, únicamente si uno se enfrenta a lo echado a perder que procede del pasado, o a aquello que empieza a echarse a perder ahora. Mejorar esto tiene buenas perspectivas, pero sin acobardarse ante la tarea y/o el peligro. Hay que moverse con energía. Es ventajoso seguir adelante con el plan, con el asunto, con la meta o propósito propuesto. Esto lo sugiere el cruzar las grandes aguas.

Y además, conviene meditar las causas (del desorden) tres días antes y tres después, para buscar la solución eficaz. De esta conveniente manera, reflexionando y examinando, se puede observar en qué se ha mejorado realmente, intentando evitar recaídas.

Si en el hexagrama 12, El Estancamiento, el tiempo respondía a causas del destino y del acontecer inexorable, en este hexagrama, en cambio, la corriente temporal describe momentos en los que la persona ha de enfrentarse a causas caóticas, o confusas, o de putrefacción, o a trabajos de mejora en algo, cuya causa es debida al comportamiento humano, propio o ajeno (que procede del padre y/o de la madre)”.

Aquí sin duda hay suficiente materia para reflexionar; más de la que nos entregan las cabezas parlantes, en cualquier caso, que no recurren a la sabiduría del I-Ching. En vez, prefieren la borra del café y las hojas del té para escrutar el futuro de la polis.

Al contrario, la lectura comprensiva del hexagrama 18 nos conduce directamente a una sociología del futuro. Nos sugiere que se debe pensar en términos de continuidad y enmienda, o rectificación, o reparación (las antípodas, por tanto, de la ruptura, la refundación y la discontinuidad). La ciencia política usa términos más modernos para referirse al mismo fenómeno; cual es, que los procesos políticos se mueven dependientes de la trayectoria (path dependence). Escriben líneas rectas con el sinuoso QWERTY. Quiere decir que los representantes del pueblo elegidos para conducir deben proceder con mesura y astucia a la vez. Deben examinar los efectos (el legado) y conocer las causas (las decisiones de autoridad), sin dejarse llevar por las pasiones ni por los miedos que, uno y otro, impiden cruzar las grandes aguas. Es una velada recomendación—entendemos nosotros—para equilibrar las fuerzas opuestas del pasado y el futuro, del legado que se recibe y el que se pretende dejar. Algo que, por ejemplo, el gobierno saliente no pudo o no quiso hacer.

Los comentarios más especializados a la segunda línea de este hexagrama («Rectificar lo Echado a Perder»), tanto aquellos clásicos como los más recientes, aportan ambos claves adicionales de interpretación. Véase algunos ejemplos extraídos del mismo Compendiu d’ i-ching antes citado.

  • James Legge (extraído de su libro I Ching). Así el simbolismo toma la forma de un hijo que está ocupándose del decaimiento reinante, que de alguna forma ha sido inducido por su madre. Pero un hijo debe ser muy amable en todas sus relaciones con la madre, y especialmente en un caso así, en que obligado por un sentido del deber, debe oponerse a ella. No creo que se pueda decir mucho más ni mejor al respecto. La interpretación histórica adoptada por el padre Regis y sus amigos, en la que el padre es el rey Wan, la madre, Thâi-sze y el hijo, el rey Wû, no puede mantenerse. He buscado en vano alguna confirmación china a esta versión, que además daría a Kû una significación de desgracias sufridas en lugar de problemas causados.
  • Richard Wilhelm (extraído de su libro I Ching, el libro de las mutaciones). Se trata de fallas que por debilidad han causado esta corrupción. De ahí́ el símbolo de lo echado a perder por la madre. En este caso, al buscar el equilibrio hace falta una cierta delicada consideración. No se debe proceder con excesiva dureza, que podría herir.
  • Ricardo Andreé (extraído de su libro I Ching, el Canon de las Mutaciones, el séptimo tiempo). Esta es la única línea donde se endosan a la madre las causas de los errores del pasado. Se debe actuar con cautela, con tino y suavidad cuando se trata de juzgar los hechos que involucran a la madre. Si el enmendamiento fuese severo y rígido, el error estaría en esta forma y no en los errores del pasado. Aquí se dice que las negligencias no fueron intencionales y que posiblemente muchos otros hechos compensan las carencias que se identifican en el presente. En términos generales, este tiempo hace un llamado a no ser tan drásticos en los juicios ni a exagerar el peso de los errores en cuestión. La madre, en términos interiores, es el alma, la psiquis. Aquí los errores son de índole emocional.
  • Stephen Karcher (extraído de su libro Señales de amor). Si queréis que vuestra relación sobreviva, tenéis que encarar la cuestión de la corrupción de la autoridad. Se trata de un problema con raíces en el pasado que os ha atrapado en el presente. Si sois capaces de solucionarlo, el camino se abrirá. Asumid la responsabilidad como si se tratara de un hijo o de una hija que quieren redimir a sus ancestros y están dispuestos a llegar hasta el final.
  • Bernard Ducourant (extraído de su libro abc del I Ching). No se deben tomar nunca decisiones apresuradas o bruscas. Es mejor dejar que maduren y esforzarse por mantenerse en un término medio.
  • Carlos Molinero (extraído de su libro IChing para todos). Al arreglar errores creados por debilidad, se necesita una delicada consideración.
  • Christopher Markert (extraído de su libro I Ching, la fórmula número uno para el éxito). En lugar de seguir modos fáciles y autoindulgentes de hacer las cosas, restablece sin brusquedades el equilibrio e introduce un nuevo orden.
  • Judica Cordiglia (extraído de su libro I Ching, el libro del oráculo chino). La situación es difícil: no es posible afrontarla con la decisión necesaria; por lo tanto, habrá que echar mano de la paciencia y la fuerza de persuasión, de manera tal que podamos aceptar los hechos o hacer que los demás los acepten del mejor modo posible. Sin duda, el hallarse en una situación como la que describe la segunda línea mutante es una experiencia fatigosa. No obstante, es muy importante para situaciones, relaciones y decisiones que requieren una capacidad de convicción, paciencia y aguante. Existen situaciones que nos envuelven y que anulan nuestras posibilidades de afrontarlas; será mejor entonces eludir el obstáculo y esperar a que lleguen tiempos más claros que nos permitan resolver el problema positivamente.

 

Hasta aquí mi lectura comentada de la contribución que el I-Ching puede hacer a nuestro debate sobre el futuro de gobierno (y el país) a partir de la conformación del nuevo gabinete de secretarios de Estado. De cierto modo, esta lectura parece más rica en potencial que el método de adivinación basado en la borra del café y las hojas de té. Da lugar a una suerte de mini-análisis FODA, que sirve —a la luz de la sabiduría oriental— simultáneamente para imaginar lo que vendrá y para sugerir motivaciones y orientaciones para la acción. Habla un lenguaje, por tanto, que nos acerca simbólicamente a la diosa Fortuna —de la cual, según Machiavelo, depende el 50% del éxito o el fracaso de los príncipes—, a condición de que éstos (mujeres u hombres de poder) sepan domesticar en sí mismos y su entorno la amenaza de hubris.

¿En qué consiste?

En un sesgo cognitivo que afecta la decisión de los altos ejecutivos bajo la forma de la arrogancia, sobreconfianza en uno mismo y su equipo, en una palabra, “desmesura”, que impide entender y aceptar los límites propios, de la situación y de la historia. Es una sobrestimación de los talentos, medios o recursos con que uno cuenta, que lleva a sostener que uno es capaz de hacer más en veinte días que el gobierno saliente en cuatro años, o de cambiar el paradigma de política pública mediante una ley. Como dicen Kahneman, Slovic y Tversky (1982), este sesgo genera malentendidos respecto al control de las cosas y una inverosímil esperanza que alimenta falsas expectativas.

¿Podrá el Príncipe y su equipo de ministros evitar la hubris, que tanto daño causó a la administración Bachelet, al punto de forzarla —por segunda vez en una década— a traspasar el mando del gobierno a su principal opositor? Y éste, ¿habrá aprendido a enmendar el camino, y corregir lo echado a perder, sin humillar a su antecesora ni reclamando un triunfo ideológico para el neoliberalismo frente a una izquierda que se quedó sin profecía ni profetas? ¿Podrá la relativa homogeneidad social de la cúpula gubernamental, y de su habitus cultural —unido al barrio, la universidad (católica), el colegio, la religión (católica), las trayectorias de éxito personal, etc.— percibir la enorme variedad de la sociedad chilena actual y de sus problemas, vivencias, anhelos y reclamos? ¿Habrá la resolución para fijar pocas prioridades de gobierno, sin equivocarse, y la necesaria sabiduría para llevarlas a cabo, sin impaciencia o exceso a confianza en los propios medios de una clase de gentes acostumbradas a triunfar? ¿Y acompañará Fortuna al gabinete o le tenderá una trampa que haga caer a algunos de sus miembros a poco estrenar sus nuevos cargos?

Quién sabe.

Pues, ¿qué sabemos nosotros —We few, we happy few, we band of brothers— con nuestra borra dispersa al fondo de la taza de café, con las frágiles hojas de té y con la antigua sabiduría del I-Ching?

 

José Joaquín Brunner, #ForoLíbero

 

 

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