Tengo un bisabuelo argentino, tomo mate, voy todos los años a las ferias ganaderas tradicionales, canto zambas, tengo muchos amigos del campo y encuentro que Argentina es un país maravilloso. Por eso, da mucha pena, pues lo que suceda en ese país, le afecta a Chile. Tenemos más de 5.000 kilómetros de frontera común, muchos chilenos viven en Argentina y también muchas empresas chilenas tienen inversiones en dicha nación.

Actualmente, un país que fuera uno de los más ricos del mundo, con un paisaje de ensueño y recursos naturales variados e inmensos, vive una crisis política, económica, social y moral de impredecible desenlace. Argentina es gobernado por un dúo que representa lo más mediocre que ese lindo pueblo podría producir. El presidente Alberto Fernández es un exponente genuino de la inoperancia, de los atajos, de la ignorancia y de la arrogancia. Su compañera de lucha, la vicepresidente Cristina Fernández, acosada por decenas de causas judiciales generadas bajo su mandato, intenta escapar con argucias variadas para no ser condenada. Van cayendo de a poco sus socios, como Lázaro Báez, condenado recientemente a 12 años de prisión por diversas causas de corrupción bajo los gobiernos de Cristina y antes de su marido Néstor. Su hijo Martín Báez fue condenado a 9 años de prisión. Sin embargo, hoy las noticias en Argentina se concentran en las causas de la muerte de Maradona, en el mafioso espectáculo de las vacunas suministradas anticipadamente a los amigos del poder, y últimamente, en el robo del anillo del recientemente fallecido Carlos Menem. En este caso, el anillo fue devuelto por familiares del enfermero ladrón. El tema Maradona es digno de una película, pues un buen jugador de fútbol, de comportamiento no ejemplar, fue transformado en un Dios por las multitudes. Los medios argentinos llevan 3 meses hablando de si Diego Armando murió naturalmente o si hay responsables de su muerte. Por el caso de las vacunas, ya salió de su cargo el Ministro de Salud, Ginés Gonzalez -antes Embajador en Chile- quién lideró el “vacunatorio VIP” con 70 favorecidos. En visita a México, el presidente Fernández solicitó a sus detractores que terminaran con “la payasada”. Según Fernández, el adelantarse en la fila de vacunación no es un delito, minimizando los hechos.

Hace pocas semanas Alberto Fernández visitó Chile, entrometiéndose en la política interna al reunirse con miembros de la izquierda opositora al gobernante de Chile. Adicionalmente, ratificó sus infinitas demandas por superficies marítimas chilenas, mientras el gobierno chileno le otorgaba apoyo a Argentina en sus reclamos sobre las islas Falkland-Malvinas.

En medio de este escenario, Argentina permanece agobiada por las deudas, no ha sido capaz de abastecerse de vacunas a tiempo y la pobreza se incrementa de manera vertiginosa. Mis amigos argentinos están horrorizados, de cómo su país pasa a liderar las estadísticas de corrupción, riesgo país, desigualdad y poca transparencia. Lo peor de todo, es que la oportunidad que tuvieron los argentinos bajo el gobierno de Mauricio Macri se esfumó, y nada bueno se percibe en el futuro político inmediato. Han transcurrido 72 años, desde que en la Casa Rosada se cantara la famosa marcha peronista, la que refiriéndose a Perón nos dice: “Por ese gran argentino que se supo conquistar a la gran masa del pueblo, combatiendo al capital. ¡Perón, Perón, que grande sos!”.

El tiempo pasa y aunque Dios es argentino y el Papa también, además de Messi, el futuro se presagia amargo. Alberto Fernández es parte del Grupo de Puebla, asociación de políticos de izquierda extrema y socios del foro de Sao Paulo. Son aquellos que creen que el progreso viene de las donaciones de otros, son amantes de la ONU, de la Cepal, y de todos aquellos burócratas que se pasan la vida pontificando un socialismo ineficaz y que no han logrado ser exitosos en algún país con sus propuestas. Hay estadísticas serias que indican que, a fines del siglo XIX, Argentina era uno de los 3 países con un PIB -producto interno bruto- per cápita más alto del mundo. Lamentablemente el raudo crecimiento del estado, la incorporación de “derechos sociales” y la “viveza criolla” han llevado a Argentina a una situación de desesperanza. Los políticos tienen raptado al país y los cientos de miles de funcionarios del estado, impiden que el sector privado se desarrolle en libertad, que los impuestos sean razonables y que las instituciones funcionen. Pero hay algo más grave aún, que tiene que ver con el ataque y la amenaza permanente de las autoridades a los productores agrícolas y ganaderos. Los impuestos de retención a las exportaciones impiden el desarrollo de la agricultura argentina, que tiene un potencial infinito. Razones ideológicas e históricos resentimientos ponen freno a hombres y mujeres de campo que quieren hacer patria de manera honesta.

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