Se aprobará en el Congreso la incorporación de escaños reservados para los pueblos originarios. Políticos, dirigentes, periodistas y “opinólogos” en general ya comprometen su concurso para decretar por ley que en Chile hay ciudadanos de primera y de segunda categoría.

La primera pregunta a responder es ¿quiénes pertenecen a los pueblos originarios? Curiosamente, los miembros de pueblos originarios aumentaron exponencialmente a partir de la ley indígena de Aylwin. Con requisitos discrecionales, se invitó a muchos a “transformarse” en originarios. En Chile somos todos chilenos, un habitante un voto. Esta pésima idea de los escaños reservados no resolverá ninguno de los problemas de la Araucanía.

Es bueno destacar que la mayoría de quienes se consideran mapuche viven en las grandes ciudades y no en el campo. De hecho, en la Región Metropolitana viven el doble de “mapuche” que en la Araucanía. Con los escaños reservados, el Congreso crecerá y otros grupos intentarán privilegios especiales. Nuestros parlamentarios han perdido todo pudor y lo peor de todo es que la centro derecha apoya estas propuestas claramente atentatorias contra la estabilidad futura de Chile. El cáncer del populismo es repugnante y políticamente transversal.

Lo mismo sucede con las comunidades indígenas, que han aumentado exponencialmente a partir de la ley indígena, la que no ha resuelto nada y ha generado más violencia en la Araucanía. Se flexibilizaron las exigencias para constituir una nueva comunidad, lo que ha generado mayor presión por tierras y beneficios del Estado, al cual muchos critican. Cuesta entender cómo los políticos se entregan sin vacilaciones a las presiones de grupos aislados que exigen cambios en su propio beneficio, sin analizar los efectos en la nación como un todo. El último censo indicó que en Chile un 12,8% “pertenecía” a pueblos originarios. ¿Cómo negarse a ser originario si los beneficios y subsidios son inmensos? Si sumamos los habitantes de pueblos originarios más los inmigrantes (la mayoría ilegales bajo Bachelet), llegamos a mas de un 20% de la población total en busca de beneficios y derechos que debe resolver el Estado. Si a esto le sumamos los cientos de miles de pensionados que se quedarán sin pensión por los retiros anticipados, no es difícil anticipar el colapso financiero que se generará a mediano plazo.

La Araucanía requiere de más inversión privada y más eficiencia del Estado en salud y en infraestructura, y ésta no llegará sin paz y sin estado de derecho. Es efectivo que hace 150 años la incorporación de territorios generó conflictos e injusticias. No obstante, se debe reconocer que también generó prosperidad, comunicaciones, educación e infraestructura. Imaginen si en Europa se iniciaran procesos similares por hechos acaecidos hace un siglo y medio. El desafío es enfrentar el futuro unidos como chilenos y no ignorando que la gran mayoría del pueblo mapuche es orgullosamente parte de Chile y está incorporado al desarrollo y a los beneficios de un Estado que efectivamente siempre podría ser mejor. Para que Chile crezca y los verdaderos descendientes de pueblos originarios prosperen se requiere de unidad y de confianzas mutuas, las que, en mi opinión, no se lograrán con esta idea separatista de los escaños reservados.

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