A 18 días de las elecciones presidenciales, hay señales claras de que en Chile ya circula una tercera variante Boric y, hasta cierto punto, es normal. Luego de la primera versión del joven candidato rebelde, precipitado e irresponsable que le propinó una dolorosa derrota en las primarias, la mutación de segunda vuelta, donde el diputado se mostró moderado, rodeado de un equipo popularmente seductor y con algo más de estatura política, le granjeó un triunfo que rompió varios récords históricos en participación y apoyo ciudadano. Una variante tremendamente contagiosa.
Ahora, tras ese 19 de diciembre, Gabriel Boric ha vuelto a cambiar hacia una edición tan o más contagiosa que la anterior, pero que tiene la posibilidad cierta de no alcanzar tanta profundidad en el impacto sobre la ciudadanía, quedándose sólo en algunos síntomas cosméticos.
Así, desde que es Presidente electo, la reacción jubilosa en las calles y la excitación en redes sociales se desatan con cada paso que el futuro mandatario da junto a sus más cercanos. Baste como ejemplo, hace un par de días, la encendida reacción generada por su visita al Portal Lyon para cortarse el pelo.
Por su lado, los estudios de opinión parecen confirmar – en parte – esta emoción colectiva. Cadem señala que un 63% de los chilenos tiene una imagen positiva o muy positiva del Presidente electo, mientras que un 55% considera que a su gobierno le va a ir bien o muy bien.
Pulso Ciudadano, en tanto, indica que para un 54% de la población la llegada de Boric a La Moneda le despierta sentimientos positivos, donde destacan la esperanza (44%), el optimismo (31,2%) y la ilusión (20,1%), aunque no deja de ser importante tener en cuenta que también figura la inseguridad (35,1%), el miedo (17,5%) e incluso la angustia (14,1%).
Lo cierto es que narrativamente esta nueva variante podría catalogarse como mesiánica. Y no es algo nuevo. Pasó con Michelle Bachelet el 2014, aunque no lo crea con Sebastián Piñera el 2018 y, por qué no traerlo a colación, con Barack Obama el 2008.
No tiene nada de malo contagiarse con este nuevo Boric, incluso se podría sostener que es hasta positivo para un clima país harto de “malas vibras”. Es además urgente desterrar la lógica aún presente en muchos de denostar, increpar y no reconocer a quién será el nuevo presidente de Chile, incluso inventando truculentas teorías de fraude en un sistema electoral globalmente conocido como confiable.
Criticar, por poner otro ejemplo, la irrupción del perro presidencial Brownie en redes sociales parece también reflejar excesiva sensibilidad de piel en algunos. En muchos países se tiene como costumbre y no es, como dicen algunos, una cortina de humo o un supuesto lavado de imagen. Ni Vicky, Pasha o King Timahoe terminaron por salvar a Nixon, ni la vaca Ofelia, la gata India o los perros Barney, Spotty y Mss. Beazlya le tendieron una mano al impopular Bush.
Además, parece que muchos no entienden que ningún medio de comunicación ha dejado de publicar sobre los ataques incendiarios en el sur o el preocupante aumento de casos de Covid en beneficio de darle espacio a la mascota de Boric. Eso es ver el mundo desde la lógica del timeline de una red social, tendencia que bien denunció hace años Byung-Chul Han.
La nueva variante Boric es contagiosa y está bien. Sin embargo, exige responsabilidad y prudencia de parte del propio Presidente electo, pues una masa de votantes histórica, el baño de multitudes, el rodearse de niños, el mirar románticamente el busto de Allende en La Moneda o el buen Brownie no serán suficientes si no se acompaña de acciones concretas y efectivas, con una comunicación clara y directa que establezca las prioridades en cada etapa del nuevo gobierno. Por ejemplo, la misma medición de Pulso Ciudadano refleja que para los chilenos las urgencias están en pensiones, delincuencia y salud, mientras que una nueva constitución recién aparece en el puesto 18. Ojo ahí.
No hay que perder el foco y poner una cuota de realidad a lo que viene. El mismo Boric, en su saludo navideño, indicó que se debe tener “mucho cuidado de no idealizar a nadie, partiendo por mi”.