Esta semana fuimos testigos del regreso de Evelyn Matthei a la arena política. Y volvió con fuerza, “fiel a su estilo”, dicen.

La verdad es que volver de un exilio autoimpuesto diciendo que “la principal falencia de Chile hoy es la Presidenta Bachelet” y mostrarse “impresionada de la incapacidad” de la Mandataria no parece ser la mejor manera. Al menos –insisto, al menos– por tres razones.

La primera, es que –no nos saquemos la suerte entre gitanos– cada paso que da un político de la estatura de quienes aquí se habla responde a una cierta estrategia. Y es lógico y bueno que así sea. Por lo mismo, alejarse tras la derrota electoral para hacer clases de matemáticas y aprovechar de “desintoxicarse” parece sensato en lo personal y correcto en lo estratégico-profesional. Pero volver “fiel a su estilo” es no lograr capitalizar lo que se buscó con ese alejamiento y terminar por cristalizar la imagen que ya se proyectaba. En definitiva, un año perdido como figura política, por reconfortante que haya sido en lo personal la experiencia.

El segundo motivo que hace cuestionable el tono de Matthei es que el ambiente en Chile ya está lo suficientemente convulsionado como para agregarle un grado más de temperatura. Mucho de lo “denunciado” por ella ya es un secreto a voces y así lo demuestran las encuestas y el que las últimas semanas el Ejecutivo haya gobernado al ritmo de la demoscopia. Los chilenos que no se autoexiliaron este 2014 ya intuyen que algo va mal. Así, lo único que se obtiene con las palabras de la ex senadora es una respuesta torpe y con ese dejo de soberbia al que Peñailillo, Elizalde o Andrade ya nos tienen acostumbrados y que, de paso, obliga a Matthei a volver a contestar con aún más fuerza… Un espiral de crispación del que no se beneficia nadie, pero todos salen perjudicados.

Si a lo anterior le sumamos la campaña #YoMeRebelo de la UDI –con ese video en el que parte de su directiva y legisladores arremeten contra el Gobierno sin proponer más que una pataleta vacía– flaco favor le hace el partido de Matthei al país, más aún cuando ese sector político busca hace meses reinventarse.

Por último, y quizás lo más relevante, es que las declaraciones de la ex ministra del Trabajo fomentan el que la Presidenta Bachelet abrace una de sus facetas que ha sabido administrar quirúrgicamente, al menos en su vida pública, los últimos 10 años: la victimización. Con una biografía que con la fuerza de los hechos y el peso de la historia le permiten hacerlo, Michelle Bachelet ha podido mostrarse violentada siempre que lo ha necesitado. Hace ya semanas que la Mandataria juega con la hipótesis de ser víctima de una “campaña del terror” de parte de algunos sectores. Verdad o no, las declaraciones de Matthei –cuya biografía e incontinencia verbal, precisamente, no la acompañan– no hacen más que favorecer a un Ejecutivo cuya especialidad es mostrarse amenazado por fuerzas propias de las más rebuscadas teorías de la conspiración.

En resumen, el tono en el regreso de Evelyn Matthei no es el que conviene ni en lo estratégico, ni en lo político, ni en lo electoral. Torpeza a la hora de transmitir un mensaje a la que, lamentablemente, la centro derecha ya nos tiene acostumbrados.

 

Alberto López-Hermida, Doctor en Comunicación Pública y Académico Universidad de los Andes.

 

 

FOTO: HANS SCOTT/AGENCIAUNO

Periodista. Director de la Escuela de Periodismo de la U. Finis Terrae

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