A propósito del discurso del Presidente el pasado 18 de octubre, creo interesante analizar algunos de los mensajes que incluyó en el texto, pues nos permite contrastarlos con la realidad de lo que pasó y de lo que viene hacia adelante.

Comienzo con el siguiente: “El estallido no fue una revolución anticapitalista y tampoco, como han querido instalar en los últimos días, fue una pura ola de delincuencia. Fue una expresión de dolores y fracturas de nuestra sociedad que la política, de la cual somos parte, no ha sabido interpretar ni dar respuestas.”

Aquí el Presidente se centra en decir que el 18-O habría sido una expresión de dolores y fracturas sociales, minimizando prácticamente todo lo demás. Pero desglosando dicho párrafo, surgen claramente los tres componentes de la revuelta octubrista: la política, la violencia y la marcha pacífica del 25-O, lo que conformó una asonada revolucionaria.

A diferencia de lo que dice el Presidente, lo del 18-O sí fue una revolución, que pretendía el derrocamiento del Presidente Sebastián Piñera, un cambio de sistema político y un cambio de modelo de desarrollo. 

Desde la política, el slogan “no son 30 pesos, son 30 años” fue el fiel reflejo de lo que el PC y el FA pretendían, que era eliminar todo vestigio de lo obrado en Chile desde el retorno de la democracia. Con ese propósito, Tellier, el 21 de octubre, pidió la renuncia del Presidente Piñera. Como eso no les resultó, presentaron dos acusaciones constitucionales contra él, las que a pesar de los votos favorables del FA y el PC, no lograron que el Senado lo destituyera. Primero la revolución y después la Constitución, Chávez dixit. ¿Acaso no fue eso lo que intentaron? 

Siguiendo con el análisis, el segundo componente del 18-O fue una ola de violencia extrema desatada por la primera línea, que se tomó las calles y se dedicó a destruir el metro, a saquear todo lo que encontrara a su paso, a incendiar iglesias, edificios, hoteles, culminando el 12 de noviembre con el día más violento del que se tenga recuerdo en el país. Y por cierto, la izquierda no condenó la violencia, limitándose a culpar al Gobierno y a Carabineros por violaciones de los DDHH.  

El tercer componente fue la marcha del 25-O, de una ciudadanía que quiso salir a expresar su descontento, por las causas más variadas. Una marcha pacífica, pero que tuvo un correlato muy complejo en cuanto opinión pública, pues el 65% manifestó estar de acuerdo con la violencia como método para conseguir cambios. Felizmente, eso se revirtió hoy.

¿Qué logró el 18-O? El acuerdo por la nueva Constitución del 15 de noviembre. Si bien no pudieron derrocar al gobierno, consiguieron la Convención, luego La Moneda y esperaban ganar la “madre de todas las batallas” que era el plebiscito, con lo cual lograrían el poder total y el triunfo de la revolución. Pero el sentido común de los chilenos lo impidió.

Siguiendo con el análisis del discurso, me detengo en otra de sus afirmaciones, que pareciera un detalle, pero contiene un profundo significado. Dice así: Insisto, una vez más, en Chile los problemas de la sociedad los enfrentamos con más democracia y no con menos”. 

Pero más democracia significa democracia directa, lo que menoscaba gravemente la institucionalidad; pero además, no olvidemos que en la Convención sí hubo “más democracia”, habiendo participado 980 mil personas aportando casi 3 millones de firmas para las iniciativas populares de norma. Pero todas aquellas que no eran afines a la izquierda, ¡fueron rechazadas! Atención entonces con dicha afirmación. 

Finalmente, el Presidente no reconoció su fracaso como líder de la campaña del Apruebo, ni tampoco asumió la derrota del 4-S. Optó por soslayar el proceso constitucional, focalizándose en mencionar como solución a los problemas nacionales, las reformas tributaria, de pensiones y las 40 horas. Pero de crecimiento, ni una palabra.

Pareciera entonces que el Presidente, presionado por el PC, pretende seguir adelante con su programa, como si el pueblo no le hubiera expresado abrumadoramente que no quiere los cambios radicales que se proponían imponer, de haber ganado el Apruebo. No olvidemos esa frase de Boric candidato: “Si Chile fue la cuna del neoliberalismo, también será su tumba”.

Para terminar: la orgía revolucionaria octubrista ha provocado un profundo retroceso en el país, y la opinión pública señala que estamos peor en delincuencia, violencia, trabajo, situación económica, pobreza, salud, educación, pensiones y desigualdad, con un 72% expresando emociones negativas. 

Los grandes responsables del retroceso son el PC y el FA, que intentaron derrocar al régimen democrático y hoy gobiernan. 

*Jaime Jankelevich es bioquímico y consultor.

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