Tomás Flores: Crecimiento y pobreza
El aporte del crecimiento económico en la derrota de la pobreza es innegable y debe ser la prioridad en la política económica y social. No hay bono estatal que pueda reemplazar el tener un buen trabajo.
La semana pasada, el Ministerio de Desarrollo Social entregó los primeros resultados de la encuesta Casen 2017, cuya muestra fue levantada entre el 2 de noviembre del año pasado y 4 de febrero del presente año. En esta medición se obtuvo información de 216 mil personas, teniendo así representación nacional.
Suponiendo que estamos ante un hogar de cuatro personas, la línea de pobreza fue estimada en $417 mil, estando el 8,6% de la población bajo dicha línea,es decir, en situación de pobreza. Si ese grupo familiar tiene un ingreso inferior a $278 mil, estamos ante una situación de indigencia que afecta al 2,3% de la población. El porcentaje de pobreza es de 8,6% y exhibe una reducción de 5,8 puntos con respecto a la Casen 2013, en donde el porcentaje alcanzo a 14,4%. Esta reducción permite analizar los efectos del segundo gobierno de la Presidente Bachelet y su agenda enfatizada en la redistribución. En el primer gobierno del Presidente Piñera, la reducción fue de 10,9 puntos, al reducirse la pobreza desde 25,3% en Casen 2009 a 14,4% en Casen 2013. La reducción de la pobreza en Piñera I fue cerca del doble de lo observado en Bachelet II y en ello existe una nueva evidencia del efecto que tiene sobre estas mediciones el crecimiento económico que entre 2010 y 2013 promedio fue de un 5,3%, mientras que entre 2014-2017 fue de solo 1,7%, con una fuerte caída de la inversión.
Esta robusta relación entre crecimiento económico y reducción de la pobreza ha sido ampliamente estudiada por la literatura y es así como el director del Centro de Políticas Públicas de la UC Ignacio Irarrázaval concluyó que en series largas de datos, cerca del 80% de la reducción de la pobreza se explica por la aceleración de la economía. El 20% restante podría ser explicado por políticas sociales u otros factores.
Hay que recordar que la tasa de desempleo del decil de ingreso más alto es muy inferior a la del decil más pobre; de hecho, en la Casen 2015, mientras la tasa de desempleo nacional era de 7,5%, en el decil más pobre era de 25,8% y en el decil más rico era de sólo 2,7%. De esta manera, al generar un millón de nuevos empleos, son los más pobres los que se ven más favorecidos con ello, ya que la situación de los más ricos no cambia significativamente. Así, ser rico es “pegajoso”, ya que si una familia se encuentra en el decil más rico es altamente probable que lo siga estando en la siguiente encuesta Casen. Los años de bajo crecimiento económico, 2014-2017, perjudicaron relativamente más a los pobres que a los ricos y de allí el empeoramiento de los indicadores de distribución del ingreso. En efecto, la movilidad entre estar en la clase media y caer bajo la línea de pobreza es sustancialmente alta, y de allí el temor que ante una enfermedad catastrófica o la pérdida del empleo se observe un empeoramiento de la situación familiar.
En conclusión, el aporte del crecimiento económico en la derrota de la pobreza es innegable y debe ser la prioridad en la política económica y social, ya que no hay bono estatal que pueda reemplazar el tener un buen trabajo.
FOTO: HANS SCOTT / AGENCIAUNO
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Investigador ANEPE. Académico Escuela de Gobierno U. Central. PhD U. Carlos IV, Praga, República Checa
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