Cumplidos seis meses de gobierno, el balance es francamente preocupante. No lo digo sólo porque la economía del país se haya retraído tan bruscamente, ni por los atentados terroristas que han estremecido a la población hasta causar un justificado temor en muchos chilenos. Estos hechos, siendo extremadamente graves, son consecuencia de un hecho anterior: la llegada al poder de un bloque dominado por la izquierda que persigue un cambio radical en la sociedad chilena. Quienes hoy gobiernan, o al menos quienes hoy mandan en la coalición gobernante, pretenden remover los cimientos de la sociedad y construir una nueva. Esta nueva sociedad tiene como máxima aspiración una irreal igualdad (imposible de alcanzar) y cuyo principal promotor sería un Estado cada vez más poderoso.

En la práctica se propone revertir todos los beneficios que ha entregado al país la economía social de mercado y borrar los 30 años más fecundos que ha tenido Chile durante toda su historia. En efecto, superada la crisis económica de los 80, Chile creció como nunca, la pobreza bajó notablemente, el empleo aumentó, la cobertura educacional se amplió hasta permitir que hoy más de un millón de jóvenes cursen educación superior, lo que antes estaba reservado para una muy reducida élite. Estamos a las puertas de convertirnos en un país desarrollado y millones de chilenos, en su vida diaria, se benefician del sistema de libre mercado que permitió todo lo anterior.

Lo paradojal es que dos terceras partes de este exitoso período se ha desarrollado bajo los gobiernos de la Concertación, la que exhibió con orgullo su obra y aceptó gustosa los elogios que le bridaban desde distintas partes del mundo. La Concertación dio un brusco giro conceptual durante el gobierno de Sebastián Piñera. Del Chile desarrollado y “jaguar de América”, Chile pasó a ser (en su imaginario) un Estado fallido que había que refundar. En lo institucional, se planteó la necesidad de una asamblea constituyente, y en lo económico-social se decretó la muerte del modelo “neoliberal” y el imperativo de reemplazarlo por otro, igualitario de corte socialista.

¿Qué motivó un viraje tan drástico de sus ideas? ¿Por qué renegaron de todo lo hecho?

En mi opinión este brusco viraje tiene dos explicaciones. La primera dice relación con el poder. La Concertación -ahora Nueva Mayoría- cuando perdió el gobierno sacó sus cuentas y concluyó que para recuperarlo había que quemar lo que antes había “idolatrado” y se plegó a las posturas más extremas. La segunda hay que encontrarla en el ideologismo exacerbado que predomina en la Nueva Mayoría, que desconfía de la libertad, de la capacidad de las personas y quiere reconstruir un Estado todopoderoso, que haga, a la fuerza, que todos los chilenos sean iguales, uniformes, una masa sin personalidad a la que unos pocos iluminados le dicen lo que tiene que hacer. Todo ello con la falsa expectativa de un Estado protector que sabe velar por el interés de las personas de mejor manera que las propias personas.

Si no entendemos lo anterior habrá muchas cosas que no entenderemos jamás.

Por ejemplo, ¿por qué, si el problema en la educación es la mala calidad de la misma, en especial de la educación pública, se parte por desmantelar la educación particular subvencionada?

La respuesta es simple, sólo hay que ver qué hay detrás de las consignas.

No al lucro significa no a la educación particular. No más profesores teniendo sus propios proyectos educativos y viviendo del fruto de su trabajo e inversión. Por ahora se salva la Iglesia y los filántropos, pero miles de sostenedores pasarían a ser empleados del Estado.

No al copago significa que no queremos que los padres se sientan responsables de la educación de los hijos. Se les prohíbe que contribuyan, por lo tanto se les impide que exijan para sus hijos la educación que ellos quieran darles. Sólo el Estado educa.

No a la selección. No queremos liceos de excelencia, no queremos proyectos educativos diversos, queremos la igualdad absoluta aunque haya que nivelar para abajo.

En síntesis, no a la libertad, no a la diversidad, no al mérito, no al emprendimiento, no a la libre iniciativa. ¿Qué buscan? Más poder y más Estado. Así de simple.

 

Jovino Novoa, Foro Líbero.

 

FOTO: SEBASTIÁN RODRÍGUEZ/AGENCIAUNO

Deja un comentario

Cancelar la respuesta