Hace ya varios años que se viene debatiendo no sólo en Chile, sino que en varios países del mundo, la conveniencia de retrasar algunos años la edad de jubilación, tanto de hombres como mujeres. De hecho, varios países de la OCDE están reformando sus sistemas de pensiones, tanto en lo referido a la edad de jubilación como al aumento de los aportes durante la vida laboral. En nuestro caso, 60 años para las mujeres y 65 para los hombres.

Entre los argumentos más escuchados están aquellos referidos a cómo se ha alargado la esperanza de vida de las personas en diferentes partes del mundo. En el caso concreto de Chile, hemos pasado de los 75,89 para las mujeres y 69,59 para los hombres en el período 1985-1990 a los actuales 82.20 y 76,12 respectivamente. En el resto del mundo, según un Informe de la OMS, está por ejemplo el caso de Japón, donde las mujeres tienen una esperanza de vida de 87 años y los hombres de 80. España, Suiza, Singapur e Italia presentan una expectativa de vida de las mujeres de 85 años. Por otra parte, en Islandia se encuentra la expectativa de vida más larga para los hombres, con 81 años de edad, resultando evidente que, para poder cubrir adecuadamente este período más largo post jubilación, se requiere juntar más recursos que los que se calcularon hace ya más de 25 años.

Adicionalmente a esto, y como consecuencia natural de lo anterior, unido a los avances de la medicina y las mejoras en las condiciones de vida de la población en general, se ha dado como resultado que esa visión que se tenía de las personas jubiladas como verdaderos ancianos que se sentaban en una mecedora a leer, tejer o contarles cuentos a los nietos, hoy ya ha quedado absolutamente obsoleta. Es así como ahora tenemos personas de más de 80 años escalando el Everest o corriendo maratones, al igual que muchos ejemplos de destacados hombres y mujeres públicos que están plenamente activos habiendo sobrepasado la edad de jubilación.

Ejemplos concretos tenemos en Chile con el ex Presidente Patricio Aylwin, que inició su mandato con 71 años y lo terminó con 75; el ex Presidente Ricardo Lagos, plenamente activo y muy escuchado en estos días por políticos de todos los sectores y en varios países, quien terminó su mandato en 2006 con 68 años de edad; el ex Presidente Eduardo Frei postuló a la reelección el año 2009 con 67 años. Por último, la actual Mandataria, Michelle Bachelet, cumplió 62 años. Sin olvidar los casos de destacados empresarios y otros personajes públicos, hombres y mujeres, que, habiendo cumplido hace ya algunos años la edad para jubilarse, siguen plenamente activos, siendo un gran aporte en los distintos ámbitos del quehacer nacional en que se desempeñan.

Esta realidad ha llevado a que un número cada vez más creciente de empresas esté contratando hombres y mujeres ya jubilados para desempeñar distintas actividades, y con excelentes resultados. Esto se aprecia especialmente en empresas del retail y bancos. En todos estos casos, la satisfacción con el desempeño de estas personas, por parte de clientes y empleadores, es altísima.

Por todo lo anterior, es evidente que este debate sobre la conveniencia o no de elevar la edad de jubilación y los montos de los aportes no puede ser considerada una discusión ideológica ni una oportunidad para sacar mezquinas cuentas políticas. Los hechos y la realidad son demasiado evidentes como para pasarlos por alto. Eso sí, hay un factor que en estos debates no ha sido considerado con la fuerza suficiente y que debiera ser un elemento indispensable en este análisis. Me refiero a la importancia cada día más creciente que tiene para una gran mayoría de las personas que han jubilado, el poder seguir estando plenamente activos. Los ejemplos abundan, más allá de los que ya he mencionado.

El trabajo es parte primordial en el desarrollo y crecimiento de todos nosotros y, por ende, no parece justo que por razones ideológicas y esencialmente demagógicas se coarte esta posibilidad de seguir sintiéndose útiles, activos y aportando a personas que están física y mentalmente vigentes y con una experiencia que sólo la dan los años. Como país, no podemos darnos el lujo de perder esta oportunidad.

 

Huberto Berg, Director de Berg Consultores y Consejero de Políticas Públicas Libertad y Desarrollo.

 

 

FOTO:JUAN GONZALEZ   /AGENCIAUNO

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