En diciembre del año pasado, cuando la segunda vuelta electoral ya había dado como ganadora y futura Presidenta de Chile a Michelle Bachelet, tuve la oportunidad de presenciar cómo un connotado dirigente de uno de los partidos de la Alianza se animaba a hacer la siguiente pregunta a Sebastián Piñera: “Presidente, ¿por qué decidió gobernar de espalda a los partidos de la Alianza?”. Sorprendido, el Presidente replicó que la afirmación no era correcta y agregó: «lo que ocurre es que a algunos dirigentes les habría gustado que un mayor número de militantes de sus partidos hubiese ocupado cargos públicos, pero mi responsabilidad como Presidente es encontrar a las mejores personas para cada cargo. Lamentablemente esas personas no necesariamente están en los partidos de la Alianza». No enteramente satisfecho con la respuesta, el dirigente político insistió: «Pero Presidente, ¿qué le costaba hacer un gesto a los partidos?”. Sebastián Piñera, con la agudeza que lo caracteriza, contestó: «a mí no me cuesta nada, pero a millones de chilenos sí. El Estado chileno administra cientos de proyectos y miles de millones de dólares al año. Al poner a personas poco idóneas para sus cargos, aumentamos la probabilidad de que dichos recursos, que pertenecen a todos los chilenos, sean mal utilizados”.
Peter H. Schuck publicó recientemente un libro titulado: «Por qué los gobiernos fracasan tan a menudo». El tema central del libro es que la mayor parte de los programas públicos no cumplen con los objetivos para los que fueron diseñados. El autor cita un estudio realizado por ex colaboradores de los gobiernos de Bill Clinton y George Bush en Estados Unidos. En él se señala lo siguiente: «basado en nuestros cálculos, menos de un 1% del gasto de gobierno muestra alguna evidencia de que la plata ha sido gastada adecuadamente»
Quienes son más optimistas respecto del rol del Estado y la eficacia de sus programas de gasto, contraargumentan señalando que en el sector privado también se malgasta plata en malos proyectos. Sin embargo, la falacia del argumento anterior es que mientras un mal producto sale rápidamente del mercado, un mal programa de gobierno tiende a permanecer en el tiempo. De manera que la plata se malgasta año tras año.
El margen de maniobra que tiene el gobierno de turno para rediseñar los programas de gasto de gobierno está limitado en gran medida por los padrinos políticos que tienen dichos programas. Cabe recordar que, por muy mal que se gaste la plata del Gobierno, ésta termina beneficiando a alguien, y ese alguien puede ser un grupo pequeño pero importante de adherentes de un parlamentario en particular. Este problema se hace aún más agudo en gobiernos de tan sólo cuatro años, como los que tenemos en Chile.
Todo lo dicho anteriormente nos lleva a concluir que quienes tienen el mandato y el privilegio de gobernar el país, deben procurar al menos nominar a las personas más idóneas posibles para administrar los recursos del Estado. En ese sentido, por lo que hemos conocido hasta ahora, lamentablemente la Presidenta Bachelet no tuvo el mismo cuidado que el ex Presidente Piñera. Lejos de elegir las mejores personas para cada cargo, la Presidenta pareciera haber dejado que los partidos eligieran por ella. De esta manera, importantes cargos de la administración pública, como la presidencia de Metro, terminaron siendo ocupados por personas políticamente bien conectadas, pero que no necesariamente son las más idóneas para el cargo.
Así las cosas, el renacimiento del cuoteo político ya comienza a mostrar sus perversas consecuencias. Las salidas de madre del embajador en Uruguay, los improperios vertidos contra un parlamentario por parte de un alto personero del Ministerio del Interior, el silencioso reemplazo del superintendente de AFP y las constantes fallas en el Metro que terminaron con la salida de su presidente, por nombrar sólo algunos casos, son todos síntomas de la misma enfermedad.
Mi padre solía decir que quien duerme con niños amanece mojado. Si la Presidenta no hace un importante esfuerzo por reforzar su equipo con personas realmente competentes, aplicando la sabiduría de mi padre, mi predicción es que este tipo de episodios se repetirá una y otra vez.
José Ramón Valente, Foro Líbero.
FOTO:RODRIGO SÁENZ/AGENCIAUNO