Hoy los cristianos celebramos con gozo el Domingo de Resurrección, el triunfo de la vida sobre la muerte, de la alegría sobre la tristeza y, muy especialmente, la llegada de la paz. Impresiona contemplar cómo las primeras palabras de Jesús resucitado a los hombres son “que la paz esté con ustedes”. La paz no solo es ausencia de guerra, es mucho más, es un estado de ánimo profundo del alma que anula tus angustias y preocupaciones, te da tranquilidad para vivir y convivir. Las sociedades integradas por personas de paz son mejores sociedades. Los seres humanos en paz son más felices y lo proyectan.

Sin embargo, no es fácil conservar la paz en nuestra sociedad hiperconectada, individualista, donde todo es urgente y se debe resolver inmediatamente, donde la violencia es la noticia de cada minuto, nos vamos envenenando y dejando cada vez menos espacio a la paz. Necesitamos, como personas y como sociedad, recuperar la paz. Es urgente encontrar los espacios de silencio y contemplación, salir del círculo vicioso que me impide la tranquilidad, reencontrarme con la Humanidad, valorar su enorme dignidad y volver a lo sencillo.

Nos encontramos como país en una situación compleja, con incrementos en sus niveles de violencia, de distintos tipos y esparciéndose como epidemia, en la Macrozona Sur, en los patios escolares, en nuestras calles y plazas, en nuestras instituciones y muchas veces en el interior de nuestras familias. La violencia nunca se puede justificar y todos los esfuerzos son pocos para erradicarla. Nuestra primera responsabilidad es no ser violentos, especialmente en nuestras relaciones personales, con lo que decimos y hacemos.

Nuestra sociedad está hace mucho tiempo necesitada de paz. Cuando vino el Papa Francisco a nuestro país hace ya cuatro años, el lema elegido por la comisión organizadora fue “Mi Paz Les Doy”. Cuánta razón había en esas palabras y cuán necesarias son en la actualidad. El Papa señala que “la lógica de la guerra se ha impuesto una vez más, porque ya no estamos acostumbrados a pensar con la lógica de la paz”. 

Quienes tenemos posiciones de responsabilidad en la dirección de empresas y/o de equipos de trabajo, conocemos la importancia de conseguir la armonía y lograr un buen clima laboral. Sabemos que, sin él, la persecución del propósito, la misión y visión se hacen cuesta arriba y muchas veces metas imposibles de conseguir. La paz es importante en las empresas, no solo para el desempeño y logro, sino fundamentalmente para propiciar colaboradores que florezcan y sean personas íntegras y felices.

Rogamos especialmente en estos días, por la paz en el mundo y en nuestro querido Chile, para que logremos desarrollar instancias de unión y tranquilidad, que nos veamos como iguales y compartamos los mismos desafíos para conseguir una sociedad más justa, próspera, solidaria y humana.

Que la paz esté con nosotros.

*Francisco Jiménez Ureta es presidente USEC, Unión Social de Empresarios Cristianos.

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