Son sabidos los problemas de sesgo que presenta la PSU en términos socioeconómicos, y aquel que afecta especialmente a los estudiantes egresados de liceos técnico-profesionales (cerca del 40% de los egresados de cuarto medio), quienes se someten a rendir un instrumento que incluye preguntas que no están en su currículum mínimo (ver Informe Pearson, 2013). Es por esto que corregir dichas limitaciones se vuelve urgente si queremos lograr que nuestro país cuente con una prueba capaz de detectar en nuestros estudiantes -de manera cabal y socialmente justa los conocimientos y aptitudes necesarios para el ingreso a la educación terciaria.

Esa discusión ya está instalada. Es necesario, también, avanzar en otra arista del tema; una arista que se vuelve más pertinente al poner la lupa en una carrera profesional clave para nuestro país: las pedagogías. ¿Es una prueba de conocimientos -ya sea la PSU u otra- suficiente para detectar en los jóvenes los talentos y aptitudes que necesita un docente?

Siendo nuestros profesores la pieza clave de un sistema educativo capaz de acortar las diferencias educativas desde el principio, esta pregunta se vuelve trascendental para nuestro futuro, especialmente cuando, como país, nos hemos puesto el desafío de reformar nuestra educación.

Una de las medidas fundamentales para avanzar en este camino es, sin duda, potenciar la formación inicial de nuestros futuros profesores, exigiendo una acreditación más rigurosa y mejores requisitos de selectividad para las carreras de Pedagogía. Para esto es necesario asegurar que los que elijan carreras de educación sean de alto desempeño académico y vocación, siguiendo la rigurosidad selectiva de universidades que admiten a sus futuros profesores dentro del 30% de mejor desempeño (como en Finlandia, Singapur, Corea del Norte, Hong Kong, entre otros). Pero, ¿cómo seleccionar en los programas de Pedagogía para recoger elementos mínimos necesarios para ser profesor?

Siguiendo modelos exitosos de formación docente, resulta fundamental seleccionar postulantes de educación que tengan ciertos conocimientos básicos relevantes para el aprendizaje disciplinar, pero, al mismo tiempo, es irrefutable la necesidad de detectar otros elementos claves para la docencia, como la vocación, motivación y otras habilidades relativas al quehacer docente.

Para lograrlo, es necesario dar alternativas de mecanismos de admisión y combinar algunos de ellos. Uno de estos instrumentos debe ser el ranking de notas de enseñanza media, que puede recoger elementos como la perseverancia y el esfuerzo, y -sobre todo- porque cuando va acompañado de cierta ponderación con la PSU, ha demostrado ser un buen predictor del rendimiento académico futuro. Por lo mismo, es parece importante dar espacio para la prueba nacional estandarizada de conocimientos -que actualmente es la PSU- pues, incluso con sus defectos, hoy es la herramienta de la que disponemos para medir este importante aspecto, y existe evidencia sobre su valor predictivo en el desempeño universitario y pedagógico cuando va acompañada de otros mecanismos de selección.

Pero hay también habilidades “blandas” difíciles de medir con mecanismos estandarizados, centrales en el quehacer del profesor: el manejo de grupo, la empatía, la oratoria, entre otros. ¿Cómo captar estos elementos para seleccionar a los estudiantes de Pedagogía?

Si bien algunos países utilizan mecanismos de selección basados en recoger dichas habilidades “blandas”, la evidencia es contradictoria sobre el valor predictivo de los tests psicológicos, las cartas de motivación y otros tipos de métodos alternativos de selección. Por lo mismo, considerando una base mínima de conocimientos y aptitudes como las señaladas, es necesario que las universidades en Chile experimenten con nuevos métodos de selección, para buscar nuevos mecanismos de admisión para quienes ejercerán la profesión más importante.

En esta línea, el proyecto de ley de carrera docente que actualmente se discute en el Senado será un gran aporte en la selectividad de los futuros profesores. Gracias a una indicación legislativa propuesta por Elige Educar, presentada y aprobada por los diputados de la Comisión de Educación de la Cámara, las universidades que impartan Pedagogía deberán seleccionar a sus postulantes en base a uno de los siguientes mecanismos:

  1. Ranking de notas igual o superior al 10%;
  2. Promedio PSU en lenguaje y matemáticas igual o superior a 500 puntos y ranking de notas superior al 30%;
  3. Promedio PSU en lenguaje y matemáticas igual o superior a 550 puntos;
  4. Haber sido seleccionado por un mecanismo alternativo de ingreso propuesto por la universidad que haya sido aprobado por el Consejo Nacional de Educación, y haber obtenido un promedio PSU en lenguaje y matemáticas igual o superior a 500 puntos; o
  5. Ingresar a la universidad a través del PACE (Programa de Acompañamiento y Acceso Efectivo), que es una especie de propedéutico pedagógico que apoya a estudiantes de alto rendimiento académico de establecimientos en contextos vulnerables.

Esta nueva política -que además irá acompañada de una acreditación más exigente para las pedagogías-, marcará un antes y un después en el sistema educativo, pues no sólo permitirá un mejor proceso de selección para los futuros profesores, sino que mejorará sustantivamente la calidad de la educación en Chile, al generar una mejor formación de profesores, quienes son los que más inciden dentro de los establecimientos en el proceso de aprendizaje de los niños, niñas y jóvenes.

 

Joaquín Walker, Subdirector Ejecutivo de Elige Educar.

 

FOTO: MARIBEL FORNEROD/AGENCIAUNO

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