El ministro de Educación y su equipo han planteado la conveniencia de mantener la priorización del currículum en la enseñanza escolar, argumentando que el actual plan curricular es excesivo y poco flexible. Encuentran que ahora sería un buen momento para acotarlo.

Al respecto, es importante considerar que desde que se dio inicio a esta priorización a causa de la pandemia, muchos alumnos en todos los niveles de estudio, pero significativamente en el primer ciclo básico, mantienen brechas pedagógicas importantes, en particular relativas a las competencias de lectoescritura. De prolongarse la disminución tanto de aprendizajes a lograr como de competencias a desarrollar, se seguirá afectando a muchos escolares.

Hoy no es tiempo de mantener la priorización curricular. En mi opinión, el desafío del ministro de Educación es lograr poner en práctica estrategias que posibiliten a los estudiantes superar las brechas de aprendizajes y competencias.

Una experiencia ilustrativa y que resultó un acierto es la que desarrollaron durante el severo confinamiento algunos establecimientos, en cuanto a dividir en grupos la cantidad de alumnos de los ciclos inicial y básico. De esta forma los docentes pudieron dirigirse a una cantidad abarcable de alumnos, atendiendo a su enseñanza telemática de mejor forma. 

En el contexto actual, se podría institucionalizar un esquema tutorial para el primer ciclo básico. Si los docentes de este ciclo contaran con un equipo de tutores que realizaran un asesoramiento académico a grupos pequeños, de máximo cuatro alumnos en cada grupo, ¿acaso los alumnos no avanzarían de mejor forma en los aprendizajes requeridos y también en las competencias exigibles? Medidas similares se podrían adoptar para los alumnos preadolescentes de los ciclos superiores de enseñanza básica, con un enfoque de acción tutorial en los ámbitos académicos y formativos. Y en cuanto a los alumnos desde primero a cuarto medio, ellos podrían recibir tutorías centralmente formativas.

Ahora bien, instalar un esquema en base a equipos de docentes tutores no solo apunta a superar los déficits que los alumnos tienen en los ámbitos de los contenidos y destrezas, sino que al mismo tiempo vendría a liberar a muchos docentes de una carga que les ha dificultado cumplir cabalmente con sus metas. Un modelo de enseñanza apoyado por tutorías permanentes renovaría una función central de la docencia que la burocracia ha ido mermando: la orientación y asesoría personal. En este sentido, conviene tener presente lo que José Luis González-Simancas afirma acerca de este tema. El académico español, investigador y autor de numerosas publicaciones relativas a los tópicos de la orientación, la acción tutorial y el asesoramiento personal, puntualiza acertadamente en una de sus investigaciones que: “la orientación y la docencia contribuyen desde sus perspectivas propias a la educación del todo personal, y no al cultivo de unas facetas que no se dan desconectadas ni inconexas, puesto que son tan sólo aspectos de la unitaria y única realidad de la persona. Así, ambos enfoques -el formativo y el instructivo- se funden en uno solo: el enfoque educativo”.  

Desde luego, estrategias como la planteada requerirían una importante inversión. No obstante, resulta inaceptable pensar que la circunstancia post pandemia no requiere de un fondo de inversión especial para abordar los efectos de las brechas de aprendizajes en contenidos y habilidades.

*Germán Gómez Veas es filósofo y educador.

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