Durante estas semanas los científicos han salido a defender a viva voz la situación de menoscabo en la que se encuentra la ciencia, ello a raíz de los ínfimos recursos asignados en el Presupuesto 2016 para ella. Chile destinará 0,4% del PIB a ciencia, tecnología e innovación, una cifra que está muy por debajo de los países de la OCDE, que invierten en promedio un 2,4% del PIB en este ítem.

No veo, al igual que mis colegas investigadores, interés de nuestras autoridades en revertir este escenario. Con desazón siento que este reclamo y discusión quedará nuevamente en el marco de una Ley de Presupuesto, ya que no se percibe interés alguno en generar una institucionalidad acorde a los requerimientos de la ciencia en el país.

Hace años se viene proyectando crear el Ministerio de Ciencia y Tecnología y cuyo objetivo es dar una necesaria institucionalidad a un tema que hoy está disperso en diversas reparticiones y cuya prioridad en ellas es nula.

La misma Presidenta de la República, Michelle Bachelet, anunció la creación de este Ministerio durante su discurso del 21 de mayo, sosteniendo que «necesitamos avanzar para hacer de la ciencia un verdadero pilar del crecimiento». Hasta el momento no ha habido señal alguna en ese sentido…. más aún, la única “señal” que tenemos ha sido la renuncia hace un tiempo del presidente del Conicyt -por, entre otras cosas, el no pago de sus remuneraciones por seis meses- y la mencionada irrisoria asignación presupuestaria para su desarrollo.

A lo anterior, se agregan otros componentes de incertidumbre. Hace unos meses, el Mineduc circuló un borrador sobre las bases de la reforma educacional. En él se pone en duda cuáles serán los criterios futuros de asignación de recursos para la investigación a nivel universitario.

Las universidades ya sean estatales o privadas, a través de la investigación, aportan bienes que son públicos, cuyo futuro no puede depender de políticas arbitrarias en cuanto a apoyo y financiamiento por parte del Estado. Todos sabemos que son las universidades los actores que impulsan y potencian las innovaciones que luego repercutirán en el desarrollo económico y social del país. Chile debe potenciar la investigación, necesitamos innovación para desarrollarnos y seguir creciendo. Tenemos la base que es la inversión realizada en capacitar capital humano, tanto en Chile como en el extranjero, a través de las becas otorgadas por Conicyt, pero esto no sirve si no existen políticas públicas que garanticen la inserción de estos profesionales y así asegurar el impacto esperado en el desarrollo de I+D y de transferencia tecnológica a nivel país.

No puede ser que las promesas que todos escuchamos algún día se las lleve el viento. Entendemos que hay un escenario restrictivo en lo económico para el próximo año, pero ¿merecía ser la ciencia la castigada? ¿Se están midiendo las consecuencias de esta falta de inversión y de una institucionalidad competente en el área?

Considero que como país es importante realizar los esfuerzos para generar los recursos necesarios que permitan desarrollar la ciencia más allá del actual escenario económico, no podemos adoptar una mirada cortoplacista que afecte a nuestras nuevas generaciones. No nos quedemos en una discusión presupuestaria. Hagamos de ésta una oportunidad para dejar de ser un país que exporta materias primas y se transforme en un polo de desarrollo tecnológico. Chile y su comunidad científica se lo merecen.

 

José Rodríguez Pérez, rector de la Universidad Andrés Bello y Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas 2014.

 

FOTO: MARIBEL FORNEROD/AGENCIAUNO

Deja un comentario