La pretensión de la Presidenta Bachelet
Desde el día uno Michelle Bachelet gobernó a partir de una verdad única, exclusiva y excluyente, cuyo símbolo fue la retroexcavadora. Todo lo realizado hasta el 11 de marzo de 2014 en Chile generaba desigualdad, según ella, todo lo que partía desde ese momento, venía a corregirlo. Con el tiempo, los malos resultados y el rechazo ciudadano a un mal gobierno, la obsesión de la Presidenta se focalizó en su propio salto a la historia, como autora de las “transformaciones” (en neurolengua bacheletista, sinónimo de sus reformas y de la retórica que las acompaña).
La Presidenta interpreta los resultados de la elección como el respaldo de los chilenos a esas “transformaciones” y a su gobierno. Dice que los electores optaron por los cambios y no por el retroceso y, a partir de esa interpretación se muestra contenta, reanimada y, desde luego, totalmente desplegada por el candidato que le compite a Sebastián Piñera.
Sucede que las matemáticas son porfiadamente realistas. El abanderado del gobierno de Bachelet era Alejandro Guillier, no Beatriz Sánchez. El senador obtuvo el 22% de los votos el 19 de noviembre y si sumamos lo obtenido por la otra abanderada del oficialismo, Carolina Goic, no alcanzan entre los dos el 30% de los sufragios. De manera que si la Presidenta de la República quiere arrogarse el resultado de primera vuelta, que lo haga con honestidad y admita que menos de un tercio de quienes fueron a votar lo hicieron por los candidatos que representaban la continuidad a su gobierno, y que otro tanto que votó por ella en 2013 se quedó en casa.
Una cosa es identificación política, otra la intervención
La Presidenta Bachelet y sus ministros dan respuestas confusas cuando se les reprocha la intervención escandalosa en la que están desplegados desde Arica a Magallanes, en favor del candidato oficialista. Un día ella dice que tiene derecho a defender su “legado” y al día siguiente se ampara en que no ha llamado a votar por nadie.
Una cosa es la identificación política, y ella como jefa de la Nueva Mayoría evidentemente se identifica con el candidato de esa coalición. Otra cosa es el abuso del aparato del Estado —cuyo financiamiento recae en los impuestos que pagamos todos los chilenos— para hacer campaña por esa preferencia.
Tampoco los chilenos somos ingenuos: recibir a Guillier al día siguiente a los comicios en La Moneda, pasearse con él en las inauguraciones, articular una campaña del miedo con los beneficiarios de programas sociales, y poner a su vocera a disparar todos los días desde Palacio contra el otro candidato, es más que suficiente para entender por quién están llamando a votar.
Quién es cambio y futuro; quién continuismo y retroceso
Tal vez la pregunta más importante para segunda vuelta es quién representa los cambios y es capaz de mejor manera de impulsarlos, para que Chile dé un salto en desarrollo integral, económico y humano. Aunque se irriten en La Moneda, es menester recordarlo: nos jugamos el progreso de los chilenos, deteriorado en los últimos años.
Hay dos visiones en disputa respecto del país, del camino por el cual debe avanzar. La nuestra es hacia un Chile justo que reemplace a los privilegios por las oportunidades, respetuoso de las libertades, que reconozca e impulse la autonomía de las personas, premie el mérito, contribuya a una cultura de solidaridad y respalde integralmente a los más desvalidos; que incentive la creación de riqueza, abra las puertas de la innovación; modernice la democracia, con reglas claras y estables en las siguientes décadas; aprecie la diversidad y genere una cultura de convivencia, sin complejos ni exclusiones, en la que confluya lo mejor de nuestras tradiciones con la modernidad.
Desde mi perspectiva, esos cambios los representa de mejor manera Sebastián Piñera, el candidato que obtuvo la primera mayoría en la elección del domingo 19, a catorce puntos del abanderado de la izquierda. Un resultado que, por razones que podemos imaginar, omiten las extrañas matemáticas de la Presidenta.
Isabel Plá, Fundación Avanza Chile
@isabelpla
FOTO: YVO SALINAS/AGENCIAUNO