Parece que a la DC le llegó finalmente la hora de definirse. Tiene que resolver si quiere seguir siendo parte del mismo lote de la ex Nueva Mayoría. Su participación en la coalición la dejó trasquilada en votos y número de parlamentarios y le generó una severa pérdida de identidad que obligó a destacados militantes a huir de la Falange.
Tiene que aclarar si le interesa reeditar el Acuerdo Político Programático para apoyar el gobierno de Michelle Bachelet, que es como definieron los partidos integrantes, en enero de 2014, lo que fue la Nueva Mayoría. Y si están dispuestos a abrazar de nuevo un programa, sin leerlo ni firmarlo, con tal de compartir los cargos de gobierno y sentirse parte de una amplia coalición de izquierda.
Los DC tienen que dirimir si en una alianza mayoritariamente de izquierda quieren repetir otros capítulos de desconsideración política, como fue el ninguneo al Ministro del Interior DC Jorge Burgos, y volver a hablar de “matices” para criticar reformas refundacionales mal hechas que no comparten, pero votan a favor, y continuar priorizando la desigualdad y la redistribución por sobre el crecimiento y la generación de riqueza.
La DC debe dirimir si les acomoda la nueva forma de hacer oposición, liderada por las fuerzas más ultras del Frente Amplio, a través del veto y la destitución de las más altas autoridades.
Tienen que descifrar si tienen capital social para repetir a futuro el desentendimiento con el PC que vivieron en la ex Nueva Mayoría, pero ahora, además, con el Frente Amplio, porque todo apunta que el PC y el PS se ven más llanos a avanzar en pactos electorales a la izquierda que a las posiciones de centro con que solía identificarse la DC.
Tienen que zanjar si abrazarán la nueva forma de hacer todos juntos oposición, escondiendo los temas que los dividen (como condenar las violaciones a los derechos humanos en Venezuela, Nicaragua o Cuba) y levantando sólo los que los aglutinan, como usar la agenda de los derechos humanos en contra del Gobierno.
Tienen que dirimir si les acomoda la nueva forma de hacer oposición, liderada por las fuerzas más ultras del Frente Amplio, a través del veto y la destitución de las más altas autoridades. Buscan cortarle la cabeza a la más alta autoridad del Ministerio Público, el Fiscal Nacional Jorge Abott. Y en paralelo, inhabilitar de la función pública a tres ministros de la Sala Penal de la Corte Suprema porque hicieron una interpretación en derecho que los parlamentarios quieren inhibir en lo sucesivo para que nunca más se otorgue libertad condicional a un militar condenado por delitos de lesa humanidad. Aunque van pocos meses de Gobierno, ya intentaron también destituir al Ministro de Salud y antes lo interpelaron en la Cámara.
El presidente de la DC, Fuad Chahín, volvió a desafiar al PC esta semana junto al titular del Partido Radical, Carlos Maldonado, señalando que sólo los que estuvieron por el plebiscito de 1988 debían convocar a celebrar los 30 años del triunfo del no.
Y suma y sigue. Al ex Ministro de Cultura, acusándolo de “negacionista”, lo vetaron para asistir a las comisiones en el Congreso donde la ex Nueva Mayoría tiene los votos. Y acusaron en la Contraloría un conflicto de interés de la Ministra del Medio Ambiente porque el marido fue socio de un presidente de una compañía instalada en Quinteros que podría haberse visto beneficiada con su juicio negativo sobre Enap, como emisor de contaminantes tóxicos. Lo último, un diputado socialista busca prohibir el ingreso a la comisión de economía de la Cámara de una asesora del Ministro Valente porque le molestó un juicio crítico sobre el trabajo parlamentario que ella emitió en Icare.
En fin, el presidente de la DC, Fuad Chahín, volvió a desafiar al PC esta semana junto al titular del Partido Radical, Carlos Maldonado, señalando que sólo los que estuvieron por el plebiscito de 1988 debían convocar a celebrar los 30 años del triunfo del no. El PC les advirtió que no se ganó sólo “con lápiz y papel”, sino que la lucha armada aportó su parte para generar las condiciones para llegar al plebiscito. Y el presidente del PC, Guillermo Teillier, le respondió a Chahín que “al PC tampoco le interesa tantísimo estar en una coalición con la DC”, pensando más bien en acuerdos programáticos y electorales a los que también debiera sumarse el Frente Amplio, precisó.
De eso se trata, justamente. Que la DC tiene que ponderar si le conviene repetir un acuerdo político programático con el PC y el Frente Amplio o debe empezar a mirar hacia el centro para recuperar su identidad y recuperar las fuerzas perdidas. Eso, a su vez, resolverá qué tipo de oposición será y si seguirá en la trinchera del veto, la destitución y el rechazo a legislar o se alzará con propuestas propias para el bien común de todos los chilenos.
FOTO: HANS SCOTT / AGENCIAUNO