Dolor de muelas sintieron algunos personeros de la ex Nueva Mayoría y el Frente Amplio al ver a los seis presidentes de países de América del Sur formalizar la partida de Prosur junto a otras cuatro naciones observadoras. Aunque Unasur está muerto hace años -hace cinco que no se reunían sus jefes de Estado- parte de la oposición ha combatido esta instancia, no por sus fines de integración con proyectos concretos y promoción de la democracia, sino que por el protagonismo que ha tenido en su creación Sebastián Piñera. Han disfrazado la crítica bajo un cariz de “sesgo ideológico” de derecha, haciendo comparable el nuevo foro con la creación anterior de Hugo Chávez y Lula da Silva para promover los llamados socialismos del siglo XXI que terminaron en un fracaso.

La crítica es curiosa, porque el Presidente de Ecuador Lenín Moreno, que es socialista, dio por muerto Unasur, denunciando su uso ideológico y partidista por la izquierda y se convirtió en un promotor del nuevo ente de integración. La única condición de acceso y permanencia que pone Prosur es la vigencia absoluta de la democracia, lo cual puede molestar a países que con persecución política y ahogo de la libertad de prensa -como Nicaragua, Cuba y Venezuela- no dan el ancho.

Más sorprendente aún fue la actitud del presidente del Senado, al que los chilenos le pagamos un sueldo para que represente esa instancia y en esa condición fue invitado al almuerzo en honor a Jair Bolsonaro en La Moneda, al que se negó a asistir. Disfrazó el boicot con argumentos protocolares (que él no estaba obligado porque era una visita oficial, no una de Estado) y lo fundó en que las opiniones de Bolsonaro antes de asumir lo convierten en un mandatario no democrático. Llegó a decir en la televisión que el mandatario de la nación que concentra casi el 30 por ciento de toda la inversión chilena en el mundo no era bienvenido.

El nuevo presidente de la Cámara, el diputado Iván Flores, lo siguió en esta errónea decisión, demostrando la debilidad con que asumió luego de no lograr la mayoría absoluta en la primera elección de la mesa esta semana. Diez parlamentarios de izquierda sólo votaron por él en segunda vuelta como una advertencia, convirtiendo al Frente Amplio en el eje decisorio de las fuerzas opositoras.

Todas estas actitudes de sumergir en la guerra local la política internacional no son más que escaramuzas para dañar al gobierno y, curiosamente, provienen de los mismos que han hecho la propia acusación al gobierno. Porque está bien claro que Prosur no merece el listado de críticas que le hace la izquierda y tampoco el rosario de objeciones que motivó la invitación al Presidente brasilero a esta cumbre americana. De repente nuestra oposición se puso tan purista que pasó a considerar que las declaraciones anteriores a ser Jefe de Estado de Bolsonaro lo convierten en un antidemócrata al que no se puede invitar al país. Nada de esto se les ocurrió cuando Michelle Bachelet corrió a reunirse con Fidel Castro en su primer gobierno, y tampoco cuando en su segundo período, a semanas de dejar La Moneda, ideó otro viaje oficial a La Habana que no tenía ninguna justificación desde el punto de vista de los intereses de Chile. La oposición se ha puesto en una posición incómoda porque uno esperaría coherencia y la repetición del mismo boicot cuando visiten Chile mandatarios como el de China.

Otro ejemplo para golpear a La Moneda son las acusaciones del presidente del PPD Heraldo Muñoz; dijo que el gobierno no había hecho la pega para lograr que el Parlamento apruebe el Tratado Transpacífico (TTP), acuerdo de libre comercio suscrito por la entonces Presidenta Bachelet. Lo que omitió el ex Canciller es que, aunque él negoció el tratado, no ha logrado alinear ni siquiera a los diputados de su partido, que anunciaron que lo rechazarán.

Es cierto que el gobierno le ha dado golpes a la izquierda con temas que parecen muy sintonizados con las encuestas y muy reñidos con el sentir de la oposición. Primero fue el “Aula Segura”, luego la “Admision Justa” y, ahora, el control de identidad a los mayores de 14 años para enfrentar la participación de jóvenes en delitos. Resulta difícil creer que a punta de golpes Sebastián Piñera obtendrá de la izquierda los votos que al mismo tiempo les está requiriendo para que tan sólo se puedan discutir en el Congreso sus proyectos para enmendar la reformar tributaria, la legislación laboral y mejorar las pensiones.

El costo de que la oposición le corte el paso a la discusión parlamentaria de estas iniciativas puede que ella lo pague inicialmente. Pero si eso llega ocurrir, será finalmente este gobierno el que caerá en la irrelevancia en materia de sus reformas comprometidas más importantes. Lo que sí debiera tener claro la oposición es que por el camino que va, de escaramuza en escaramuza, no va…

FOTO: SEBASTIAN BELTRANGAETE/AGENCIAUNO