Escribo estas líneas en un día de abril en Portugal, y cuando el mundo parece haberse detenido: la inmensa mayoría de sus habitantes enclaustrados y sus calles y parques desiertos.

Este maravilloso país se está acostumbrando a ser destacado por la prensa internacional (y, ciertamente, la nacional). El Der Spiegel de Alemania habla del “milagro portugués”, mientras el ABC de España titula “Portugal Sorprende a Europa” y Le Temps de Francia, “Le Portugal exception latine”.

Portugal es un país que sufrió la crisis del 2008 con fuerza y viene saliendo, no sin problemas, superando de a poco los momentos difíciles. Lo que ocurra en este país post pandemia covid-19 afectará a la sociedad completa, sin distinciones, y abarcará a sus 10 millones de habitantes, igual como sucederá en Chile y en el resto del planeta.

¿Qué pasa con este Portugal?, me preguntan reiteradamente desde Chile. Importantes países de Europa están siendo devastados por esta pandemia, y todos tan cerca, como la querida España, sufriendo horrores. Lo que pasa es de una simpleza enorme y la denomino LA GOBERNANZA. Sí, las fuerzas políticas, los trabajadores, los empresarios, los medios de comunicación y la sociedad portuguesa se han abocado a trabajar conjuntamente para enfrentar y detener esta amenaza, la cual en las actuales circunstancias representa el mayor desafío en siglos de historia portuguesa.

Teniendo los primeros casos confirmados en territorio lusitano, el Gobierno comenzó a avizorar el problema sin dobles miradas y con la convicción de que había que enfrentarlo en conjunto y no a “medias tintas”, es decir, cooperación sin tratativas de por medio. Los líderes de opinión, sin doble agenda, sin pensar en ellos. Los medios de comunicación, sin buscar el rating a través de la crítica permanente y reiterada, ni la lágrima al sobreexplotar el drama que viven las comunidades del mundo.

De este modo, fue notable el permanente diálogo entre el Presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, y el Primer Ministro, Antonio Costa, líderes de sus respectivos sectores políticos y que, incluso, con apoyos rotundos en la Asamblea de la República (parlamento) que aprobó la declaración de Estado de Emergencia y todo lo propuesto por la mesa de expertos, mostraron una verdadera fortaleza política para desafiar el momentum actual.

En un discurso notable -que ha sido difundido en el mundo a través de las redes sociales y que motivó al Presidente del Gobierno Español (de distinto color politico) a rendirle tributo por su valor republicano y profundamente democrático-, el jefe de la oposición proclamó que “en este combate, el gobierno de Portugal es uno al que todos debemos ayudar y nuestro partido de oposición, pasa a ser de colaboración”.

Asimismo y como en toda crisis, los medios de comunicación (escritos y digitales) son un factor relevante a la hora de informar. Están conscientes que nadie tiene la experiencia para debatir y dar opiniones periodísticas que no hacen otra cosa que des-informar, y darse el gustito de atacar al gobierno de turno. En Portugal, estos medios han cumplido un rol importante, con criterio profesional y anclándose como un factor positivo para enfrentar la peor pandemia del siglo. Cada día, ya sea on line, en la TV o incluso en la radio, se transmite información necesaria para mantener a la población sin miedos, calmada, sin titulares destemplados y, sobre todo, siempre destacando la fuente, para subrayar la credibilidad de sus mensajes. No existe el periodista “animador” experto en destacar las desgracias y que con facilidad enorme son los reyes de pedir y exigir, sin tener idea alguna de cómo solucionar.

Concluyo con resaltar lo más importante: la población portuguesa, el portugués de calle… a quienes la pandemia ha afectado en todo su espectro, paralizando su vida y cambiando sus hábitos. Ven una sola autoridad, se informan por una prensa libre informativa y templada y actúa, con disciplina y obediencia, cumpliendo lo que la autoridad solicita, quedándose en sus casas con cuarentena “pedagógica”, donde la policía pregunta el porqué esta en la calle, y orienta y pide volver a sus casas. Con calles  desiertas, templos clausurados, actividades suspendidas, sólo se mantienen trabajando lo básico para mantener al país andando y preparándose para la post crisis.

La llamada “gobernanza portuguesa”, todos unidos, sin imposiciones y basada en la confianza, está dando una muestra al mundo de cómo un país pequeño pero de una historia riquísima ha podido salir adelante y se prepara para lo que viene, que será de un desafío más grande que lo vivido.