Paula Schmidt: Mujeres vs. Pandemia vs. Mujeres
Previo al Covid, las mujeres ya experimentaban un distanciamiento social que las ha obligado a apartarse del mundo laboral.
La pandemia tiene rostro femenino y los hechos lo confirman, ya que las mujeres han sobresalido en muchos de sus frentes, tanto en lo económico, lo político y, por supuesto, en el ámbito sanitario. Sin embargo, así como la mujer está inserta en el espacio público, también sigue siendo la máxima ejecutora de lo privado; una responsabilidad que permanece tras bambalinas en pleno siglo XXI y que aún se asigna exclusivamente a una mujer. Previo al Covid, las mujeres ya experimentaban un distanciamiento social que las ha obligado a apartarse del mundo laboral. Es lo que la OCDE define sin preámbulos ni edulcorantes como el tiempo de rutina dedicado a las compras básicas, el cuidado de los hijos, de familiares de la tercera edad, de la mantención del hogar, etc., por lo que no es de extrañar que, debido a la desaceleración de nuestra economía, el 30% de las 4,5 millones de trabajadoras inactivas esté dedicada al cuidado de sus familiares; solo una de las tantas labores domésticas que recaen principalmente sobre mujeres y que el New York Times llevó a cifras en marzo de este año, dando a conocer lo que equivaldría al trabajo no remunerado de las norteamericanas en base al sueldo mínimo. Ni más ni menos que 11 trillones de dólares. Un número sideral que sobrepasa el conjunto de utilidades de las 50 empresas más grandes del mundo, pero, más que nada, un potente recordatorio que las mujeres simplemente no tenemos precio.
No obstante, quienes parecieran tener claro el valor de sus mujeres son los hombres de Islandia. En parte, por la huelga del 90% de su población femenina que paralizó al país en 1975; pero también porque la sociedad islandesa ha podido comprobar que las políticas inclusivas y el cierre de brechas entre hombres y mujeres significa desarrollo, estabilidad social y altos índices de calidad de vida.
Por otra parte, no ha pasado inadvertido que líderes políticas femeninas han sobresalido durante la pandemia por una gestión eficiente, pero también porque, en medio de la incertidumbre, han elevado sus niveles de confianza y aprobación. Por supuesto que la Primer Ministro de Islandia Katrín Jakobsdóttir está entre las distinguidas junto a Angela Merkel, Jacinta Ardern de Nueva Zelanda y Tsai-Ing-wen de Taiwán. Se las admira por sus reacciones rápidas, seguir las recomendaciones de los expertos, basarse en hechos y reconocer que el cargo no las convierte en omnipotentes.
De esto me surgen dos lecturas. La primera es que todas provienen de sociedades que ofrecen igualdad de condiciones para que ellas no sean la excepción a la regla, sino más bien un ejemplo más de mujeres que han podido desarrollar al máximo sus talentos. Y segundo, que muchas de las cualidades por las que reciben elogios provienen de la práctica que se adquiere al administrar un hogar.
Es así como la pandemia ha demostrado que una nación que integra a todos sus miembros, respetando sus diferencias y recogiendo sus inquietudes, se adapta de mejor manera a un escenario tan complejo como el actual, ya que los roles complementarios y los espacios compartidos permiten que la sociedad sea más cohesionada, solidaria y, a la vez, más pragmática y resiliente para enfrentar lo desconocido.
@LaPaulaSchmidt
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