El paso que dieron esta semana RN, la UDI, Evópoli y el PRI, constituyéndose para empezar el trabajo coordinado como oposición y para gestar un nuevo referente que se convierta en una alternativa de gobierno al 2018, costó más de lo que muchos pueden imaginar.

A los escépticos -y vaya que los hay de este lado del camino– les ha parecido poca cosa; algunos han opinado, a mi juicio, desde una frivolidad casi imperdonable para el momento por el que atraviesa ya no nuestro sector, sino el país. Quienes sentimos en el día a día los latidos del corazón de la política y sabemos cuánto cuesta cicatrizar las heridas de una derrota, valoramos ese paso, aun cuando entendemos que es solo el principio, un gesto que debe consolidarse y extenderse con rapidez, porque el tiempo apremia.

En lo que importa, hoy la oposición tiene más que hace un mes e infinitamente más que hace un año: la voluntad de organizarse; la certeza de que solo con unidad es posible fundar un proyecto y convocar a una mayoría ciudadana que se sienta representada para respaldarlo. Y, tal vez lo más significativo porque es un giro histórico para la centro derecha, que muchos esperamos pase a formar parte de su ADN: la convicción de que la diversidad puede ser más una fuente de riqueza que de conflicto (durante años mi sector se autoimpuso unidad como sinónimo de uniformidad, lo que generó permanentes conflictos, algunos enormemente dolorosos para sus protagonistas).

Hay al menos cuatro grandes tareas por delante, y los líderes que han iniciado el trabajo y quienes vayan sumándose deben arreglárselas para ir cumpliéndolas todas al mismo tiempo. La primera: ejercer con responsabilidad y firmeza nuestro papel como oposición, aquí y ahora, para enfrentar a una de las peores administraciones de las últimas décadas y a una izquierda que ha pretendido imponer malas ideas y generado en 16 meses un retroceso enorme para Chile, con un estilo político que pensábamos había quedado en el pasado.

La segunda tarea: prepararse para enfrentar las Municipales 2016, recorriendo Chile de punta a cabo, conectando con la frecuencia de miles de líderes sociales, reclutando candidatos a alcaldes y concejales, convocando a primarias, en fin, preparándonos como sector, con transparencia, con eficacia y sobre todo con compromiso, para ofrecer en cada comuna del país a los mejores hombres y mujeres para integrar sus gobiernos locales.

La tercera tarea: pensar en un proyecto programático sólido, integral y moderno para el 2017; y ratificar la voluntad de llegar con un candidato presidencial único a las elecciones generales, que debiera ser elegido en una primaria abierta. Y la cuarta y tal vez la más importante de las tareas, pensar en muchísimo más que en un relato, en un proyecto político y social para el Chile de los próximos 30 años, que no se agote en un período presidencial y que represente a una centro derecha que está entendiendo las exigencias de una ciudadanía que ha dado un salto olímpico en los últimos 25 años, un Chile con problemas de país desarrollado, con los desconciertos de un país de ingreso medio, pero que aún arrastra los dolores del tercer mundo (pobreza, marginalidad, barreras para la salud y la educación, centralismo, y un largo etcétera).

El nuevo referente, que esperamos sea bautizado en un futuro próximo, está “en desarrollo”. RN, la UDI, Evopoli y el PRI son los primeros en subirse al carro, tengan por seguro que no serán los últimos. Las puertas están hoy más abiertas que nunca y es de tanta envergadura lo que enfrenta Chile hoy y tan determinante para las próximas décadas, que esta vez no pueden invocarse pretextos para restarse, menos para que unos se arroguen el derecho de excluir a otros. TODOS debemos sentirnos convocados y nada puede hacernos abandonar el barco; es ahora, ¡justo ahora!, cuando más se necesita de marineros dispuestos a enfrentar un viaje que de nosotros depende convertir en largo y apasionante.

Están convocadas las nuevas generaciones y los que encendieron los motores de la centro derecha hace casi 30 años. Liberales y conservadores; intelectuales, técnicos y líderes sociales. La “nueva derecha”, la derecha popular, el centro político, el centro social, el centro liberal, en fin, todas aquellas fuerzas políticas y organizaciones comprometidas esencialmente con la libertad en un contexto de bien común, el progreso con justicia social, la dignidad de la persona y el orden y seguridad, como principios rectores de una democracia moderna.

Termino esta columna con una cita de San Agustín que muy oportunamente nos recordara a varios Julio Isamit esta semana y que me parece tan precisa para quienes aún miran con escepticismo el pequeño gran paso que la centro derecha ha dado esta semana: “En las cosas necesarias, la unidad; en las dudosas, la libertad; y en todas, la caridad”.

 

Isabel Plá, Fundación Avanza Chile.

 

 

FOTO: PABLO ROJAS MADARIAGA/AGENCIAUNO

 

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