Las elecciones municipales de este domingo dejaron dos grandes conclusiones. Primero, la derrota de la Nueva Mayoría en gran parte de las capitales regionales (lo que desbalancea el panorama político actual), así como en la mayoría de las comunas del país. Segundo, y lo verdaderamente preocupante, el alto nivel de abstención que de seguro vendrá acompañado de críticas al Servel tras la polémica de los días previos a la elección, así como voces que le darán fuerza a quienes postulan volver al voto obligatorio.

Pero lo cierto es que el resultado electoral no hace más que presentar nuevos desafíos de cara a las parlamentarias y presidenciales de 2017. El primer desafío se centrará en cómo los políticos recuperarán la confianza de la ciudadanía. Buena parte de la rehabilitación de la actividad política pasa precisamente por reconocer la vulnerabilidad que la aqueja. Estas elecciones mostraron que el camino no será fácil, requerirá de la introducción de mecanismos de control del poder muchísimo más exigentes que en el pasado, pero la cuota de cambio más grande la tienen los propios ciudadanos.

El segundo desafío es para Chile Vamos, que ganó en esta elección y, en consecuencia, queda demostrado que el ex Presidente Piñera supo manejar este proceso apuntando bien sus preferencias. Eso sí, en la oposición deben tener claro que este resultado victorioso se levanta sobre un alto abstencionismo y una debilitada Nueva Mayoría.

Es por esto que Chile Vamos debe seguir avanzando en crecer como conglomerado, poniendo todas sus fuerzas en agrandar el sector y no echar pie atrás en una primaria. Con unas municipales a favor, y con unas primarias que representen las distintas visiones de la centroderecha, el sector podrá llegar a más públicos y conquistar diferentes sensibilidades.

El otro desafío es para los grandes derrotados de la noche: la Nueva Mayoría. Ver al ex Presidente Ricardo Lagos y a la Presidenta Michelle Bachelet asumiendo la derrota y reconociendo que la ciudadanía quiere un cambio —y no sólo de forma—, demuestra que el divorcio con la Concertación y con la política de los acuerdos sólo los llevó a convertirse en un gobierno de reformas fracasadas, de improvisaciones y de mal manejo político (recordemos que todo esto le sucede a una administración con mayoría en ambas cámaras). Si el gobierno sigue en este camino, su sector no sólo perderá las próximas elecciones, sino que, peor aún, su conglomerado podría morir antes de llegar a la adolescencia.

Una vez más, las elecciones no se ganan ni pierden: se interpretan. Pero aquí la interpretación no deja muchas dudas. El gran ganador sigue siendo Chile Vamos y la sorpresa la han dado los nuevos movimientos. El problema es que de mantenerse la tendencia a la baja participación, el próximo gobierno y sus parlamentarios podrían sustentarse en una débil base electoral. Quizás para el 2017 la mayor preocupación no sea ganar, sino hacerlo en una elección que revierta esta tendencia.

 

Antonio Correa, Director Ejecutivo IdeaPaís

 

 

Foto: PABLO OVALLE ISASMENDI/AGENCIAUNO

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