La encuesta CEP ha dejado a la derecha chilena en un extraño escenario, sin hacer un duelo necesario y mostrando casi las mismas debilidades que le hicieron perder las elecciones y la mantienen mal evaluada, sobre todo esa división permanente en torno a ambiciones personales, ve increíblemente cómo se le abre la oportunidad de volver a ser gobierno.

En estos meses, la sociedad civil ha manifestado con fuerza su rechazo mayoritario a la izquierda y sus reformas por estar alejadas del sentido común y llenas de ideologismo. Esta brusca caída de la aprobación de un liderazgo como el de la Presidenta Bachelet, a sólo 9 meses de gestión, es una oportunidad única que no se puede desaprovechar. La oposición social que ha surgido en estos meses necesita verse más y mejor representada por la oposición política en el Congreso.

Algunos dicen que no basta con ser una oposición firme y unida para volver al gobierno, pero es el primer paso. Si no se cumple el mandato democrático de ser oposición y representar a ese 38% de los chilenos que confiaron en ellos, ¿qué credibilidad van a tener para representar a nuevos adherentes necesarios para ser gobierno?

El problema de la derecha en Chile no es la falta de ideas ni mucho menos de valores. Cualquier análisis serio reconoce la influencia de las ideas de la libertad y de la economía social de mercado en el desarrollo social alcanzado en los últimos 30 años de nuestro país. Lo que enfrenta hoy es la pérdida de ciertos consensos en torno a parte de sus ideas, lo que se ha traducido en división y debilitamiento de su mensaje ante la ciudadanía.

Los valores de la libertad, el trabajo bien hecho, el esfuerzo y la responsabilidad individual, la supremacía de la persona por sobre el Estado y especialmente la de los padres como los titulares del derecho de elegir lo mejor para la educación de sus hijos; son valores que comparte la mayoría de los chilenos y que debieran ser representados con fuerza por los partidos de derecha, porque es en el encuentro con el mundo social en torno a estos valores donde se fundamenta su oportunidad de construir una alternativa de gobierno para Chile.

La tarea más importante, por lejos, es la de construir una coalición en torno a estos valores comunes, y que al mismo tiempo respete la diversidad de vocaciones que pueden surgir en torno a ellos, algunos más conservadores otros más liberales, otros con una fuerte vocación popular. Lo relevante es que para ser miembro de esta coalición exista el ánimo y la convicción de ser parte de ella y valorar positivamente lo que se tiene en común, como así también lo que cada partido y movimiento aporta individualmente. Un proyecto que trascienda la lógica de una elección en particular y hable del Chile que queremos para la próxima generación. Sólo sobre esta base se debe buscar al candidato capaz de liderar este proyecto.

Así, seguros de tener un proyecto común que convoque a todos, se hará más fácil la unidad, ya no entorno a una candidatura, sino a un proyecto. A la derecha chilena le sobran caudillos, incluso alguno podría llegar a ganar la próxima elección presidencial, pero la ausencia de un proyecto común es una debilidad que vimos ya en el pasado y que de no enfrentarla hoy, la seguirá persiguiendo hacia el futuro.

 

Gonzalo Müller, Director Centro de Opinión Pública UDD.

 

 

FOTO: RAUL ZAMORA V / AGENCIAUNO

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