Mónica Reyes: La autoridad de la convicción
Para liderar exitosamente y hacer historia, se requiere ejercer el rol con la autoridad y propiedad que otorgan las convicciones más profundamente arraigadas en el espíritu.
Con la reciente renuncia de Mauricio Rojas a su cargo de ministro nos volvemos a plantear el dilema de las convicciones personales de las autoridades. Todos, cuando trabajamos, debemos cumplir el rol que se nos encarga y hacer lo que se espera desde esa posición. El encargo tiene que ver con algo que se nos pide, que no siempre es lo que nos gustaría hacer. Por eso es un trabajo y hacemos lo que se espera o necesita de nosotros. En nuestra vida personal, en cambio, somos libres de elegir y podemos decidir lo que nos parezca mejor.
Sin embargo, lo anterior no significa que estemos obligados a hacer lo que va en contra de nuestras convicciones más personales por cumplir con un rol determinado. Estas dos fuerzas, convicción y autoridad, pueden potenciarse infinitamente cuando la energía fluye en un mismo sentido, pero entran en tensión cuando lo hacen en dirección contraria. Si debemos decir o hacer algo que es contrario a nuestras convicciones, se desata un conflicto interno que tendrá consecuencias externas.
¿Vale la pena ser ministro de Estado si uno tiene que renunciar a sus convicciones personales?
Probablemente Mauricio Rojas dijo lo que sus convicciones más profundas de converso le dictaron y de la forma en que él lo siente y piensa; pero la opinión pública se pregunta: ¿Es lo adecuado y esperable del ministro de Cultura de Chile? Las posibles respuestas constituyen materia de discusión y cae la siguiente pregunta: ¿Vale la pena ser ministro de Estado si uno tiene que renunciar a sus convicciones personales?
La decisión es de cada cual, pero lo cierto es que para ser ministro se exigen habilidades comunicacionales y políticas que, cuando no se manejan bien, pueden tener altos costos para un gobierno y sus gobernados. A tener en cuenta, ya que son las reglas del juego.
Y, por otro lado, no cabe duda que para liderar exitosamente y hacer historia se requiere ejercer el rol con la autoridad y propiedad que otorgan las convicciones más profundamente arraigadas en el espíritu. Así se constituyen los líderes inspiradores, quienes, lejos de resguardarse en la corrección política, creen profundamente en lo piensan, lo dicen y actúan en consecuencia, logrando atraer y guiar al resto con la autenticidad y pasión con que suelen defender sus ideales.
FOTO: SEBASTIAN BELTRAN GAETE /AGENCIAUNO
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