Las elecciones del domingo en Ecuador fueron un nuevo golpe electoral para la izquierda. Después de casi dos décadas de predominio electoral en la región, parece incapaz de convencer a los electorados nacionales de que tiene la receta para recuperar el sendero del crecimiento. Aunque ganó elecciones en años de vacas gordas, no ha podido ganarlas ahora que estamos en años de vacas flacas. A menos que sus candidatos convenzan de que saben generar las condiciones para el crecimiento —y no solo repartir la riqueza—, se viene un período electoralmente cuesta arriba para la izquierda latinoamericana.

En Ecuador, Lenin Moreno, el candidato escogido por el Presidente saliente, Rafael Correa, no logró alcanzar el 40% de los votos en primera vuelta. Su desafiante conservador, el empresario Guillermo Lasso, logró casi un 30%. La candidata social cristiana Cynthia Viteri, que llegó en tercer lugar con un 16%, ya anunció que apoyará a Lasso en la segunda vuelta del 2 de abril. Para imponerse, Moreno deberá atraer el apoyo de electores que votaron por candidatos alternativos de oposición en primera vuelta. Si bien Alianza País, la coalición de Correa, mantendrá el mayor contingente legislativo entre los 137 miembros del Congreso unicameral —aunque por debajo de los 100 escaños que ganó en 2013—, el domingo la izquierda lloró una nueva derrota en Ecuador y la derecha celebró un resultado mejor que el que esperaba.

El tropiezo de la izquierda en Ecuador confirma una tendencia regional. Después de las derrotas en las elecciones presidenciales de Argentina y Perú, en las legislativas de Venezuela en 2015, en el referéndum en Bolivia, y en las contiendas municipales de Brasil y Chile en 2016, parece necesario que el sector haga una introspección de por qué ha sido incapaz de mantener el apoyo mayoritario del que gozó por buena parte de las últimas dos décadas.

Una de las explicaciones más poderosas para dar cuenta de los traspiés tiene que ver con el fin del súper ciclo de los commodities. Durante la mayor parte de lo que va de este siglo, los precios de las materias primas que exporta la región estuvieron por sobre su promedio histórico. Eso les permitió a los Gobiernos suficiente holgura para aumentar el gasto social e invertir en infraestructura. En las elecciones, la gente mayoritariamente apoyó a candidatos de izquierda para que lideraran la redistribución e inversión social. Pero ahora que el boom ha llegado a su fin y se anticipan años de vacas flacas, con preocupantes irrupciones de proteccionismo en países desarrollados que debilitarán aún más las desventajosas condiciones para las exportaciones de América Latina, la gente parece menos convencida de que la izquierda debiera seguir liderando en la región. La incapacidad de Moreno para ganar en primera vuelta con reglas que fueron especialmente diseñadas para facilitar su victoria —una mayoría de 40% y más de 10 puntos de ventaja sobre su más cercano rival, lo que le ayudaba a ganar ante una oposición dividida—, refleja que la izquierda carece de respuestas atractivas para atraer mayorías en la región.

Este nuevo revés electoral debiera enseñar lecciones a la izquierda chilena. Los discursos que se basan en prometer redistribución de la riqueza —a través de subsidios ambiciosos como la gratuidad en la educación o mejoras en las pensiones— no tienen mucho sentido cuando la gente percibe que la gallina de los huevos de oro ya no pone más huevos. Las elecciones las están ganando los candidatos que se centran en propuestas que promuevan el crecimiento. Cuando ha dejado de llover café, la gente no vota por quienes prometen distribuir, sino por los que pueden lograr que vuelva a llover café.

En la campaña para las elecciones presidenciales y legislativas de noviembre próximo, la izquierda chilena deberá decidir si quiere mantener su discurso de mejor distribución de la riqueza —que le permitió a Bachelet ganar en 2005 y 2013—, o si va a hacerse cargo de la nueva realidad y comenzará a articular propuestas que promuevan el crecimiento y la generación de empleos. Porque la izquierda goza de ventaja cuando se trata de distribuir la riqueza que ya existe, muchos en el sector querrán seguir focalizando las campañas en la distribución y la igualdad. Después de todo, cuando tienes un martillo, quieres que todos los problemas sean clavos. Pero como hoy el electorado aparece más interesado en la creación de riqueza, el discurso que tantos réditos electorales dio a la izquierda en las últimas dos décadas ya no funciona.

Si quiere evitar engrosar la lista de derrotas electorales que ha sufrido el sector en la región, la izquierda chilena deberá tener propuestas para que el país vuelva a crecer y no seguir prometiendo distribuir mejor una riqueza que ya no se está produciendo.

 

Patricio Navia, #ForoLíbero

 

 

Sociólogo, cientista político y académico UDP.

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