Tras el plebiscito de salida y el abrumador resultado, cabe preguntarse si los políticos realmente representan a las personas o buscan su propio beneficio. Hablan en el nombre del “pueblo” y reclaman la necesidad de hacer crecer al Estado para lograr una mayor “justicia social”, una mayor “igualdad”, ¿es eso realmente lo que buscan?.

Hace pocos días el Gobierno anunció una expansión del presupuesto fiscal para ayudar a las personas. Pero eso ¿ayudará a las personas, les dará realmente holgura económica? La verdad es que no. No lo hará porque el mayor gasto fiscal provocará más inflación, por lo que el dinero perderá más valor y todo se hará más caro. Todos deberemos pagar más por lo mismo. 

Entonces cabe preguntarse: ¿por qué los políticos hacen algo que logra el efecto contrario? Simplemente porque quieren tu voto. No te quieren a ti ni tu bienestar; quieren que tú los elijas, no para servirte a ti, sino para servirse a ellos. Buscan el poder para hacerse del Estado, el gran botín a repartir para ellos y sus amigos. Han creado un relato en el que se supone que solo el Estado soluciona los problemas de las personas. Pero, el mega Estado se come los impuestos y NO soluciona los problemas reales de las personas. No da necesariamente más igualdad y tampoco la llamada “justicia social”.

Este relato sirve para justificar quitarle a las personas lo que les es propio, para supuestamente redistribuir en ayuda de los que no tienen. ¿Pero, realmente se redistribuye? Algo sí, pero la gran mayoría de los impuestos queda en el Estado mismo, en pagar los sueldos de los, cada vez más abundantes, funcionarios públicos que bajo la falacia “el Estado somos todos” malgastan tú dinero. ¡¡Tú pagas sus fiestas!!, tú pagas las langostas del Embajador de Chile en España y los desayunos multimillonarios, tú financias lo justo y lo injusto. El gasto real y la corrupción. 

¡El Estado no somos todos, es un montón de burócratas que buscan ser mantenidos por ti!  Esto muestra una mala concepción de la política. Los funcionarios públicos debiesen ser los primeros servidores de las personas y resulta ser al revés, somos nosotros quienes financiamos su estándar de vida. ¿Y qué recibimos a cambio? poco. 

El Estado es una invención humana para poder organizar la sociedad en la medida que se complejiza. Lo mínimo que debiera garantizar es el orden público y la seguridad para que las personas puedan trabajar y vivir en paz. Es por eso que se le entrega el monopolio de la fuerza. Si el Estado no cumple con este mínimo, no tiene razón de ser. Pierde su legitimidad.

El Estado de Chile no da el ancho hace rato, no hay orden público, ni seguridad. Además, Chile antes de impuestos y después de impuestos, medido por el GINI (índice que mide la desigualdad) no cambia mucho, lo que muestra que los impuestos no están ayudando a las personas, sino sirviendo a quienes se hacen del Estado.

Entonces cabe preguntarse si eso es justo, entendiendo que la justicia es darle a cada uno lo que es de propio suyo, la verdad es que es inmensamente injusto. Quien trabaja es despojado y sirve a la casta política y quien se hace político vive de los contribuyentes. La sociedad que castiga al éxito y fomenta la ineficiencia, no tiene destino.

En Chile se ve como el peor delito no pagar impuestos, pero nadie levanta la voz cuando alguien malgasta el “dinero fiscal”.  Por eso, es esencial recordar que el Estado NO tiene dinero, no produce, solo gasta y debe rendir cuenta de cada peso que gasta y no lo hace.

Teniendo todo esto en cuenta, es importante ver que muchos políticos buscan primero su propio bienestar y usan el socialismo como excusa para finalmente afirmar la sentencia de Adam Smith que el interés personal es un incentivo más poderoso para el hombre y que alejado de la ética, deriva en corrupción.

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