El lenguaje no verbal es muy útil para interpretar los verdaderos sentimientos de un político. Y en el Apruebo, generalizadamente, ese lenguaje anticipa una derrota. Uno de los responsables es Gabriel Boric, quien tarde se dio cuenta que siendo presidente de la República no podía jugarse con todo a favor de una opción. Algo lo llevó a pensar que él podía dar vuelta la elección y la triste realidad dice que es todo lo contrario; Boric tiene menos apoyo que el Apruebo y su intervención electoral puede empeorar las cosas. El presidente está pensando ahora en el 5 de septiembre y lógicamente sus afanes discurren estos días en cómo posicionarse para jugar un rol importante de allí en adelante.  

El problema para sus partidarios es que su bajada del carro está siendo demasiado evidente y causa enojo entre quienes continúan cumpliendo la instrucción presidencial de intervenir electoralmente a favor del Apruebo; porque claro, al presidente le conviene que la derrota del Apruebo sea estrecha para luego negociar mejor. Pero más allá del enojo, lo que ha provocado la última voltereta presidencial es que la mística se venga al suelo y por ello empiezan a hablar de encuestas, que nadie ha visto, que los acercarían a un empate. Lo que el presidente no puede pretender es salir indemne del plebiscito. Él será el gran derrotado si gana el Rechazo y con él el Frente Amplio y el Partido Comunista.

Bueno, tenía que tener algún costo el desprecio del gobierno hacia la izquierda moderada. Con ello el Apruebo se ha quedado sin sustento intelectual. ¿Quiénes son las figuras que defienden al Apruebo en los medios de comunicación? ¿Dónde quedaron los barones del Partido Socialista, silentes frente a la capitulación de su directiva frente al gobierno, qué pasa con el laguismo en el PPD? Quienes daban sustento intelectual a una izquierda democrática fueron arrasados por el tsunami de populismo y desmesura del Frente Amplio y el Partido Comunista. Ahora muchos socialistas y pepedés apoyan el Rechazo o bien guardan un digno silencio, mientras Giorgio Jackson, Karol Cariola, Camila Vallejo, Guillermo Teillier y Daniel Jadue tratan de convencer a los chilenos que esta constitución indigenista, hecha a imagen y semejanza de la boliviana y la ecuatoriana, es lo que nuestro país necesita. Todo ello en medio del deterioro de la economía y calidad de vida que hacen dudar de las promesas del proyecto constitucional y de un ambiente de violencia y delincuencia en las calles nunca visto en nuestro país. Lo que la gente empieza a percibir, cada vez con más claridad, es que Gabriel Boric y su banda no tienen un proyecto para gobernar y que su acción política de muchos años, basada en el resentimiento y la crítica populista, no ofrece soluciones.  

Y para coronar todo esto, una constitución extrema como la que se ofrece, llena de cerrojos que hacen muy difícil reformarla, debe competir con la opción de cambiar la actual sólo con 4/7 de los votos en el Congreso, una opción que no estaba disponible antes de la promulgación de la ley 21.481 hace dos días atrás y que hoy día es la piedra angular del Rechazo.

A diez días de la elección, pareciera que ni siquiera ofertas populistas serán capaces de cambiar el resultado a favor del Apruebo. El sueño de Atria y el universo paralelo del Frente Amplio, aliado con el socialismo del siglo 21 de los comunistas, se frustra por su excesiva ambición e ideologismo. Ganarán, en cambio, el Chile republicano y la moderación, y dicha moderación debe continuar. Calma y tiza. Se necesita actuar pronto para despejar cualquier duda sobre la voluntad de hacer cambios a la Constitución, pero no apresuradamente, como se hizo cuando se inventó la plurinacionalidad, o la trampa de los escaños reservados desproporcionados; o se rompió la igualdad de los chilenos ante la justicia e ignoró el aporte del Senado. Si quienes resultan derrotados el 4 de septiembre pretenden hacerse los lesos y continuar imponiendo las reglas están equivocados, la mayoría moderada está contra ellos y eso debe hacerse valer.

*Luis Larraín es economista.

Luis Larraín

Economista

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