El pasado 19 de abril La Tercera publicó un artículo titulado «¿Los escritores están en retirada del debate público?» Pienso que esta pregunta se puede aplicar también a los médicos.
La figura del médico de antaño era bien distinta a la actual. Atendía a ricos y a pobres por igual; participaba en los grandes debates públicos; su vocación social era indiscutida y los pacientes le manifestaban cierta admiración y agradecimiento, lo cual expresaban con regalos de la más diversa índole. Es indudable que ya no sucede así. El médico ahora es un empleado como cualquier otro; ya no puede atender en forma gratuita cuando él lo estima y debe hacerlo en un tiempo definido (la mayoría de las veces escaso); debe tomar todos los resguardos legales para atender a sus pacientes, especialmente habiendo contratado un seguro de responsabilidad civil; debe lidiar tanto con las ISAPRE como con las industrias farmacéuticas, ambas que tratan de interferir en el vínculo con su paciente, entre otras situaciones.
Pero tal vez lo más llamativo sea la exclusión del médico del debate social.
Un ejemplo reciente lo constituye la constitución de la Comisión Asesora Presidencial para el Estudio y Propuesta de un nuevo modelo y Marco Jurídico para el Sistema Privado de Salud. Si bien es cierto que participaron varios médicos en ella, no figuró entre sus miembros ningún representante del Colegio Médico de Chile, organismo gremial que representa a los médicos a lo largo del país.
Algo similar ocurre actualmente con el debate sobre la despenalización de la marihuana, en el cual las sociedades científicas médicas han manifestado su opinión en forma taxativa sin ser tomadas en cuenta.
Es que ser médico ya no está a la «moda».
Han tomado la palabra otros profesionales que desde sus modelos y teorías han reemplazado el argumento de estos profesionales. Siguiendo el caso de la marihuana, los argumentos que favorecen la despenalización son principalmente sociales (disminuir la delincuencia asociada al tráfico), fundamentados en modelos económicos (como la ley de la oferta y la demanda), o bien, derechamente políticos (aumentar las libertades individuales de los ciudadanos). Pero a nadie parece importarle el evidente daño cerebral que produce la marihuana, aun con un consumo ocasional, lo cual sumado a la dependencia de su consumo y a la incapacidad laboral que genera, producirá un impacto socioeconómico importante.
Los médicos tienen una ventaja que pocas profesiones tienen: el contacto con la gente que sufre. El dolor humano es un fenómeno transversal, de ricos y pobres, de izquierda y derecha. Es a través de ese contacto por el cual el médico se ve imbuido en los reales problemas de las personas, de sus causas y de sus consecuencias, y son estas razones las que lo constituyen en interlocutor válido en el debate público.
Entonces, habría que preguntarse ¿qué ha sucedido con los médicos? Por un lado, ellos mismos se han excluido, pero por otra, la sociedad se ha rendido ante teorías economicistas y políticas. Tal vez sea el momento de retomar el diálogo.
Francisco Bustamante, Médico Psiquiatra y académico UANDES.
FOTO: RODRIGO SÁENZ/AGENCIAUNO.