Escribo mientras la coalición de Gobierno ha obtenido la peor derrota política desde que gobierna este país.

En efecto, el rechazo del proyecto de reforma tributaria en la Cámara de Diputados provocó un verdadero terremoto en el  oficialismo. Creo que esta derrota ha sido la peor situación que ha enfrentado el Gobierno desde que está en el poder cuando se rechazó el texto de una nueva Constitución, el 4 de septiembre pasado. 

Esta nueva Constitución contenía el programa central de las reformas de Boric la que pretendió usar como programa de gobierno. El intento fundamentalista del oficialismo sufre nuevamente una aguda derrota.

La reforma tributaria es una de las dos herramientas que La Moneda quiere usar en subsidio de la derrota del 4 de septiembre. Por tanto, la única reforma que le queda al Gobierno, es la previsional, que tambalea actualmente en el Parlamento.

Sin embargo, debemos calificar cuidadosamente esta situación. En primer lugar, llama la atención, el estrecho margen con que esta reforma fue rechazada. Desde el punto de vista político, es una derrota también de aquellos que estaban detrás de la aprobación en esa coalición de gobierno y remarca el exceso de confianza con que la coalición no cuidó el resultado final. Fueron los votos oficialistas los que faltaron.

Esto desmiente a aquellos en La Moneda que establecieron que no hubo colaboración de otros sectores para aprobar la reforma. Este exceso de confianza señala, en primer lugar, que verdaderamente el diálogo no estaba en la mente de aquellos que dirigían la reforma. (Notablemente, este es el mismo vicio de aquellos que apoyaban el texto de la nueva Constitución, el que no supieron mostrar y nunca dialogaron)

Para el oficialismo, los votos que tenían antes del conteo, eran suficientes para aprobar la reforma, sin ceder espacio al diálogo y ciertamente a las concesiones que el Gobierno podía otorgar a la oposición para garantizar la aprobación de la reforma. La teoría de la retroexcavadora, nuevamente le pasa la cuenta al oficialismo.

Quienes respiraron hondo fueron las pymes porque la aprobación de la reforma les garantizaba un futuro incierto y lleno de dificultades en un complejo momento de nuestra economía. También, quienes han sentido alivio son amplios sectores de la clase media, sacudidos por todos los eventos que han golpeado a Chile desde octubre del 2019.

La otra señal política que ha emergido con mucha fuerza es que mientras la oposición aparece unida en esta circunstancia, el oficialismo aparece dividido, lo que ciertamente tendrá efectos electorales en los próximos concursos, que vendrán a contar del 7 de mayo del presente año.

Finalmente, el camino de las descalificaciones de los parlamentarios que votaron en contra, no parece recomendable, por lo tanto, son otros, los que tendrán que asumir esa responsabilidad.

El error de cálculo del Presidente es morrocotudo.

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