Para los niños y jóvenes, el celular tiene muchas ventajas. Pueden decir a sus padres dónde están, se pueden comunicar con sus amigos, mirar videos y jugar en cualquier lugar. Sin embargo, tener un celular en el colegio también puede traer problemas. Si suena en clases, perturba el trabajo del curso y la concentración del profesor; durante el recreo pueden caer en la tentación de pasar todo el tiempo libre mirando la pantalla en vez de interactuar con sus compañeros, favoreciendo el aislamiento. A través de uno de estos aparatos pueden ser objeto de acoso, sobre todo si han subido demasiada información a la red. Además, el celular puede ser un objeto caro y por lo tanto lo pueden robar. Los smartphones son tremendamente atractivos y podemos volvernos fácilmente dependientes de ellos
Para los colegios también plantea desafíos. Durante las pruebas los profesores deben estar atentos para evitar que sean usados para copias o plagios. Algunos consideran que la conexión constante interrumpe las actividades y no favorece la concentración necesaria para el logro de los aprendizajes. Un ejemplo extremo, pero que me tocó vivir este año, es cuando en una familia sucedió un hecho trágico y el joven se enteró a través de un mensaje que un familiar, escrito en medio del dolor de la situación. También es cierto que desde la sala de clase puede salir al exterior información errónea que al ir de whattsapp en whattsapp puede impactar negativamente a la comunidad escolar.
En estos días muchas personas quisieran que el celular estuviese totalmente prohibido en los establecimientos educacionales. Tanta fuerza tiene esta postura que Emmanuel Macron la incluyó en su programa de gobierno cuando postuló a la presidencia en Francia, y en septiembre los celulares deben estar fuera de los colegios franceses.
Sin embargo, para muchos profesores, es posible implementar normas de uso durante las clases que resultan bastante efectivas al ser conocidas y respetadas por todos. Ellos permiten a sus estudiantes, en situaciones determinadas, beneficiarse pedagógicamente de herramientas tremendamente poderosas, como la posibilidad de consultar fuentes y así comprobar todo el saber al que tienen acceso a través de Internet. Para estos docentes, es posible también hacer participar a toda la clase al mismo tiempo gracias a aplicaciones gratuitas que permiten recolectar todas las respuestas a una pregunta, a diferencia que cuando un solo estudiante responde oralmente. Hoy en día las bibliotecas tienen una enorme cantidad de textos en línea accesible desde los celulares. Para estos jóvenes el celular no sólo es útil para ver videos y enviarse mensajes entre amigos.
En resumen, los celulares interfieren en el cotidiano de los colegios y creo importante que todos quienes envíen mensajes en hora de clase lo sepan. El debate no va por el lado de la prohibición que resultaría tremendamente difícil de implementar y sería muy contradictorio que en el colegio se prohíba algo que los mismos padres han dado a sus hijos. El desafío para los profesores es cómo incorporar los teléfonos inteligentes. Para las familias, ajustar llamadas y mensajes a los horarios en que no interrumpan clases y, ante una urgencia, usar los canales que siempre tienen los colegios.
Teresa Lagos Söhrens, profesora y Directora
FOTO: PABLO VERA/AGENCIAUNO
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Abogado, académico Facultad de Derecho U. Finis Terrae
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