Cuando Nicolás Eyzaguirre, un ministro de Estado que lideró una de las reformas más importantes impulsadas por el gobierno de Bachelet, dice que “la gestión del gobierno no ha sido buena, los problemas que tenemos en salud y seguridad ciudadana son inaceptables”, bastaría replicar que a confesión de partes, relevo de pruebas. Pero, a diferencia de un caso legal, cuando la admisión de culpabilidad basta para terminar la discusión, cuando se trata del gobierno que dirige el destino del país, la admisión de culpa no basta. A menos que el gobierno complemente el reconocimiento de su ineptitud con un plan convincente que muestre que comenzará a hacer bien su trabajo, el mea culpa es insuficiente. Sin una hoja de ruta que muestre cómo el gobierno pretende sacar al país del hoyo en el que lo metió, las palabras del titular de la Secretaria General de la Presidencia serán solo una frase anecdótica más en boca del locuaz e irreflexivo ministro.

En una entrevista a El Mercurio, el ministro Eyzaguirre cándidamente reconoció que el gobierno no ha hecho bien la pega. Refiriéndose a la gratuidad universitaria —promesa que Bachelet comprometió para iniciarse en 2016—, Eyzaguirre (que hasta hace poco era el ministro de Educación) reconoció que “lo obvio e ideal habría sido definir el marco regulatorio de las instituciones de educación superior y después avanzar en la gratuidad”. Ante el revuelo que causó que uno de los ministros más importantes del gobierno haya reconocido que la gestión del gobierno del que forma parte no ha sido buena, esta declaración sobre el camino errado que ha tomado La Moneda en su intento por avanzar hacia la gratuidad en educación pasó desapercibida. Otras declaraciones igualmente cándidas en la entrevista también fueron eclipsadas por el franco reconocimiento de que este gobierno ha hecho las cosas mal.

Ya que el vocero del gobierno salió a defender al ministro, legitimando la autocrítica, podemos suponer que la voz de Eyzaguirre es la voz del gobierno. Si bien la Presidenta Bachelet ha sido menos severa con su gobierno —argumentando que corresponde asumir un realismo sin renuncia ante el ambicioso programa de reformas que la llevó al poder—, el hecho de que Bachelet no le haya pedido inmediatamente la renuncia a su ministro debiera despejar cualquier duda sobre la mala evaluación que hace el gobierno de su propia gestión.

Por cierto, todos cometemos errores. Por distintas razones, podemos tomar senderos equivocados en la vida. Si bien las malas decisiones implican costos, uno no tiene por qué resignarse a pagar permanentemente los costos de las malas decisiones si existen oportunidades de enmendar los errores. Un gobierno que ha hecho las cosas mal puede cambiar de rumbo y comenzar a hacer las cosas bien. Cuando el gobierno reconoce que ha ido por mal camino, lo obvio es demostrar consecuencia con ese reconocimiento y hacer lo posible para tomar un buen camino.

Al referirse a la reforma que establece la gratuidad en la educación, Eyzaguirre reconoce que antes de iniciar la gratuidad, hay que definir el marco regulatorio de las instituciones de educación superior. Pues bien, lo razonable sería, entonces, que el gobierno ponga freno al inicio de la gratuidad y se aboque a negociar un nuevo marco regulatorio en la educación superior.

Cuando uno se da cuenta de que ha tomado un mal camino, insistir en avanzar por ese mal camino es lisa y llanamente necio. Lo que hace la gente razonable cuando se da cuenta que ha tomado una ruta equivocada es cambiar de dirección para tomar la ruta correcta. Pero si alguien reconoce que tomó la ruta equivocada, no tiene sentido que insista en avanzar por esa ruta que no lleva al destino deseado.

La entrevista de Eyzaguirre ha golpeado tan fuerte porque constituye un reconocimiento explícito de que el gobierno ha hecho las cosas mal. Como La Moneda salió a respaldarlo, el mea culpa de Eyzaguirre puede ser extendido al gobierno en pleno, incluida la Presidenta de la República. Pero esta entrevista hará historia no por el reconocimiento de que La Moneda ha hecho mal su trabajo. Lo impresionante de esta entrevista es que, reconociendo que avanza en la dirección equivocada, el gobierno obstinadamente decide seguir no cambiar de dirección.

El cándido ministro nos ha regalado antes metáforas memorables. Al explicar la lógica detrás de la reforma educacional que impulsó en 2014, Eyzaguirre comparó a alumnos de escuelas municipales y colegios particulares subvencionados con niños que compiten sin y con patines, respectivamente. La intención del gobierno, dijo Eyzaguirre, es quitarle los patines a unos para que todos puedan competir en igualdad de condiciones. En vez de dar patines a todos, el ministro quería nivelar para abajo. En su entrevista de este fin de semana, las reflexiones de Eyzaguirre se pueden resumir en la siguiente frase: Hemos hecho las cosas mal, pero como no vamos a cambiar de rumbo, las seguiremos haciendo mal.

 

Patricio Navia, Foro Líbero y académico Escuela de Ciencia Política UDP.

 

 

FOTO: FRANCISCO FLORES SEGUEL/AGENCIAUNO

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Patricio Navia

Sociólogo, cientista político y académico UDP.

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