Estamos viviendo una crisis completa por falta de definición. Se pretende establecer que las cosas reales no son tales y que es el sentimiento lo que crea la realidad. Esa idea que la autopercepción es lo que determina el verdadero ser. Esta crisis filosófica profunda tiene consecuencias morales y hace imposible la vida en sociedad, al menos en una sociedad civilizada.
Los acontecimientos recientes constatan que algunos consideran que lo bueno y lo malo se mide por conveniencia y en tanto algo sea “legal” o bien pase desapercibido, el mal puede hacerse. El Caso Fundaciones ha sido un ejemplo de aquello. Robar es siempre malo. Apropiarse de lo ajeno es siempre malo. Abusar y lucrar de la pobreza y burlar al sistema para hacerse de lo que estaba designado para los que lo necesitan, para un beneficio propio es doblemente malo. Lucrar de la pobreza es perverso. Intentar ocultar lo evidente, cuando ya han sido desenmascarados es mentir y mentir es siempre malo.
La sumatoria de “pecados”, sí pecados -faltas a la moral- son abundantes y son siempre malos. Se alejan de la virtud y se nutren de los vicios. El vicio es siempre malo. Hacerse las “víctimas”, cuando son “victimarios” es mentir, otra vez… algo malo. De esto hemos visto mucho. El caso de las “fundaciones truchas” era más que evidente, se aparecía a los sentidos como un mecanismo para robar que, además, se llenó de engaños y mentiras. Frente a la flagrancia el victimizarse y el intentar tapar el problema con “cortinas de humo” ha sido la tónica. ¿Será que los involucrados creen que los ciudadanos somos tontos?
El mecanismo, la falta de probidad y la corrupción son evidentes. El informe de la Contraloría deja eso en evidencia. Es lapidario frente a algo que, a todas luces, es algo incorrecto. Winston Churchill evidenciaba esto diciendo: “El primer acto de corrupción es aceptar un cargo para el que no estás preparado”. Las fundaciones recién creadas no tenían la experiencia, ni el conocimiento necesario para las labores por las que se asignaron arbitrariamente recursos públicos. Pero el gobierno completo en su “amiguismo” ha contratado a muchos que distan mucho de ser los mejores, ni ser idóneos para lo cual han sido contratados. La corrupción nivel uno, escaló a nivel completo. Algunos amenazaban con querellas, otra mentira o cortina de humo. Hoy callan, ya no pueden seguir con el “show”. Evidentemente el mal ha sido descubierto y los responsables deberán pagar las penas y devolver la plata.
En estos días, además, el “santificar” en vida a quienes no fueron “santos” dejó perplejos a muchos, ya que contrastaba con la intención declarada de la necesidad de “reconciliar” al país. Los comentarios maliciosos frente al drama humano de un suicidio, tampoco ayuda a la unión del país. La falta de prudencia y la maldad, sí la maldad de los hechos y dichos dejan en evidencia que se declara querer algo que en la práctica no se busca. El Presidente en la Cuenta Pública llamaba a tomar en serio la salud mental y a tratarnos con “más cariño”. ¿Mentía? Parece que sí. Mentir es siempre malo y hacerlo desde la tribuna presidencial en la Cuenta Pública es doblemente malo.
Es necesario definir y objetivizar la realidad. Lo malo es malo aunque todos lo hagan y lo bueno es bueno aunque nadie lo haga. Es necesario tener claro la realidad de las cosas. Comprender que si no nos orientamos hacia el bien jamás lograremos ser feliz en lo personal y sin bien y probidad en lo público la sociedad no avanzará, ni prosperará. Por lo mismo, si se busca el real progreso y el bienestar de los ciudadanos quienes son gobiernos deben hacer un compromiso real con el bien, la verdad y la belleza y dejar sus egoísmos y ambiciones personales por un real bien común. El bien no es relativo es absoluto. Sin claridad de conceptos nos perdemos como sociedad y como país.