Los pensionados por vejez se duplicarán en los próximos cinco años, pasando de las actuales 800 mil personas a más de 1.5 millones. Estos recientes cálculos de la Superintendencia de AFP pondrán al sistema previsional en un escenario de fuertes presiones, considerando el abultado contingente que saldrá del mercado laboral a solicitar su pensión al mismo tiempo y que deberá hacerla cundir por muchos años (en Chile, quienes alcanzan los 60 años tienen una esperanza de vida promedio de 24 años más). Si a ello le sumamos el descontento de la ciudadanía por lo bajo de las pensiones, no cabe duda lo urgente que es abordar el tema previsional.

La Presidenta Bachelet, en su última cuenta pública, se hizo cargo parcialmente del problema anunciando, entre otras cosas, la creación de una nueva cotización de 5%, un reajuste del 10% en la Pensión Básica Solidaria y el Aporte Previsional Solidario, así como un proyecto de ley para mitigar las lagunas previsionales. Digo “parcialmente”, porque ante el acelerado envejecimiento demográfico que experimenta el país, no se puede reducir la discusión de lo que implica vivir muchos más años a una política que busca aumentar en 20% las pensiones. ¿En serio creen que el problema se acaba aumentando en $50.000 la jubilación de un adulto mayor que hoy recibe $250.000?

Probablemente sea una buena noticia para muchos seniors jóvenes (entre 60 y 70 años) que, en su mayoría son autovalentes y tienen buena condición de salud, pero se vuelve absolutamente insuficiente para los pensionados de más edad. En los mayores de 80 el panorama cambia de forma radical: 53% es dependiente y requiere cuidados de terceros (provistos en más del 90% de los casos por un familiar). Y sobre los 85 años el 40% presenta deterioro cognitivo, según el Estudio de la Dependencia de Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama). En esos casos, el costo mensual de atender de forma adecuada y digna tales enfermedades puede superar fácilmente los $500.000, lo que impacta no sólo la calidad de vida de la persona, sino que termina enfermando emocional y financieramente a todo su núcleo familiar.

Si consideramos que entre la gente de edad el grupo que más crece es precisamente el de 80 años y más, resulta perentorio mirar el tema sin miopía y avanzar en una política mucho más integral. Está bien mejorar las actuales pensiones, pero también es necesario diseñar estrategias que permitan enfrentar la vida dignamente cuando ésta se pone más difícil y se pierde la autovalencia, por ejemplo, a través de la creación de seguros de dependencia. Asimismo, crear incentivos para que las personas permanezcan por más tiempo en el mercado laboral, de manera que los mayores que estén totalmente activos puedan mejorar sus ingresos, no echen mano tan pronto a las pensiones y conserven por más tiempo su rol social, que, de paso, favorecerá su salud física y mental. Todo un círculo virtuoso.

Esto último implica establecer incentivos al trabajador. Desde la Asociación de AFP, por ejemplo, se han mostrado dispuestos a apoyar la iniciativa de que quienes posterguen su edad de jubilación no paguen comisiones a las administradoras.  Suena atractivo. Pero también se debiera pensar, en paralelo, crear fórmulas que estimulen y/o premien a las empresas que se preocupan de conservar el talento senior en sus filas y de generar mecanismos orgánicos de egreso para quienes salen a retiro mediante programas integrales de pre-jubilación.

La vejez está de moda; ya entró en la agenda pública y tenemos la oportunidad de hacer las cosas bien. Ojalá que en este año de elecciones los candidatos sean menos cortoplacistas y puedan comprender que ser un país longevo implica desafíos que van más allá de aumentar en un par de puntos porcentuales la pensión actual.

El envejecimiento es un proceso transversal y complejo que requiere una mayor coordinación interministerial. Las decisiones importantes en materia de vejez no pueden involucrar sólo a los economistas. Las carteras de Trabajo, Salud, Desarrollo Social, Vivienda, Obras Públicas y Transportes, por mencionar algunas, también tienen mucho que avanzar si se trata de mejorar la calidad de vida de las actuales y futuras generaciones de mayores. Solo si somos capaces de implementar políticas públicas integrales daremos el salto y comenzaremos a construir una sociedad que valore y promueva el envejecimiento positivo de sus habitantes.

 

María Paz Carvajal D., directora de 60 y Más Consultores

 

 

FOTO: PABLO VERA LISPERGUER/AGENCIAUNO

 

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