La victoria tiene muchos padres y la derrota es huérfana. Esa fue la frase que el ex Presidente de Estados Unidos, J. F Kennedy, utilizó en 1961 para referirse al fracasado intento de derrocar al régimen de Fidel Castro por parte de exiliados cubanos que habían sido entrenados por la CIA y apoyados financiera y militarmente por la administración del presidente demócrata.

Hace un mes el prestigioso periódico inglés Financial Times caracterizó a Chile como el ejemplo perfecto de la nueva mediocridad. La semana pasada Mary O´Grady, columnista del también prestigioso periódico Wall Street Journal, se refirió a Chile como un milagro económico que va marcha atrás.

Por su parte, en el frente interno, ICARE dio a conocer la semana pasada el índice de expectativas empresariales que realiza junto a la Universidad Adolfo Ibáñez, IMCE, para el mes de octubre. El indicador muestra que las expectativas de los últimos tres meses en promedio son las más bajas desde el primer semestre del 2009, cuando el mundo era azolado por la peor recesión desde la Gran Depresión de 1930. También conocimos que las ventas del comercio se habían reducido más de 6% en 12 meses y que el número de chilenos empleados, que hace tan sólo un año crecía a un ritmo de más de 200 mil al año, en los últimos siete meses decrece a un ritmo superior a los 100 mil anuales. Nuestro país está encaminado a un crecimiento inferior al 2% este año, y probablemente inferior al 3% el 2015. Esto constituye el peor desempeño para la economía chilena en los últimos 30 años, con la sola excepción de los bienios 2008-2009 -en que tuvimos que afrontar la crisis financiera internacional-, y 1998-1999 -en que debimos enfrentar la crisis asiática-.

El desastre en el que está convertida la economía chilena es más que evidente. Sin embargo, al igual que el desastre de Bahía Cochinos al que se refería el ex Presidente Kennedy, pareciera que nuestro desastre económico también es huérfano. La Presidenta Bachelet, desconectada de la realidad de nuestro país y lejos de hacer un mea culpa, acusa que en Chile hay una campaña del terror contra su gobierno. El ministro Arenas llama al Financial Times a informarse mejor y los parlamentarios de la Nueva Mayoría todavía no se han enterado del estancamiento de la economía y la pérdida de empleos.

La posibilidad de que nuestro país retome la senda del crecimiento depende crucialmente de que las autoridades de gobierno, primero se den cuanta de que estamos en medio de una crisis económica y, segundo, acepten, como lo señalan los analistas internacionales, que ellos son los responsables de la misma. Al menos por las declaraciones públicas que hemos conocido hasta ahora, estamos muy lejos de ese punto.

Sin embargo, lo que las autoridades de gobierno no quieren ver o se niegan a aceptar, ya es meridianamente claro para el chileno medio. La encuesta Adimark que conocimos esta semana muestra que la desaprobación de la Presidenta Bachelet, que al inicio de su gobierno era de tan sólo 20%, ha subido a un impresionante 47%. Por su parte, la aprobación de su gobierno sigue bajando y se ubica en tan sólo un 42%.

Es de esperar que en algún momento el Gobierno mire los datos, tome en cuenta la opinión de la gente, deseche la infantil teoría de que hay una conspiración en su contra y sea capaz de confrontar la dura realidad en la que tiene sumido a nuestro país.

 

José Ramón Valente, Foro Líbero.

 

 

FOTO: PEDRO CERDA/AGENCIAUNO

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