Cuatro años. Sí, cuatro años ha tenido el Congreso para aprobar la elección popular de los intendentes (a llamarse ahora gobernadores regionales), una promesa de campaña de Michelle Bachelet que buscaba la descentralización y dejar que los mismos habitantes de cada región eligieran a su máxima autoridad.

Pero no, sólo quedan cerca de dos meses para aprobar las atribuciones que tendrían estos nuevos servidores públicos. Se dejó todo para última hora, y de llegar a aprobarse, con el apuro más de alguna equivocación habrá en la ley.

Aquí hay varios temas de fondo que vale la pena analizar: al decidir la Democracia Cristiana que llevaría candidato presidencial propio a primera vuelta, el bloque PC-PR-PPD-PS se ha dedicado a atrasar esta iniciativa legal y a dejarla para 2020.

¿La razón? Muy clara, en la boca del presidente del PC, Guillermo Teillier: “En una elección de gobernadores regionales tendríamos que ir con la DC; de otra manera no valdría la pena”. Es decir, una vez más el PC se pasa por un tubo a la ciudadanía y piensa sólo en los cupos que se puedan obtener. La promesa de campaña depende de cálculos políticos. Una vergüenza.

Por su parte, Carolina Goic ha salido al escenario buscando aprobar la iniciativa, pero más que ello azuzando a su contendor, Alejandro Guillier, a mostrar si tiene influencia o no sobre los partidos que lo acompañan, o si es que éstos cambian de opinión. En eso estamos ahora. En pelea chica política, siendo que debiéramos, a estas alturas, saber quiénes irían de candidatos y cuáles serían las atribuciones de los nuevos intendentes.

Pero esto es lo que se ve menos difícil; lo más complicado es que esta promesa de campaña venía con letra chica. Si bien se va a elegir popularmente a los gobernadores regionales (hoy intendentes), existirá también la nueva figura del delegado presidencial, que hará de fiscalizador/contrapeso al intendente. En otras palabras, el Gobierno central igual va a mantener su injerencia regional directa. Ya me quiero imaginar las discusiones y peleas cuando el intendente quiera hacer algo que el delegado presidencial no apoye. ¿Quién tendrá la última palabra? ¿Quedará eso muy bien estipulado en la ley? Por de pronto, pienso en que el aparato estatal tendrá que pagar 15 nuevos cargos  más nombrados directamente por el Presidente de la República.

¿Conclusión? En muchos casos significará. en vez de un avance, el retroceso del desarrollo de las regiones. Además de menos poder para los intendentes, que serán figuras tipo papel o ilusión.

A pesar de lo anterior, si bien es un avance la elección de intendentes, y un deber imperativo con las regiones, la poca seriedad que han demostrado los parlamentarios y partidos de centroizquierda ilustra una vez más que las regiones no son la prioridad y que no pueden deshacerse del cuoteo político, porque va en su ADN.

Las balas entre Alejandro Guillier y Carolina Goic son sólo eso, balas, porque difícilmente esta ley verá la luz antes de que termine el Gobierno de Michelle Bachelet. ¿Y quién pierde? Una vez más, las regiones.

 

Rosario Moreno C., periodista y licenciada en Historia UC

 

 

FOTO: VICTOR PEREZ/AGENCIAUNO

 

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