El vicepresidente ejecutivo del Comité de Inversiones Extranjeras, Jorge Pizarro Crispi, anunció que dejará su cargo en los próximos meses, tras enfrentar ácidas críticas por las boletas que entregó junto a su hermano a la cuestionada empresa Soquimich.

Al anunciar su alejamiento, mediante una entrevista con El Mercurio, Pizarro aseguró que los cuestionamientos que ha recibido en el último tiempo no han afectado la percepción que se tiene de Chile internacionalmente. “La imagen de los países y su proyección al exterior dependen 100% de elementos de largo plazo. Obviamente los eventos coyunturales inciden, pero tienen un efecto transitorio”, dijo Pizarro. Y cuánta razón tiene. Porque la imagen exterior de Chile, como la de cualquier país, no tendría por qué derrumbarse por unos cuantos casos aislados de corrupción, tráfico de influencias y nepotismo, especialmente si las cifras mal habidas son casi insignificantes cuando se comparan con las de escándalos como el de Petrobras o el supuesto narcotráfico gubernamental de Venezuela.

Pero si a la corrupción y el tráfico de influencias se unen a un desempeño económico mediocre, la inédita defenestración del ministro de Hacienda, una reforma laboral que va precisamente en contra del camino que están emprendiendo países como España y Francia para reducir el atávico desempleo, una reforma tributaria que no entienden ni los economistas más experimentados, un proceso constituyente y popular para cambiar la Constitución, un Servicio de Impuestos Internos descabezado y presionado por el poder político, delincuencia al alza, un paro ilegal de funcionarios de Aduanas que tiene detenidas nuestras exportaciones, escasez y encarecimiento de la energía, conflictos con los países vecinos, encapuchados y desórdenes estudiantiles, creciente descrédito de empresarios y políticos, violencia y fuego en La Araucanía, y, por si todo lo anterior fuera poco, terremotos, inundaciones, e incendios forestales, ¿usted diría que este es ahora un país atractivo para promover en el extranjero?

Como las percepciones adquieren muchos matices, Pizarro podría tener razón cuando sugiere que, si la crisis económica, política y social que vive nuestro país es transitoria, nuestra mala imagen actual se recordará en el futuro como un bache que no empaña todo lo que se hizo anteriormente. Pero si no es así y continuamos por este mal camino, la buena reputación de la que disfrutó Chile durante los 25 años anteriores de democracia empezará a verse seriamente afectada y por un tiempo considerable.

Evidentemente, hay factores que inciden más que otros en la buena o mala reputación de un país, como ha demostrado el académico más renombrado en esta materia a escala internacional, Charles Fombrum. En el caso de los países, la buena reputación depende principalmente de la estabilidad política, el desempeño económico y la competitividad de productos y servicios. De más está decir que esos tres factores han sufrido duros embates en el último tiempo en Chile.

No hay que olvidar que los medios extranjeros más importantes, que son la principal fuente de información de los inversores que deciden cada día dónde poner su dinero, están difundiendo las malas noticias que han proliferado en Chile en los últimos meses. Periódicos de izquierda y derecha, liberales y conservadores, económicos y de información nacional, desde El País de España hasta La Nación de Buenos Aires, han destacado que Chile cada vez se parece más al resto de América Latina en materia de corrupción e inestabilidad.

Esto no fue así hasta 2014. Como lo demuestra un estudio que realizamos en la Facultad de Comunicación de la Universidad de los Andes para medir la reputación de Chile en el extranjero, nuestro país gozó de una muy buena imagen exterior, medida como el porcentaje de noticias positivas que se publicaban en los diarios más influyentes del mundo versus el porcentaje de noticias negativas. El año pasado esa tendencia se revirtió y ha seguido empeorando en lo que va de 2015.

¿Qué deberíamos hacer para que vuelvan a aparecer más noticias positivas que negativas sobre Chile en periódicos como The Wall Street Journal, The Economist, The New York Times y Financial Times, que sirven de input a los inversores extranjeros? Crecer más, ser más competitivos, controlar la delincuencia y la violencia, y desmarcarnos de América Latina en materia de corrupción. Esto es lo que hizo Chile durante 25 años y por eso se repetía fuera majaderamente que este era un país modélico.

Si el actual deterioro reputacional se prolonga en largo plazo, entonces, tal como bien dijo Pizarro en su despedida, sí se verá irremediablemente afectada la buena imagen que este país solía tener.

 

Ricardo Leiva, académico e investigador de la Universidad de los Andes

 

 

FOTO:JUAN GONZALEZ/AGENCIAUNO

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