La indudable derrota que sufrió el Presidente Evo Morales y su equipo jurídico en La Haya han provocado en Chile un entusiasmo inusitado. Banderas chilenas, gritos espontáneos e himnos improvisados han marcado la tónica de las reacciones en esta primera jornada. Sin duda, es un sentimiento legítimo: estuvimos expuestos a una demanda injusta y a un eventual resultado arbitrario. Ello nos habría obligado a sentarnos a negociar con Bolivia y, eventualmente, a una potencial pérdida de territorio soberano. El amor por la patria no solo surge el 18 de septiembre, sino que aflora cada vez que sentimos orgullo de ser chilenos o cuando como país nos unimos para defender nuestro territorio.

 

En oposición a esto, los antipatriotas son una minoría que permanentemente hace ruido. Es un sentimiento que forma parte de la conciencia y del corazón de las personas que no sienten orgullo por su patria y que reniegan de los símbolos, de las tradiciones e incluso de su bandera nacional. Los antipatriotas están entre nosotros y son aquellos que, por motivos políticos o económicos, están dispuestos a entregar su país a una causa externa, sin remordimiento ni preocupación alguna.

 

El resultado de La Haya no sólo es una derrota para los bolivianos, sino que también una derrota para los antipatriotas que hay en Bolivia y en Chile. En Bolivia, el antipatriotismo lo representa Evo Morales. Desde que asumió como mandatario, hace muchos años, ha tenido una actitud permanente de confrontación con Chile y ha usado el tema marítimo como su gran arma de lucha política. Evo Morales es el gran obstáculo que tiene Bolivia para alcanzar mayores grados de desarrollo. Mediante políticas socialistas fracasadas y una gestión de enfrentamiento interno y externo, Morales ha desperdiciado el inmenso patrimonio económico y social de Bolivia y ha demorado, en exceso, los avances que podrían ayudar a sacar a ese país del subdesarrollo. Chile y Bolivia podrían unirse y aspirar a construir una relación colaborativa en beneficio de todos nosotros. Pero Evo Morales con foco casi exclusivo en la disputa con Chile, ha conseguido perpetuar ese distanciamiento y ponerle trabas serias al desarrollo del país altiplánico.

 

En Chile, en tanto, el anti patriotismo lo representan los parlamentarios del Frente Amplio y el Partido Comunista, entre otros, que han adherido a la demanda boliviana o que han apoyado los planteamientos de Evo Morales. No sólo ahora, sino que desde hace mucho tiempo, parlamentarios como Camila Vallejo, Gabriel Boric o Alejandro Guillier han hecho lo posible, a través de sus declaraciones o gestos, por torpedear la posición chilena y por debilitar la fortaleza de nuestra causa política y jurídica.

 

¿Qué es lo que reprochan de nuestra patria para actuar de esa manera? ¿Qué tipo de influencia existe desde el exterior que los termina impulsando a hacer declaraciones en contra de nuestro país o el abrirse a ceder parte de nuestra soberanía territorial a nuestros vecinos?
Luego de 5 años de debate jurídico internacional, hoy no solo es tiempo de revisar nuestra permanencia en el Pacto de Bogotá y los alcances de nuestro posicionamiento de política exterior de cara al futuro. Hoy también es tiempo de que los antipatriotas rindan cuenta a la ciudadanía, tanto en Chile como en Bolivia, y se hagan cargo de sus acciones y declaraciones en contra de nuestros países.

 

Espero, sinceramente, que tanto Evo Morales en Bolivia, como la izquierda radical en Chile, asuman el costo de su traición a la patria y nunca más ocupen cargos de relevancia pública, porque no solo no representan a sus países, sino que abiertamente están dispuestos a ir en contra de sus intereses.

 

FOTO. JAVIER SALVO/ AGENCIAUNO.