Al terminar el almuerzo y avanzada la tarde de ayer, el diputado Gabriel Ascencio, jefe de la bancada demócrata cristiana, daba a conocer la determinación de su conglomerado frente a la modernización tributaria propuesta por el Ejecutivo. Después de tantas veces haber sido dado por muerto, la decisión situaba al partido nuevamente en el centro de la atención política nacional: notificó que sus colegas Lorenzini y Ortiz, miembros de la Comisión de Hacienda de la Cámara, darían los votos necesarios para aprobar la idea de legislar para continuar con la tramitación del proyecto en el Congreso. A los pocos minutos, el Presidente Sebastián Piñera manifestó por tuiter que “valoraba y agradecía” la decisión falangista. Asimismo, volvió a defender el camino del diálogo que ha reimpulsado personalmente, ya que permitiría avanzar más rápido, más lejos y más seguro.

Esta postura democristiana no dejó al partido exento de críticas desde sus aliados opositores. Aparentemente a sabiendas de lo que se vendría, poco antes de las declaraciones de Ascencio el diputado socialista Manuel Monsalve advirtió que la relación con sus ex compañeros de coalición no sería la misma, ya que la discusión tributaria no se trataría solo de un problema de cifras, sino también de principios, según aseguró.

Siendo este el escenario, a primera vista pareciera ser que el otrora partido grande del centro estaría recuperando parte del protagonismo perdido luego de participar del experimento de la Nueva Mayoría, donde muchos de sus miembros reconocieron sentirse como vagón de cola. Es más, para quienes están interesados en el pulso de la discusión pública será fácil recordar que esta ubicación táctica en el tablero político en el que se encuentra la DC no ha sido fruto del azar. Existen al menos tres momentos clave que le han permitido volver a recuperar algo de identidad y no tener que agachar otra vez la cabeza cuando un compañero opositor lo amenaza con las penas del exilio del pacto.

Es muy sensato creer que electores DC sí hayan votado por Piñera en el balotaje.

En primer lugar, la dura decisión de llevar un candidato presidencial a primera vuelta -descreído por varios que aseguraban que la empresa de Carolina Goic no comería empanadas, porque sería bajada antes de septiembre como moneda de cambio en pos de una mejor planilla parlamentaria- dio un nuevo impulso a la convicción del camino propio, frente a las reiteradas ocasiones en que la ex NM humilló a la DC en el segundo gobierno de la Presidenta Bachelet.

Por otro lado, la dura determinación de ir en una lista parlamentaria distinta a la de sus socios del PS y la ex Concertación aparejaba una significativa baja en los escaños que podría obtener en el Congreso. No obstante, se sabía que los que se alcanzaran serían absolutamente propios y no le deberían nada (ni agradecimiento ni temor por revertir el apoyo) a ninguna otra formación política. Esto, sin duda, le entregaría  más libertad de acción a los diputados y senadores demócrata cristianos -y los hechos lo han confirmado que así ha sido-.

Por último, la colectividad supo leer -en su oportunidad, y al parecer, hasta ahora también- el momento político que se está viviendo. Es decir, en la elección parlamentaria ganó la actual oposición al Presidente Piñera, pero en segunda vuelta este último arrasó, sacando casi 10 puntos de distancia al adversario que pretendía continuar con el legado del entonces oficialismo. Eso significa que muchos de los votantes de los congresistas de la actual oposición cruzaron el rubicón y apoyaron el cambio de gobierno. En ese sentido, resulta improbable que los votantes PC o PS hayan sido quienes lo hicieron. En contraste, es muy sensato creer que electores DC sí hayan votado por Piñera en el balotaje.

Frente a estos hechos, la encrucijada en la que se encuentra el partido democristiano es el fiel reflejo de la realidad política actual y, por esa razón, sería un grave error que la DC apareciera tan obstruccionista como el PC, porque sus votantes son distintos. Los primeros sí debieran ser susceptibles de encontrarle razón a los llamados del gobierno y atender al ofrecimiento del oficialismo de llegar a acuerdos, aunque sus aliados opositores los amenacen con duras represalias.

Ahora la DC es dueña de todos sus votos y pareciera estar consciente de aquello. Aunque está por verse si esa dolorosa determinación del camino propio les seguirá dando frutos para intentar revertir su situación, que luego de la constante pendiente de irrelevancia política les permita alcanzar una vez más protagonismo en la discusión de los grandes desafíos del país.

FOTO: PABLO OVALLE ISASMENDI/AGENCIAUNO