En entrevista al diario El Mercurio, Rupert Colville, vocero de la Alta Comisionada de DDHH de NU, comentó que para que Michelle Bachelet visite Venezuela es necesario tener garantías que ella pudiese hacer todo lo que desea hacer, y eso no sucedería en el futuro inmediato. Esta explicación, para mí, es inaceptable.

Me pregunto qué sería del mundo si quienes tienen las más altas responsabilidades de solucionar conflictos, no actuaran hasta tener la plena garantía de poder hacer todo lo que desean antes de intentar resolverlos. ¿Se imagina usted a Mahatma Gandhi esperando sentado que el Reino Unido decidiera otorgarle la Independencia a la India, y no realizara su pacífica cruzada para obtenerla? ¿O a S.S. Juan Pablo II esperando que los rusos decidieran por su cuenta retirarse de Polonia, para poner fin a la dictadura comunista en su país, en lugar de haber actuado como lo hizo? ¿O a Sir Winston Churchill esperando que Hitler le diera todas las garantías que Inglaterra no sería invadida y no hacer absolutamente nada antes de eso para defender a su país, además de salvar al mundo de ser dominado por esa tiranía?

¿Qué sería del mundo si quienes deben enfrentar a los responsables de la ocurrencia de graves problemas como guerras civiles, violaciones a los DDHH, crímenes de todo tipo, o terrorismo, se refugiaran cómodamente en sus zonas de confort, a esperar que dichos actores decidieran garantizarles poder hacer todo lo que quisieran, y recién así decidirse a actuar? Bueno, eso es lo que sucede hoy con la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Esa es la respuesta que entregó dicha organización para justificar la total ausencia del organismo y de la Alta Comisionada Michelle Bachelet en Venezuela. Y esa respuesta no se puede aceptar.

Y no se puede aceptar, porque a la dictadura de Maduro no le basta con someter al pueblo venezolano a la hambruna y a la muerte por falta de medicamentos. Ahora también impide que la ayuda humanitaria que está en la frontera con Colombia pueda ingresar al país, cerrándole el paso con containers, camiones atravesados y todo tipo de barreras para evitar que llegue a la muy necesitada población. Si para la Alta Comisionada eso no es violar los derechos humanos básicos de los venezolanos, no sé qué lo pueda ser. Estamos hablando de alimentos y medicinas que se requieren con suma urgencia, particularmente para aliviar las necesidades de las personas de mayor vulnerabilidad. Pero ni siquiera ante esta situación, ocurrida en días muy recientes, ni ella ni la Secretaría General de Naciones Unidas han emitido condena alguna. No hay ni siquiera una advertencia, ningún llamado a deponer esa despótica actitud del dictador Maduro, ni una demostración de sensibilidad ante la tortura que sufren millones de venezolanos por la falta de alimentos y medicinas.

La pregunta entonces es: ¿de qué sirven todos estos organismos si, al final del día, cuando realmente se necesita que actúen diligente y decididamente para desactivar situaciones tan graves como el bloqueo a la ayuda humanitaria que está llegando para los venezolanos, esto no ocurre, y por el contrario, ejercen un silencio cómplice? La forma en que hoy están actuando frente al drama venezolano exige una explicación contundente, y no la inaceptable respuesta dada a conocer en nuestro país por el vocero de Michelle Bachelet.

FOTO: RODRIGO SAENZ/AGENCIAUNO