El próximo 3 de marzo, se cumplirá un año desde que el primer caso de SARS-CoV-2 o Covid-19 llegara a nuestro país. Once meses más tarde, ya casi 3 millones de chilenos han sido vacunados, lo que es todo un éxito de organización y despliegue de recursos, para que la vacunación llegue hasta los más apartados rincones del país.

Por esta misma razón, es importante resaltar la importancia de las vacunas, la necesidad de que toda la población del país se vacune y las razones para asumir la responsabilidad individual de asistir al vacunatorio más cercano, a fin de recibir las dosis que permitirán obtener la ansiada inmunidad de rebaño, para los cual entre el 75%-80% de la población debe estar inmunizada, ya sea por haber contraído la enfermedad o por la vacunación.

Para poner en contexto la importancia de las vacunas, es interesante conocer aunque sea brevemente, algo de su historia.

Ya en el siglo XI, los chinos desarrollaron una técnica para aminorar los efectos del virus de la viruela, poniendo costras de los enfermos afectados por esta enfermedad, en la nariz de personas no infectadas, con el propósito de crearles infecciones leves. 

También en India y en el imperio Otomano se desarrollaron técnicas destinadas a combatir la viruela, que en el siglo XX solamente se estima causó la muerte a 300 millones de personas y los que lograron sobrevivir, quedaron con notorias secuelas en sus caras y cuerpos.

Una mujer inglesa, Mary Wortley Montagu, esposa del Embajador Británico en Constantinopla, actual Estambul, aprendió una técnica que usaban las mujeres turcas, que consistía básicamente en inocular pus de enfermos de viruela en venas abiertas de voluntarios sanos. Eso fue alrededor de 1716. Lady Montagu había observado la eficacia del método y llegó a probarlo en su propio hijo Edward, quien no contrajo la enfermedad. Posteriormente, en 1721 llevó la técnica a Europa y ésta se empezó a difundir en la realeza europea con cierto éxito. A eso se le llamó variolación.

Años más tarde, en junio de 1798, Edward Jenner, médico inglés llamado el padre de la inmunología, publicó una obra en cuyo texto plasmó sus descubrimientos, basados en sus observaciones de personas infectadas con viruela bovina desarrolladas por ganado vacuno, las que se hacían refractarias a la viruela humana. El inyectó realmente la primera vacuna contra la viruela en 1796 a un niño de 8 años, James Phipps, hijo de su jardinero, proveniente de las llagas de la mano de una mujer que había contraído la viruela bovina ordeñando su vaca, y con eso logró inmunizar al niño contra la viruela humana.   

La diferencia con la variolación es que en dicha técnica se usaba pus de viruela humana, en cambio en la vacunación Jenner usó virus de viruela de vaca, que era una viruela mucho más leve que la humana, lo que se asemeja a la técnica actual que usa virus atenuado para el desarrollo de vacunas.

El nombre vacuna, deriva de la técnica de Jenner y dicho nombre fue propuesto por Luis Pasteur en 1881 justamente en su honor, y es a Jenner a quien se considera el padre de la vacunación. Y a propósito de Luis Pasteur, fue él, quien en 1885 descubrió la vacuna contra la rabia, lo que fue un gran avance médico.

Estas referencias para conocer brevemente algo de la historia del origen de las vacunas, nos proporciona una idea de cuán desvalidas estaban las personas siglos atrás para combatir estas enfermedades que diezmaban las poblaciones y los intentos que se hicieron para derrotarlas. La paradoja es que ahora que se dispone de vacunas contra las más diversas patologías, hay quienes se oponen a inocularse y peor aún, combaten su existencia.

La importancia de la vacunación es fácil demostrarla, y el mejor ejemplo es la viruela, porque gracias a la vacunación masiva e ininterrumpida año tras año, se la pudo vencer. Pero tuvo que pasar mucho tiempo para eso, pues recién en 1977 se tuvo conocimiento del último caso y en mayo de 1980, la OMS declaró que dicha patología había sido totalmente eliminada del planeta.

Otro caso importante de mencionar es el de la poliomielitis.

En 1952, el Dr. Jonas Salk desarrolló la primera vacuna contra la poliomielitis y más tarde Albert Sabin utilizando la técnica con virus atenuado, desarrolló la que se usa hasta el día de hoy en niños por vía oral.

Desde 1985 a la fecha, Gobiernos, ONGs y el Rotary International, han vacunado a más de 3000 MM de niños, eliminando la polio en casi todo el mundo. En 2020, finalmente se erradicó de África y aún se continúa la batalla contra este flagelo presente en solo dos países, Afganistán y Pakistán.

Hoy, gracias a los avances de la ciencia, se cuenta con vacunas contra la Hepatitis A y B, el tétano, el Haemofilus Influenzae tipo B, causante de infecciones pediátricas severas; contra la tos convulsiva, conocida como pertussis, por el patógeno causante, la Bordetella Pertussis; contra la meningitis meningocócica, contra la Varicela, causada por el virus varicela zoster, un virus DNA, que es el origen del Herpes Zoster en la edad adulta, ya que éste permanece en el organismo hasta que se vuelve a manifestar. También hay vacunas contra el cólera, la rabia, el dengue, la fiebre tifoidea, contra el virus Papiloma Humano, responsable del 70% del CA cérvico uterino; contra las paperas, difteria, rotavirus, tuberculosis, fiebre amarilla, y por cierto contra la influenza, con la cual nos vacunamos anualmente.

Y hay más en desarrollo contra otros patógenos como el norovirus, del cual hemos tenido casos en Chile en 2010 y 2012, y es el causante de gastroenteritis por intoxicación con alimentos en malas condiciones sanitarias. Contra el HIV-1, el herpes simplex o labial, Contra la shigella, el Staphylococcus aureus, contra la malaria, y varias otras más.

Para entender la importancia de vacunarnos, baste decir que la OMS estima que anualmente se evitaron 5MM de muertos por viruela, 2 MM por diversas enfermedades infecciosas y 2.7MM por sarampión.

En cuanto al sarampión, los responsables del movimiento antivacunas, han causado un grave daño a miles de niños que no se vacunaron contra este mal, por el temor que sus padres sufrieron por las campañas de desinformación y falsedades de los antivacunas, que continúan, lamentablemente publicándose hasta nuestros días. 

En el caso del sarampión, la no vacunación ha provocado graves aumentos de esta enfermedad en el mundo. Baste solo mencionar que en 2019, de acuerdo a información de la OMS, 207.500 vidas se perdieron por no vacunarse y el número de nuevos casos llegó a 869.770.

Campaña antivacunas

La campaña antivacunas tuvo un augey un gran responsable, después de que se publicara en 1999, en The Lancet, un artículo del médico inglés Andrew Wakefield, afirmando falsamente que la triple vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola, conocida como MMR, tenía la capacidad de causar autismo. Esa publicación tuvo una amplia repercusión negativa en Inglaterra y otros países y la vacunación de los niños se vio ampliamente interrumpida por el temor de los padres a que sus hijos fueran a ser autistas.

Los científicos y las organizaciones de todo el mundo hicieron un gigantesco esfuerzo refutando los resultados de dicho artículo y exponiendo el fraude científico que formó la base de dicho paper. Los brotes de sarampión en el Reino Unido en 2008 y 2009, así como los focos de sarampión en los EE. UU. y Canadá, se atribuyeron a este artículo y a la no vacunación de los niños.

Todo eso fue desacreditado por un periodista del Sunday Times de Londres, Brian Deer, que escribió una serie de artículos  en el Times, luego en el British Medical Journal, el BMJ, refutando todo lo que se publicó. Y en septiembre de 2020 publicó el libro “The Doctor who fooled the World: Science, Deception and the War on Vaccines”, donde relata como se gestó este fraude y a quienes les interese el tema, recomiendo su lectura.

Con toda la evidencia que los datos eran falsos, Lancet retiró el artículo, pero recién en 2010, reconociendo además que Wakefield no había revelado sus intereses financieros (por ejemplo, Wakefield había sido financiado por abogados que habían sido involucrados por los padres en demandas contra empresas productoras de vacunas).

Andrew Wakefield fue expulsado del General Medical Council de Gran Bretaña  y se le prohibió ejercer la medicina para siempre en el Reino Unido. Es probable que el fraude de Wakefield se convierta en uno de los casos más graves en la historia médica, por los negativos efectos en la salud mundial.

Lamentablemente, el movimiento antivacunas sigue vigente, y la difusión de información conflictiva, falsa y manipulada, es reconocida como una grave amenaza a la salud pública mundial.

Vacuna del coronavirus

Hoy, con la vacunación contra el coronavirus, los antivacunas no han parado en difundir falsedades sin base alguna, para desacreditar los esfuerzos que el mundo está haciendo para controlar la pandemia.

Por ejemplo, se ha hablado mucho que las vacunas de Pfizer y Moderna, por usar tecnología con mRNA podrían introducir peligrosas alteraciones en nuestro DNA, y se pregonan dudas sobre cómo es posible que tan rápido se pudieran desarrollar.

Lo cierto es que el  mundo dispone ya de estas dos vacunas y hay otras en desarrollo, porque la investigación en que se basaron tiene más de 20 años.

Dos investigadores de la Universidad de Pennsylvania desarrollaron la ciencia detrás de las vacunas, Katalin Karikó y Drew Weissman. Ellos se vacunaron y después de inocularse, el Dr Weissman dijo: “Siempre quise desarrollar algo que ayudara a la gente. Cuando me clavaron la aguja en el brazo, me dije: ‘Creo que finalmente lo hice'». 

La historia hasta llegar a estas vacunas es la historia de una vida dedicada a la ciencia, con muchos altos y bajos, hasta que finalmente llegaron a sintetizar RNA de manera segura y efectiva, aunque no pensando aún en vacunas, pero si como una nueva forma de terapia para diversas patologías.

Después de ese logro, un grupo de personas fundó en 2010 la empresa de biotecnología Moderna, en Cambridge Massachussets, basada en esas investigaciones y descubrimientos del Dr Weissman. Su foco original tampoco eran las vacunas, pero se dio la oportunidad  y lo hicieron posible.

Una vez conocido el genoma del virus de la Covid, Moderna se demoró 42 días en hacer la primera vacuna, que envió al NIH para iniciar los ensayos clínicos. Todo un récord en la historia de las vacunas, lo que fue posible por toda la biotecnología desarrollada desde sus inicios en 2010.

Las vacunas se desarrollaron y se probaron en menos de un año, gracias a los descubrimientos que la pareja de investigadores hizo, con 95% de resultados positivos a fines de diciembre de 2020.

Para Weissman, el éxito de las vacunas Covid no es una sorpresa, sino una grata validación del trabajo de su vida. “Hemos estado trabajando en esto durante más de 20 años”, dice. «Siempre supimos que el ARN sería una herramienta terapéutica importante». Y tenía razón. 

Para entender lo que hacen estas vacunas, basta una explicación simple de un tema muy técnico. El mRNA o ARN mensajero, es una molécula que en nuestro organismo cumple la función de llevar las instrucciones, por eso se llama mensajero, para que en un organelo celular llamado ribosoma, se codifiquen  las proteínas que esas instrucciones le indican.

En el caso de las vacunas el mRNA, que es sintético, contiene las instrucciones que le ordena a las células a generar la proteína S, de Spike o corona, que es la cubierta que tiene el virus pandémico y con la cual se une al huésped.

Al generarse la proteína S, el organismo la reconoce como un cuerpo extraño del que tiene que defenderse y produce los anticuerpos para destruirla, generándose así la inmunidad contra la Covid-19, pues de entrar en contacto con el virus, nuestro organismo impedirá que nos infecte, produciendo los anticuerpos para su neutralización.    

Pero hay otras tecnologías que se usan para desarrollar vacunas. En Chile se está utilizando además, la Sinovac y se utilizará también la de Oxford AstraZeneca, por lo que resulta interesante conocer simplificadamente su mecanismo.

Vacunas con virus atenuado

Esta tecnología es la que usa  la vacuna de Sinovac.

Consiste en inocular virus inactivo, que no puede causar la patología porque le resulta imposible replicarse, debido al tratamiento para la inactivación. Pero sus proteínas quedan intactas, por lo que al inocular la vacuna, ésta le enseña al sistema inmune a producir anticuerpos contra el SARS.CoV-2 y sus proteínas, como la S, o Spike, que es la que se une al receptor que le abre el ingreso a la célula. 

Una vez vacunados con la Sinovac, el sistema inmune responde ante una infección por contagio del SARS- CoV- 2. Una de las células de nuestro sistema inmune, los linfocitos B, producen anticuerpos que se unen a los virus invasores. Los anticuerpos que se han generado contra la proteína S, evitan que el virus entre a las células y por ende que se reproduzca. Y otros anticuerpos bloquean al virus por otros medios.

Esta técnica se ha usado durante muchísimos años y es la tecnología utilizada en vacunas contra la hepatitis A, la poliomielitis, la gripe y la rabia.

Vacunas con vector.

Esta tecnología la utiliza la vacuna de Oxford-AstraZeneca, Janssen (Johnson&Johnson) y la Sputnik V.

Consiste en inocular una versión modificada de otro virus, en el caso de la de Oxford-AZ es adenovirus de chimpancé modificado, denominado ChAdOx1, (el vector), al que se le adiciona el gen que le dará instrucciones a nuestras células para que produzcan una porción inocua del SARS-CoV-2, cual es la proteína S o Spike. Cuando eso ocurre, nuestro organismo la reconoce como no propia y genera una respuesta de nuestro sistema inmune que comienza a producir anticuerpos, activando además otras células inmunitarias para combatir lo que considera una infección. En un  contagio real, el organismo está preparado para rechazarlo, por acción de los anticuerpos generados por la vacuna.

Los adenovirus son virus comunes que causan síntomas de resfrío o gripe. Los adenovirus modificados para las vacunas de J&J y la Sputnik son diferentes entre sí.

Hay otras tecnologías, usadas para desarrollar otras vacunas, pero estas son las que utilizan las que se están inoculando en el país en este momento y las que se inocularán posteriormente.

Hasta el momento en el mundo hay 7 vacunas contra la Covid-19 en uso en distintos países y más de 230 vacunas en investigación, con 135 de éstas en evaluación pre-clínica. Esto nos indica que, así como a otras patologías, la pandemia la podremos controlar.

Pero para eso, es necesario vacunarnos todos y no hacer caso a las campañas de desinformación de los grupos antivacunas, pues dichas campañas son el mejor aliado para que la pandemia se expanda. Se requiere entre un 75% a un 80% de inmunizados, ya sea por haber sufrido la enfermedad o por vacunación, para alcanzar la inmunidad de rebaño que se necesita para controlar esta pandemia.

De nosotros depende el éxito de esta batalla para lograr recuperar la normalidad.

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