Para entender la realidad que hoy estamos viviendo, estimo necesario analizar cuatro pilares fundamentales para que un país funcione normalmente: orden público, confianza en las instituciones, certeza jurídica y el dinamismo de su economía.  

Orden Público. Seguimos muy al debe porque la violencia no para y aunque han bajado los incidentes en relación con octubre, día a día somos testigos de nuevos actos de naturaleza violenta, en donde la fuerza pública se ve sobrepasada. Un grave ejemplo es lo sucedido con la PSU.

Confianza institucional. Si bien no era óptima antes del 18-O, la encuesta CEP nos muestra un cuadro desolador. La confianza en los partidos políticos es de un 2%, en el Congreso un 3%, en el Gobierno un 5%, en la Fiscalía un 6% y en los tribunales un 8%. Es decir, donde reside la institucionalidad rectora de la sociedad -los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial- la confianza de los chilenos es prácticamente nula, lo cual es extremadamente delicado.

La confianza en las instituciones de defensa y orden es algo mejor, con un 25%, 24% y 17% en la PDI, FF.AA. y Carabineros respectivamente. En las empresas un 7%; en los medios, igualmente deficiente: 11% los diarios, 8% la TV y en la radio, un 29%. Para las redes sociales, un 28%.

Certeza jurídica. Si el 26 de abril triunfa la opción “Apruebo”, el país no estará en condiciones de garantizar certidumbre por al menos dos años, dado que la nueva Constitución sería escrita a partir de una hoja en blanco, sin saberse el resultado hasta finales de 2021 o probablemente hasta marzo de 2022. Y si ganase la opción «Rechazo», igualmente legítima, desde la izquierda se amenaza que no habrá paz social, intimidación absolutamente antidemocrática que pone un manto de duda sobre todo el acuerdo.

Dinamismo económico. Los datos no pueden ser más preocupantes. Hasta fines de septiembre de 2019, nuestra economía creció desde un magro 1,5% el primer trimestre a un promisorio 3,3% en el tercero. A comienzos de octubre, existía optimismo que a diciembre el crecimiento sería del orden del 2,9% y para 2020, de un 3,3%.

Pero sobrevino la crisis y el Imacec en octubre cayó -3,4%, y en noviembre -3,3%. Y aunque aún no disponemos de la cifra de diciembre, el ministro Briones ya indicó que la estimación de crecimiento para el 2019 es de un 1,4% y para este año la situó entre 1% a 1,5%.

Más grave aún, el martes pasado, el centro de estudios Clapes de la UC informó una fuerte reducción del rango del PIB tendencial para la década que comienza, desde un 2,9% – 4,4% a inicios de 2019, hasta un 1,7% – 2%, al incorporar el efecto crisis en la capacidad de crecimiento del PIB, y siempre que la economía no sufra shocks.

Pero de aprobarse la reforma a las pensiones, se les aplicará a las empresas un 6% adicional de impuesto al trabajo. ¿Será atractivo invertir en Chile con una carga tributaria del orden del 33,5%, con una economía creciendo como máximo solo al 2% durante 10 años?

Conclusiones. Sin paz social, sin confianza en las instituciones y sin certeza jurídica, es muy difícil que la economía crezca a las tasas requeridas para satisfacer las demandas ciudadanas. Y una nueva Constitución no va a solucionar las pensiones ni la salud ni la educación, las tres preocupaciones mas importantes de la gente.

Finalmente, es importante entender que la verdadera crisis en la que estamos atrapados no es del modelo económico como se nos pretende convencer, sino que es una crisis institucional y quienes integran dichas instituciones son los responsables de reflexionar sobre sus actuaciones y rectificarlas para lograr reconstruir las confianzas perdidas, sin las cuales, será muy difícil tener un país en paz y que la prosperidad alcance a cada uno de los hogares chilenos.