Jaime Abedrapo: Bolsonaro, ¿está en juego la democracia?
Brasil no pareciera expuesto a transformarse en un sistema autoritario, a pesar de que Bolsonaro reivindique las dictaduras en general y el régimen autoritario del pasado de Brasil en particular, e incluso manifieste características homofóbicas y racistas, y un cuestionamiento sistemático las organizaciones internacionales, particularmente las que promueven el respeto por los derechos humanos.
Luego del 46 por ciento de los votos para Jair Bolsonaro en primera vuelta, pareciera que resulta muy difícil que Fernando Haddad, representante del Partido de los Trabajadores (PT), pueda revertir la situación en vista la segunda vuelta en tres semanas más. El discurso del líder del Partido Social Liberal, que se ha identificado con la figura de Trump, representa lo que muchos ya han señalado: un electorado incrédulo con los políticos tradicionales, a quienes se les ha asociado a corrupción e ineficiencia. Además, los niveles de inseguridad ciudadana han motivado a la población a manifestar la desconfianza y desaprobación de las garantías procesales, lo cual se traduce en que una mayoría exija “mano dura” contra la delincuencia.
El fenómeno que vive Brasil es visto como una tendencia en la región y el mundo, en el cual los discursos anti migratorios y en contra de la elite política tradicional han dado réditos electorales, toda vez que el destape de corrupción ha sacudido prácticamente a todo el orbe, empujando el levantamiento de alternativas que representan el sentir de las mayorías. En este sentido, lo políticamente correcto pareciera estar cuestionado por su doble estándar y se percibe como disfuncional a los propósitos de la nación, cuestión que también ha restado legitimidad a las instituciones de la República en general.
El fenómeno nacionalista excluyente que vive el sistema internacional como tendencia viene a ser un pesado legado de quienes declaraban ser demócratas, pero olvidaron el servicio público y se desconectaron de la comunidad.
Respecto a Brasil, podemos señalar que es un Estado que recientemente impidió al ex Presidente Lula presentarse en los comicios por tener a su haber un fallo condenatorio en materia de corrupción. Además, la fiscalía ha sometido a proceso a varios congresistas, lo cual nos habla de un Estado de Derecho que no será dócil a las posibles aspiraciones autoritarias de Bolsonaro. Brasil no pareciera expuesto a transformarse en un sistema autoritario, a pesar de que Bolsonaro reivindique las dictaduras en general y el régimen autoritario del pasado de Brasil en particular, e incluso manifieste características homofóbicas y racistas, y un cuestionamiento sistemático las organizaciones internacionales, particularmente las que promueven el respeto por los derechos humanos.
En consecuencia, el fenómeno nacionalista excluyente que vive el sistema internacional como tendencia viene a ser un pesado legado de quienes declaraban ser demócratas, pero olvidaron el servicio público y se desconectaron de la comunidad. Esperemos que los partidos tradicionales o en conformación, no tengan una oportunidad de ser alternativa de gobierno en futuras elecciones únicamente como respuesta a un mal legado, sino porque exista una regeneración de los dirigentes que a través de su testimonio y consecuencia estén al servicio de la comunidad.
FOTO: HANS SCOTT / AGENCIAUNO
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