Los acontecimientos en Perú sorprendieron a todos. La intentona de Castillo de cerrar el congreso y de convocar a una Asamblea Constituyente parecía para los chilenos un “déjà vu”, algo ya visto. La verdad es que el concepto de ampliar la democracia ha sido desde hace un tiempo la nueva estrategia totalitaria, que usando la democracia, pretende anularla. Pero Perú nos dio una lección, no estuvo dispuesto a entrar al juego bolivariano y Castillo terminó preso.
Es interesante analizar el caso peruano, el cómo un profesor que escasamente sabe hablar llegó a ser Presidente de la República, es una gran interrogante. La falta de preparación para los cargos es siempre la primera señal de corrupción. Aceptar cargos para los que no se está preparado es el comienzo de un camino que siempre mal conduce a una nación.
Castillo fue un ejemplo de eso, lo que nos recuerda que la democracia tiene una gran falencia y es la ausencia de real responsabilidad de las personas al votar. La democracia tiene un doble problema intrínseco, la falta de responsabilidad de quienes emiten los votos y el peligro del uso y abuso de quienes no son democráticos del sistema que solo buscan destruir el mismo. Castillo fue un ejemplo de ambos. Ganó una elección popular sin tener la preparación para el cargo y desde la presidencia buscó matar la democracia. Hoy está preso por ambos delitos, corrupción nivel 1 (aceptar un cargo para el que no se está preparado) y totalitarismo, intentar hacerse del poder total.
Muchos se sorprendieron ante los acontecimientos, pero no había de qué sorprenderse, no era más que un marxista siendo marxista. Intentando el poder total, nunca los comunistas han sido democráticos, usan las democracias para su fin que es hacerse de todo el poder para desde ahí cambiar la sociedad completa.
Transformar la sociedad entera, cosa que nunca han logrado, ya que es una utopía… con excepción de cambiar la realidad social de las cúpulas de poder. Arreglarse ellos mismos.
La situación de Castillo tiene algo que enseñarnos a nosotros en Chile. Los intentos totalitarios aún aquí no han menguado. Venimos saliendo de un intento de Convención Constitucional que buscaba resetear al país. Quería refundar y transformar la sociedad toda. Encontrar al anhelado hombre nuevo. La Convención perdió su pasada en un plebiscito de salida abrumante, en el que más de 8 millones de personas rechazaron ese camino.
Sin embargo, “los iluminados” intentan nuevamente bajo otras fórmulas el mismo camino. Cual “monos porfiados” intentan nuevamente re rotular la misma cosa de otro modo. En la búsqueda del acuerdo constitucional, es la izquierda más radical desde el gobierno los que exigiendo convención totalmente electa buscan no llegar a acuerdo. Ellos quieren nueva Constitución, pero no cualquiera, no la que la ciudadanía quiera, sino que la que ellos quieran. Si no es la de ellos, no es ninguna.
Al más estilo Castillo, usan la democracia a su antojo de modo totalitario. Hay veces que es necesario que desde lejos sucedan cosas, para desde dentro poder ver y entender lo que nos pasa.
En Chile tenemos muchos elementos totalitarios que hablan de extender la democracia, pero que no quieren plebiscito de entrada, porque temen y no les interesa lo que la ciudadanía tenga que decir. Quieren manipular la composición de la potencial Convención.
Bajo la idea de que todos pueden escribir la nueva Carta Magna, ningunean a los expertos, bajo la excusa de “no a los elitismos”, pero en verdad se trata de lograr colocar a sus operadores políticos para lograr hacerse del poder total. Ya lo vimos y lo quieren replicar.
Nunca se ha tratado de democratizar de modo real, se trata simplemente de usar el sistema para imponer sus ideas al más estilo golpe de estado de Castillo. La receta es la misma, los actores son diferentes. El ideario es de manual.
Por lo mismo, hoy Chile despierto ya entiende que lo que se intentó es colocar a unos pocos en la “nueva élite” no de arreglar los reales problemas país. No podemos permitir que intenten hacernos tropezar dos veces con la misma piedra.
Si queremos resultados distintos, no podemos hacer lo mismo y los que perdieron no pueden intentar ganar tiempo para lograra reposicionarse para intentar la misma receta rotulada de modo diferente. Castillo en Perú nos recuerda que lo que buscan muchos es precisamente eso en lo que Castillo falló.
Del mismo modo Argentina nos devela la importancia de la real separación de poderes para una real democracia. Como establece ya en 1215 la Carta Magna británica, esencial para toda opción democrática, “Nadie está sobre la ley, ni siquiera el rey”. Cuando el “Rey” controla todos los poderes y no hay contrapesos, muere toda democracia.
*Magdalena Merbilháa es periodista e historiadora.